sábado, 21 de julio de 2012

Cultura mexica ( II )



Desarrollo histórico

Cuando comenzamos en la historiografía de los mexicas los primeros datos que encontramos en el capítulo de la peregrinación es su lugar de procedencia, el mítico Aztlán. Un lugar que no se ha podido localizar con precisión, y según qué autores lo sitúan en un punto geográfico o en otro. Hay algunos como Javier Clavijero que lo ubican al norte del Altiplano Central y hasta en Alta California; Wigberto Jiménez Moreno se atreve a ubicarlo en dirección Occidente, en Nayarit, en la isla de Mexcaltitlán. También los hay quienes lo definen como un lugar mítico, arquetípico, llamado también Chicomóztoc y del que dicen venir otros muchos pueblos que habitaron el Altiplano Central.

Sin embargo, las referencias culturales que llevaban los mexicas no coincidían con ninguno de los puntos geográficos  posibles, no compartían afinidades o coincidencias ni con los huastecos y su zona selvática ni con el árido territorio chichimeca. Algunos autores como Javier Tapia Rodríguez duda de que una tribu belicosa y poco amigable como la de los mexicas, hubiera podido pasar libremente por territorio de los chichimecas, con todo el historial de enfrentamiento que estos tuvieron con sus vecinos. No obstante, sí existe una referencia histórica anterior a 1.215, a su entrada en escena, cuando no eran más que un grupo de nómadas cazadores con fama de problemáticos que luchaban por hacerse con un lugar donde asentarse cerca del lago Tetzcoco, donde según la leyenda habían visto la señal que le enviaron los dioses, la de un águila luchando con una serpiente sobre un nopal, en un islote de dicho lago. Esta referencia primaria es la que tenían los tarascos como recuerdo, sobre el año 1.100 en Patzcuaro, de donde tuvieron que expulsarlos hacia el Valle de México. Por otro lado, tanto para tlahuicas, culhuas y tlaxcaltecas, la única referencia que tenían sobre la procedencia de los mexicas es que venían del infierno, del noroeste, de las antiguas y ancestrales tierras de las regiones del frío y la noche eterna.

Tras varias décadas merodeando por la región, en 1.256 consiguieron asentarse en el Valle de México, en Chapultepec, el monte de los saltamontes, de donde también fueron expulsados por sus vecinos del señorío de Culhuacán, dueños del territorio. Corría el año 1.325 cuando por fin consiguieron asentarse en el lago Tetzcoco, tras dos años planeando su ataque definitivo al lugar prometido por sus dioses y aunque todavía no eran los dueños del islote fundaron la ciudad de Tenochtitlan, la que sería la capital del Imperio Azteca y actual ciudad de México, capital de la República Mexicana. Durante los siguientes 50 años estuvieron sometidos a los tepanecas, al señorío de Azcapotzalco, los vencedores de todos los enfrentamientos que habían tenido con los mexicas hasta entonces. Transcurría el tiempo entre los años 1.376 y 1.427 y los tepanecas mantenían sus criterios en el valle, aunque el empuje y ansia imperialista mexica les fue haciendo ganar terreno poco a poco.

Acamapichtli, Huitizilihuitl y Chimalpopoca fueron los tres reyes mexicas siguientes en los que durante su reinado existieron relativas buenas relaciones con los tepanecas, pero a pesar del recelo de Azcapotzalco sobre el poder que iban acumulando sus belicosos vecinos, los mexicas se pusieron entre la disyuntiva de seguir o no con la buenas relaciones o continuar expandiéndose ellos mismos por sí solos. Sin embargo, antes de decidirse Chimalpopoca fue asesinado por Maxtla, el señor tepaneca, que creyó que asesinando al jefe mexica su pueblo se acobardaría y sería más fácil vencerlos. Pero no fue así, lejos de amedrentarse el consejo mexica eligió a un nuevo gobernante, un nuevo rey o tlatoani llamado Itzcóatl, que sucedió a Chimalpopoca desde 1.427 hasta 1.440.

Itzcóatl nombró a Tlacaelel como su cihuacóatl, su segundo de abordo. Gran sacerdote reformador que se encargó de pactar con otros pueblos vecinos también sometidos por Maxtla, fundaron la alianza con los señoríos de Tlacopan y Tetzcoco y juntos comenzaron las revueltas contra los tepanecas. Unos meses más tarde, a comienzos de 1.428 caía derrotado Maxtla y con él daban fin al señorío de Azcapotzalco. Había nacido lo que pasó a llamarse la Triple Alianza, que dio lugar al Imperio Azteca.

Aunque el reinado de Itzcóatl fue considerado fructífero, el verdadero empuje azteca coincidió con su sucesor, Moctezuma I, que reinó entre 1.440 y 1.469.  Durante su gobierno los aztecas fueron extendiéndose y dominando a los pueblos vecinos, sometiéndolos a pagar tributo y a seguir sus costumbres. A la muerte de Moctezuma I el trono mexica fue ocupado pos Axayácatl, que, aunque siguió sumando conquistas y expandiendo poder, tuvo un tropiezo contra los tarascos a quienes no consiguieron dominar nunca, quizás por los malos recuerdos que tenían de ellos de su paso por Patzcuaro más de cuatro siglos atrás. En 1.481 le tocó el turno a Tizoc, que dirigió los designios mexicas por solo cuatro años. No resultó Tizoc ser un rey al gusto de su pueblo, que tras pensar en deponerlo y no encontrar la formula adecuada tiraron por la tremenda dándole muerte y nombrando a un sucesor. Tizoc comenzó su mandato preocupándose más por la administración y educación de los territorios ya conquistados que por nuevas conquistas. Un método bien aceptado por los sacerdotes en un principio, pero las cuentas no cuadraban, los costes eran demasiados altos para mantener dicha fórmula y a eso se le sumó la creciente falta de respeto de los sometidos, cada vez más resistentes a pagar tributo, lo que supuso el fin del efímero mandatario.

Ahuitzotl fue el elegido. Reinó entre 1.486 y 1.502 y no defraudó, cumplió con las expectativas que se tenían sobre sus dotes de mando. Durante su corto mandato dio muestras de su perfil guerrero y no dudó nunca en situarse al frente de la batalla. Con él al frente los aztecas consiguieron el control de prácticamente todo el centro y el sur de México hasta Guatemala, y desde la costa del Pacífico hasta el Golfo de México. A Ahuitzotl se le atribuyen, además de buen guerrero, buenas dotes diplomáticas y el ser un gran líder religioso, he incluso buen economista y comerciante en el trato con los pueblos vencidos.



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