lunes, 23 de julio de 2012

Cultura mexica ( III )



Tras el gobierno de Ahuitzotl, entre 1.502 y 1.520, los mexicas eligieron a Moctezuma II, el gran estadista y estratega, el gran líder que supo poner control entre los sacerdotes y el pensamiento mágico azteca. A punto de finalizar el Quinto Sol y la aparición de un Sexto Sol con el que se esperaba el regreso de Quetzalcóatl. Una fecha con demasiado significado religioso que influyó sobremanera en la ya mítica personalidad del rey mexica, que dejó a un lado las cuestiones mundanas para dedicarse en cuerpo y alma a las del espíritu. El descuido o apatía por las cuestionas de gobierno provocaron algunas rebeliones entre los pueblos sometidos, como fueron los casos de los señoríos de Cholula y Tlaxcala, que dejaron de pagar tributo a un imperio que continuaba en todo su esplendor, pero con un gobernante atrapado por la desidia y la abulia e inmerso en la mítica espera de la llegada del fin del mundo que anunciaba el Quinto Sol.

Era evidente que Moctezuma II no abandonaría el trono, no pensaba hacerlo, como le solicitaban algunos de los jefes de otros pueblos y otros personajes más allegados. Como su propia hermana, una reputada sacerdotisa, que ante su insistencia de retirada la mandó desterrar a Cuauhnahuac. La llegada de los conquistadores españoles no le hizo más que confirmar sus convicciones. Todo coincidía con las predicciones que Quetzalcóatl dejó en su partida, la llegada del año 1-Caña y los seres barbudos con cuatro patas. La llegada de los conquistadores españoles significó doble lectura según para quién, mientras que para Moctezuma II no eran más que señales de confirmación, para su antecesor en el gobierno, Ahuitzotl, las muestras ya eran la de un peligro inminente que no tuvieron  respuesta como tal. Al contrario, el gobernante azteca salió a recibir a los españoles a la carretera de Ixtapalapa, donde el único rechazo que tuvieron los extranjeros fue por parte de los consejeros a lo que el propio Moctezuma II se opuso, y tomándolo como una ofensa personal prohibió que sufrieran daño alguno.

La situación política y social se tornó problemáticamente compleja. Moctezuma II, aunque continuó siendo sacerdote, dejó el trono obligado ante las revueltas que se sucedían en plena guerra con los españoles, al tiempo que estos formaban alianzas con los tlaxcaltecas y los cholulas. El consejo eligió a su sucesor Cuauhtemoc. Fue el último rey azteca, un gran guerrero pero que no estaba muy instruido en asuntos religiosos y que no era un auténtico tlatoani, sino un cacique de un pueblo vecino, señor de Tlatelolco, que fue elevado en el cargo por las circunstancias de crisis. Tras su nombramiento se puso al frente del ejército y salió al encuentro de los invasores, repeliéndolos hasta más allá del lago Tetzcoco. Solo cinco años se mantuvo en el cargo de gobernante, de 1.520 a 1.525.

Mientras tanto, Moctezuma II continuaba empeñado en su defensa de los españoles, lo que le hizo perder aún más apoyos en el consejo elector que le consideró traidor. Moctezuma II murió lapidado, apedreado por su pueblo cuando frente a palacio intentaba convencerlos para que aceptaran a los españoles como consejeros divinos. Los conquistadores se reagruparon y junto a los rebeldes entraron en Tenochtitlan sin encontrar apenas resistencia. El ejército azteca se desmoronó. Los sacerdotes huyeron y los militares de alto rango dejaron de aceptar las órdenes de Cuauhtemoc, que fue hecho prisionero y ejecutado por Hernán Cortés y su tropa el 28 de febrero de 1.525. Quetzalcóatl, el esperado, no regresó. Sin embargo, con el Sexto Sol el Imperio Azteca entró en una nueva era y México pasó a ser la sede central de la Nueva España.

Organización política

No podríamos afirmar con toda rotundidad el tipo de organización política por el que se regían a los mexicas anterior al episodio que los enfrentó a los tepanecas para derrotarlos definitivamente, aunque algunos conocimientos sí parece que existen como para deducir que hasta la derrota de Azcapotzalco fue una etapa menos compleja y más democrática a la hora de elegir a los gobernantes. Según las fuentes, sus mandatarios eran elegidos por un grupo de sacerdotes conocido como teomamaque, en la que los calpultin tenían una mayor participación y mayor poder de decisión. Los representantes de los siete calpultin en que se dividían los mexicas eran los encargados de tomar las decisiones más importantes que se dieron durante la etapa de peregrinación que vivieron, encabezados por los teomamaque, que a su vez se encargaban de transportar los envoltorios de las reliquias de sus dioses.

La Triple Alianza con Tetzcoco y Tlacopán fue cambiando el sistema político y adaptándose a las nuevas exigencias de gobierno. En cada una de estas ciudades gobernaba un tlatoani, pero Tenochtitlan fue ganando peso específico entre los aliados y con el paso del tiempo los mexicas fueron ganando poder de decisión, tanto es así que algunos estudiosos aseguran que Tetzcoco y Tlacopán pasaron a estar sometidas de facto a las órdenes del tlatoani de Tenochtitlan. Los mexicas, a la cabeza de la alianza tuvieron la posibilidad de imponer su hegemonía y lo hicieron sobre una gran cantidad de pueblos con culturas diferentes, que se conocían por tlatocáyotl y se organizaban por pequeños reinos o señoríos.

Los tlatoanis eran la autoridad suprema y recibían su designación hereditariamente. A estos les seguían en rango los nobles o calpultin, que a su vez muchos de ellos tenían relaciones de parentesco con los tlatoanis.  El resto de la sociedad mexica estaba compuesta por guerreros, sacerdotes y plebeyos.


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