martes, 16 de septiembre de 2008

Historia de un retrato


Cuando dos personalidades con carisma coinciden o se encuentran en un punto determinado y relativo espacio tiempo, cualquier detalle que sucede alrededor se impregna de sus energías y toma protagonismo por si solo. Una anécdota ocurrida se transforma en toda una historia relevante con vida propia, con la importancia al mismo nivel que sus protagonistas, es el mismísimo reflejo de sus existencias, sus propias vidas día a día, minuto a minuto, momento a momento.

En este caso es el retrato de Gertrude Stein, pintado por Picasso, el protagonista de la historia. Los dos personajes tienen en común una fama internacional y un reconocido prestigio mundial que no hace falta que recuerde, aunque más adelante detallaré algunos apuntes, datos, sobre sus vidas y sus obras que nos llevarían al momento, desarrollo y finalización de la historia de este cuadro. Una historia conocida y que de no ser por quienes lo protagonizaron no hubiera trascendido más allá de una curiosa anécdota, entre otras cosas porque un retrato pintado no es una fotografía. En la pintura cuenta la manera de ver y mirar del artista, algo que no siempre coincide ni con el punto de vista del retratado u otros ajenos que esperan ver en el lienzo o distinto soporte una imagen híper realista; son muchos factores los que influyen, desde la luz de cada momento hasta los estados de ánimo, de modelo y pintor. Por ese motivo es imposible que el mismo artista realice dos obras idénticas, por mucho empeño que ponga en el intento.

El arte de picasso no tenía antecedentes hasta que él lo creó, su manera de expresarse es original, más allá de cualquier estilo, sus trazos, sus colores, sus formas y la manera como resuelve, todo eso es su talento y aunque su inquietud artística le forzaba a mirar y sacar conclusiones e ideas de cualquier cosa, natural o artificial, las llevaba a su campo y le sacaba un partido único. No hay obra del malagueño universal que a simple vista no se le identifique con él, pinturas, esculturas, cerámicas... Picasso era especial y esa originalidad marcaba cada una de sus creaciones.

Existieron a lo largo de la historia muchos pintores que desarrollaron una técnica exquisita, un dominio del color y del dibujo insuperable, tanto como Picasso. Pero este tuvo unos condicionantes especiales, en primer lugar su talento, su dominio de todas las técnicas conocidas cuando se fue a París, al rededor de los veinte años de edad, la influencia de su padre que era profesor de bellas artes y su enorme capacidad de trabajo. En cierta ocasión le dijeron: " Es que usted tiene mucha inspiración", a lo que respondió: "No más que otros, la diferencia es que siempre que me viene me pilla trabajando". Era un trabajador incansable y hasta su muerte estuvo creando.

Escribir sobre este genio es un disfrute y tengo que andar con cuidado porque acabaría, no solo un artículo al completo sobre Picasso, sino la vida y obra en varios volúmenes. Pero si especial es el personaje de Málaga no menos es la norteamericana de Pensilvania Gertrude Stein, la otra parte implicada en el retrato.

Fue una figura clave en el ambiente artístico y literario de su tiempo. Miembro de una rica familia judía y físicamente no muy agraciada. Quiso traducir el cubismo a la literatura a través de un estilo marcado por la repetición de palabras, aunque también tuvo sus críticos, como Ernest Hermingway, quien le reprochó haber rehuido el esfuerzo de corregir minuciosamente sus escritos y con ello mejorar su calidad literaria. Perteneció al movimiento vanguardista del siglo pasado y autora de la frase traducida al castellano: " Una rosa es una rosa y siempre será una rosa", parte del poema "Sacred Emily" incluido en el volumen "Geography and Plays", que acuñó su propio estilo llamado "Litismo".

Más que sus padres, fue su hermano Leo importante en su vida y en personalidad, a los doce años murió su madre y a los diecisiete su padre, por lo que pronto quedó sola con sus hermanos. Estudió filosofía, psicología y medicina, pero de esta última reprobó algunas materias y las dejó por aburrimiento. En 1996 publicó su primer texto que apareció en el Psychological Review. El texto versa sobre la escritura automática, fenómeno que más de una década después se transformó en el método iniciático de la poética de los vanguardistas europeos.


En 1903 llegó a París y desde el primer momento se hizo coleccionista de arte, quizás influenciada por su hermano Leo, gran entusiasta de la pintura de Cézanne y del arte de vanguardia. No regresaría a Estados Unidos hasta tres décadas después y cada sábado se reunían en su casa los intelectuales para hablar de arte, personas que no sabían hablar inglés, su segundo idioma después del alemán pero que lo adoptó como primero. Es muy probable que permaneciera tanto tiempo en París por la tolerancia relativa cultural a su relación lésbica con Alice Toklas, a quien conoció en 1907. Basta leer The Autobiography of Alice B. Toklas (1933) para conocer las veladas de Stein y su hermano, y luego las de ella y su compañera con Picasso, Braque, Hermingway, Gris, Matisse, Max Jacob, Pound Fitzgerald, etc. Francia se había convertido en su segunda patria y en el lugar idóneo para desarrollar su obra.

En 1906 le pidió al joven pintor malagueño que le pintara un retrato, y tras varios titubeos por parte del retratista comenzó a posar para él. Algunos apuntan que fueron ochenta las ocasiones en las que se prestó a la mirada del artista y otros, los que menos, cuentan que fueron tres meses de sesiones interminables. El retrato lo comenzó en un estilo, vinculado a la época rosa, y cada vez que lo mostraba a otros pintores siempre encontraba una reacción positiva y a todos le gustaba como iba quedando el trabajo. Pero al propio Picasso no le acababa de satisfacer por lo que un día y en uno de sus impulsos pintó de nuevo la cabeza y mandó al traste lo anteriormente trabajado y que tanta aceptación tenía. Cuando lo vio Gertrude y los demás amigos todos coincidieron que no se parecía en nada a la americana de Pensilvania a lo que Picasso respondió: " No os preocupéis, con el tiempo ella se parecerá al cuadro" y no lo volvió a retocar.


Existen varias versiones, desde la que apunta que el cambio que se puede apreciar en este cuadro es por la influencia ejercida por el primitivismo, encontrado en el relieve de las figuras ibéricas que fue a ver en una exposición al Louvre durante el invierno de 1906. El manifiesto sintetismo que encontró en aquellas formas y la plasticidad que poseen las figuras pudo poner la mirada del joven e inquieto pintor en un punto de vista diferente. La acentuada mandíbula y el tratamiento asimétrico del rostro o las grandes orejas de Gertrude bien pudieran venir de las figuras Íberas. En cambio, la otra versión que circula atribuye esta influencia repentina a una exposición de mascaras africanas que también vio por aquellos días.

Lo cierto es que tanto una como la otra marcaron un nuevo rumbo no solo en la obra pictórica de Picasso sino el la vanguardia del arte en general, y a Gertrude la dejó con la incertidumbre de saber si con el tiempo realmente se parecería ella al retrato como vaticinó el maestro universal malagueño.



Texto perteneciente al libro: Miradas Impacientes I
Autor y propietario de todos los derechos legales: Antonio Torres Rodríguez.

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