domingo, 1 de julio de 2012

Cultura tolteca ( VIII )


Arte

 Aunque originariamente el gentilicio tolteca era designado para los nativos de los lugares llamados Tollan, con el paso del tiempo y durante la época mexica pasó a ser sinónimo de artesano o artista. Una desviación del significado debido a la relación mitológica Tollan, establecida entre Xicocotitlan y la mítica. No obstante, el arte de los toltecas quedó plasmado en sus diferentes expresiones. Fueron notables arquitectos y como ejemplo quedan las extraordinarias pirámides que llenan la región que habitaron; grandes maestros en la escultura, que usaron para adornar sus monumentos, como estatuas sueltas y en las estelas; de igual manera destacaron en la pintura, de las que aún hoy podemos disfrutar en los restos de sus obras, donde se aprecia el dominio del la línea y el color. También fueron excelentes ceramistas, joyeros, tejedores y bordadores, así como expertos en el arte de la escritura, la astronomía, las matemáticas o en el calendario y el sistema de medición del tiempo e interpretación de los días propicios o nefastos, por los que se regulaban la vida de la sociedad.

Arquitectura

 En este apartado fueron los que marcaron el camino, los que introdujeron la forma característica de toda la arquitectura mexicana precolombina. Sus construcciones revolucionaron las normas arquitectónicas establecidas en toda Mesoamérica hasta ese entonces. Su nuevo concepto del espacio interior es considerada su mayor aportación, la de numerosos soportes aislados que lograban trazar amplias salas basadas en columnatas que anteriormente apenas se utilizaban.

 Los restos de la ciudad de Tula demuestran que los arquitectos toltecas fueron hábiles y supieron integrar con estilo propio los elementos decorativos en sus construcciones, como el uso del tablero y el talud, de origen teotihuacano. Sin embargo, aunque la arquitectura de Tula es de una concepción majestuosa, su realización no pasa del calificativo de mediocre. En sus monumentos, el núcleo está hecho con capas de piedra colocadas sin tierra hasta conseguir el volumen deseado, a continuación se levantaban los muros de contención en talud con piedras y barro, una composición que le daba mayor estabilidad a la edificación. Sobre estos se colocaba un tablero con talud decorado con losas esculpidas, relieves que representan a dioses y animales sagrados. La influencia del arte teotihuacano se refleja claramente en muchos de los elementos decorativos que muestran sus construcciones: tigres en procesión, pájaros, mariposas, serpientes o águilas. El detalle más evidente de esta analogía lo observamos en los tigres de Tula, los que llevan al cuello un collar vinculado al dios Xipe Tótec.

 Al margen de la carencia de cimientos en los edificios de Tula, una costumbre muy compartida con las técnicas de construcción en Mesoamérica, en la capital tolteca los soportes aislados tuvieron una base de enorme eficacia que dieron estabilidad a las construcciones, en forma de gran piedra plana, rectangular o circular, con el doble de ancho aproximadamente del pilar soportado. Por lo general los edificios fueron edificados con base de adobe, salvo excepciones de los grandes basamentos y algunas estructuras ceremoniales, una técnica nada conveniente cuando tenían que soportar pesados techos de mampostería. Una característica errónea que no pasaba desapercibida para los arquitectos, que trataban de enmendarla colocando grandes postes verticales de madera a manera de castillos y que se encargaban de soportar las vigas maestras de la techumbre.

 Escultura

 La escultura y el relieve están muy ligados a la arquitectura. En este campo destaca sobremanera el Chac Mool, la gran figura en piedra que, en forma reclinada, se muestra sentada con un recipiente sostenido en el vientre y con la cabeza inclinada, mirando hacia un costado. Es sin duda una de las figuras representativas de la cultura tolteca.

 La escultura es la expresión artística a la que más innovaciones aportaron los toltecas. En este arte añadieron una serie de estatuas funcionales novedosas para los antiguos habitantes del Altiplano Central. Entre ellas destacan los cariátides, los atlantes, los postaestandartes, las columnas en forma de serpiente emplumada y los chac moles. Generalmente, las de mayor tamaño se esculpieron en piedra basáltica de gran dureza, mientras que las piedras calizas más blandas fueron las elegidas para las losas y almenas.

 Los estudios arquitectónicos realizados sobre los cariátides y los pilares, que comparten la misma altura de 4.6 m., revelan que el proceso de realización se dividía en cuatro secciones y colocados uno encima de otro, por su parte las losas fueron talladas en otros lugares, como demuestran que el desarrollo del motivo no concuerda bien en algunos casos por el mal emplazamiento de varias piezas. Sobre los famosos guerreros cariátides, únicos en todo el continente americano, se pensó en un principio que eran grandes ídolos, hasta que los estudios dieron paso a la conclusión de que se trataban de soportes enormes, cuyas cabezas sostenían las vigas que formaban el techo.

 En cuanto a los atlantes, que en total son cuatro los encontrados completos, son el puro reflejo de lo militarizada que estaba la sociedad tolteca y de cuáles eran los atuendos que portaban los guerreros. Entre su indumentaria se acostumbraba a portar una gruesa capa de algodón en su brazo izquierdo como defensa contra las flechas, así como un escudo redondo sobre las espaldas. En los pies sus sandalias se decoraban con la serpiente emplumada y en sus cabezas un tocado o sombrero cilíndrico a la manera que muestran las esculturas. En el pecho aparece tallado el emblema estilizado de la mariposa.

 Tanto en bulto como en bajorrelieve, las esculturas toltecas estaban policromadas, como muestran todavía algunos restos que conservan su color original, así como los muros interiores de los aposentos, pintados en la parte inferior con múltiples franjas horizontales de diferentes colores y en la parte superior representaciones humanas.

 A pesar de lo monumental, la mayoría de las obras escultóricas de los toltecas son de poca calidad artística, probablemente debido al poco tiempo destinado a su realización y a la cantidad y diferente capacidad de los obreros que las tallaron y esculpieron, muchos de ellos se especula con la posibilidad de que fuesen niños.



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