martes, 8 de noviembre de 2011

Cultura maya ( V )


Economía y comercio

Para los mayas, al igual que para la mayoría de los pueblos mesoamericanos, el motor más importante de su economía era la agricultura y principalmente el cultivo del maíz. Este básico pilar económico de igual manera pudo ser una de las razones fundamentales de su decadencia. Las especulaciones siempre son múltiples cuando se desconoce un motivo seguro que muestre con claridad la caída de una civilización, siempre conjeturas que también pueden ser aciertos.

Lo cierto, es que el sistema de agricultura que utilizaban los mayas da pie a creer que con toda probabilidad fue "pan para hoy y hambre para mañana". Me explico, se le extrajo a la tierra, a la naturaleza, más de lo que se le podía exigir y esto, junto a otros condicionantes, terminó por convertirse en un problema de subsistencia. El sistema de roza y quema, que consiste en derribar los árboles de la selva y quemarlos junto a la maleza, dejaba la tierra preparada para la siembra. Sin embargo, la falta de nutrientes hacía que las producciones fuesen a menos cada año, lo que les obligaba cada cierto periodo de tiempo a abandonar el terreno y trasladarse a otro. Esto ocasionó un gran deterioro en el entorno natural que, probablemente, de haber tenido conocimiento del abono y la rotación de siembras el resultado hubiese sido diferente. Es importante recordar que la selva fue el ecosistema natural en el que los mayas vivieron y obtuvieron su alimento.

Los estudios sobre este tema también han demostrado que el roza y quema, con el riego y las terrazas, se alternaban con otras técnicas de cultivo intensivo, como es el uso de camellones en lugares cercanos a los ríos y que proporcionaban cosechas mucho más abundantes. Además del maíz, el frijol y diversas variedades de calabaza, batata o camote, cacao, algodón y agave eran otros de los cultivos agrícolas que cosechaban. A lo que hay que sumarle la recolección de hierbas comestibles y frutos silvestres de la región como jícama, chayote, zapotáceas, papaya, aguacate y guayaba, entre otros; la caza del jaguar y el venado que les proporcionaba pieles para la elaboración de elementos del vestir como capas y sandalias; las plumas de las aves que significaban un aporte económico en el comercio con otros pueblos de Mesoamérica que apreciaban su belleza ornamental y que no existían en otras regiones como el Altiplano Central en Teotihuacan; y la pesca.

El comercio era otro de los pilares fundamentales en la economía del Área Maya, que si bien proveía grandes productos también estaba limitada en otros. Los p'polom o grandes mercados en las urbes que se desarrollaron durante el Clásico dan fe de la importancia que tenía el apartado comercial. Pero el comercio no sólo se limitaba a los p'polom o tianguis (como se les llamaba en náhuatl). Entre los mayas se abrieron redes, largos y exhaustivos caminos que recorrían los pequeños comerciantes para llevar la mercancía exclusiva de ciertas zonas casa por casa como el jade del Valle de Motagua, la obsidiana de El Chayal e Ixtepeque, las plumas del quetzal de los bosque nubosos, algodón del noroeste, las conchas y el pescado de las costas, la sal del norte y del río Chixoy en Alta Verapaz, el cacao de Tabasco o el pedernal de la zona Puuc.

El arte, como mercancía, habría que colocarlo en un apartado especial. Las piezas artísticas se convirtieron en apreciados objetos entre los nobles y algunas, como la cerámica policromada de Chamá y Nebaj, en el altiplano guatemalteco, consiguieron una distinción importante. La prueba son los lugares tan distantes en los que se han encontrado estas piezas arqueológicas. El gremio de los comerciantes adquirió un prestigio entre la nobleza, por encima de otros grupos, que en ocasiones fueron reclutados como espías al servicio del rey.

Para la manera nuestra de vivir en la actualidad nos resultaría extraño, complicado, desarrollar el comercio sin una moneda, tal y como estamos acostumbrados. El truque era la forma generalizada de intercambio y solo el cacao tenía el valor suficiente para considerarse pieza monetaria. Un ejemplo de su valor, aunque sin precio exacto, podría ser el del conejo, que costaba 10 semillas.

El entramado de las extensas redes de carreteras y caminos hay que destacarlo por su diversidad y complejidad. El método de construcción de las carreteras y caminos se llevaba a cabo mediante un proceso laborioso en cuatro pasos, que comenzaba por podar el camino, alisar la tierra con unas gigantescas moles de piedra, cubrir con arena calcárea para impedir que la maleza lo invadiera de nuevo y por último se cubría con un estuco.

Pero no solo por tierra se marcaban las rutas comerciales, también el transporte marítimo tuvo su importancia. Las primeras embarcaciones estaban pensadas para navegar por agua dulce, pero a partir de diferenciar entre la proa y la popa comenzaron por costear la Península de Yucatán. Fueron los faros los que les ayudaron a controlar las distancias y así salir de la peligrosa barrera coralina. Aquellas embarcaciones llegaron a tener capacidad para cuarenta personas, incluyendo sus mercancías. Se tienen evidencias que arribaron por las costas de Honduras y que incluso llegaron hasta aguas panameñas.

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