domingo, 5 de julio de 2009

Girasoles desorientados


En ocasiones, en las que escribo sobre un tema o personajes que me apasionan, me invade la sensación de que todo lo que cuente está de más, que lo que escribo ya se contó por activa y por pasiva miles de veces, como si lo redactado ya se supiera y volverlo a contar fuera cansino y repetitivo. Es el motivo principal por lo que en muchas ocasiones rodeo al personaje y a sus circunstancias, tratando de evitarlos, son tan universales que casi me resulta ridículo volver a contar lo que ya hicieron muchos otros antes e infinidad de veces, aunque lo contaran de diferente manera. Sin embargo, se presenta como si fuera una obligación contar lo que se conoce al respecto, de figuras tan ilustres, para que nunca caigan en el olvido los episodios vividos, aunque parezca mentira que esta circunstancia pudiera ocurrir al estar tan difundidos y reconocidos. De todas maneras siempre queda el regocijo de saber que, como a mí, siempre existirán admiradores que al leer encuentren un detalle, una anécdota sobre sus vidas, que les enriquezca el conocimiento que se tiene respecto a estos personajes universales. Desde luego que no existe otro campo como el de las artes que contenga y aglutine tantos personajes carismaticos, y me atrevería a decir que pocos son los pintores que no desprenden más interés por sus vidas que por sus propias obras, no se concibe un pintor famoso o reconocido sin una vida desarrollada fuera de los causes "normales" de convivencia. Decir pintor es decir sinónimo de raro, excéntrico, paranoico, rebelde... o como poco incomprendido.

Pero si este gremio, el de los artistas plásticos, es especial por sus características personales, por encima de todas estas listas de nombres sobresale el de Vincent Van Gogh, ningún otro de ninguna otra época causa tanta admiración, nunca otro desprendió o proyectó tanta curiosidad, no así por su obra como por su vida. No obstante, como ya dije en otras ocasiones, es imprescindible conocer al creador para entender su obra, es por eso que cuanto más nos familiarizamos con el personaje en cuestión más fácil nos resulta entender su trabajo y más cercano nos parece. Todo lo que muestra un cuadro es la propia personalidad de su creador, sus pinceladas, el color, el motivo... hasta la textura o cantidad de pintura empleada en el desarrollo de la obra dice del carácter y manera de ser, de sus inquietudes, de sus deseos, temores, anhelos, y si me apuran podrán encontrar entre sus pinceladas el estado anímico en el que se encontraba aquella tarde, o mañana, escogida para plasmar lo que tantos ojos y generaciones admiraron o admirarán colgado de una pared. La obra de Van Gogh es tan honesta, tan clara, que cuando se mira algunas de sus obras nos sobrecoge, transmite ternura, frescura, alegría, pero también inquietudes, mucha indecisión y una alocada o agitada personalidad, y fatal inseguridad, que lo llevó a los anaqueles de los elegidos sin proponérselo...¿o quizás sí? Habría que analizar si su empecinamiento en llamar la atención no era producto de su necesidad de gloria, no precisamente por su ego si no por generosidad hacia su hermano Theo, cuatro años menor que él, el principal responsable de que hoy podamos disfrutar de su obra, cerca de 9oo pinturas y 1600 dibujos en menos de 10 años, 27 de ellos autoretratos y 148 acuarelas.

Mi amiga Eva Cano me regaló un libro hace algunos años, "Cartas a Theo", que guardo como oro en paño. Éramos vecinos de taller hace algunos años en la Plaza de la Corredera, en Córdoba, y fueron muchas las horas que departíamos hablando de pintura, de arte en general, de creadores, de estilos, de técnicas. Había recién terminado Bellas Artes en Sevilla, y comenzaba a desarrollar todos los conocimientos durante años de aprendizaje, que no eran pocos; yo, en cambio, ya llevaba algunos años dedicándome a la pintura desde mi pasión autodidacta y tengo que reconocer lo mucho que aprendí de ella en técnicas y nuevos conceptos pictóricos. Su pintura tenía un cierto parentesco con Van Gogh, en su informal manera de desarrollarla, pero nada tenía en común con la personalidad del "loco del pelo rojo", era su admiración, la atracción que sentía hacia su obra Postimpresionista o Neoimpresionista. De las casi 800 cartas que Vincent le escribió a su hermano Theo se editó este libro que recoge parte de esas misivas, donde se puede apreciar la personalidad del genial pintor. Hace algunos años que lo leí y, aunque mi memoria no es un arma infalible, me quedo más con las sensaciones transmitidas que con los detalles que recogen sus páginas. Leyéndolo aprendí a entender su trabajo, a admirarlo, a apreciarlo como persona. Lo que en un principio pudiera aparentar ser un tipo problemático, casi peligroso y en cierto modo demente, en sus cartas se descubre a un ser sentimental, cariñoso y tremendamente humano.

Vincent Willen van Gogh era el mayor de seis hermanos y nació en GrootZundert, Holanda, el 30 de marzo de 1853. Hijo de un humilde pastor protestante, Theodorus, y Anna, perteneciente a una importante familia de encuadernadores. No fue buen estudiante y acudía a la escuela de manera discontinua e irregular, allí fue donde se aficionó a la pintura antes de abandonarla a los 15 años. Sus maestros parece que no acertaron en sus predicciones, algunos le dijeron que nunca llegaría a ser un buen pintor profesional porque, pese a su afición a los dibujos, no sabía pintar, pero por suerte sus pronósticos cayeron en saco roto y gracias a su tesón por superarse les quitó la razón. Con 16 años comenzó a trabajar en La Haya, en la galería Goupil & Co. y que más tarde pasaría a llamarse Boussod & Valadon, que fundó su tío. Vicent comienza interesarse por los paisajes de la escuela de La Haya. En 1873 se traslada a Londres a la sucursal de la misma compañía hasta 1875, fecha en la que cambia de ciudad y de país, no así de compañía, pero en París no fue duradera la estancia, su inadaptación al negocio y la interposición de sus gustos sobre las ventas ocasionó su despido y en 1876 regresó a Londres, donde su hermano Theo trabajaba en la misma galería y sucursal que él trabajó anteriormente, desde 1873. En esos dos años en Inglaterra quiso hacerse teólogo entusiasmado por la Biblia y decidió estudiar en la Universidad de Leiden. Su deseo en demostrar su profunda creencia en la religión cristiana le lleva a solicitar el envío de misionero en varias compañías, pero su desconocimiento del latín y del griego fue el principal motivo para su rechazo. Sin embargo, fue tan profundo el fervor que demostraba que encontró apoyo en su padre, que consiguió que lo enviaran como misionero a las minas de Borinage, en Bélgica, durante seis meses de prueba. En aquellos casi tres años que ejerció de misionero dio a los mineros todo lo que tenía, ropa, dinero, comida... rechazó todas sus pertenencias para vivir como sus fieles. Pero, debido a la abstracción por la religión, los mineros comenzaron a temerle, decía que para soportar tantas desgracias estaba obligado a creer en dios. También en ese tiempo comienza a pintar sus primeros cuadros.

Aún así, su vocación religiosa comenzó a mitigar y a florecer con más fuerza la pintura. Primero en Bruselas, donde comienza sus estudios de anatomía y perspectiva, y después en la Haya, donde convive con una prostituta madre de un hijo llamada Sien Hoornik. En esa época comienza a pintar como su admirada escuela de La Haya y en sus lienzos empiezan a florecer paisajes de tonos oscuros, la relación con Sien se agota y decide irse a vivir a la casa paterna, en Nuenen. En esos dos años Vincent pinta a los campesinos en sus labores y algunas naturalezas muertas, pero no olvida sus paisajes. Muere su padre y sufre un duro golpe y al poco tiempo pinta lo que se considera su primera gran obra, "Los Comedores de Patatas", un lienzo que da comienzo a la llamada pintura realista, la que muestra la miseria en la que viven los campesinos. En 1885 es Rubens el que consigue atraer su admiración por los retablos de la catedral de Amberes y un año más tarde se muda a París, para vivir junto a su hermano Theo, para continuar aprendiendo en sus aspiraciones artísticas y entra en contacto con los impresionistas, lo que produce en Vincent una paleta de colores más luminosa. Gracias a los contactos profesionales de Theo empieza a codearse con los artistas de la época, Émile Bernard, Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin, Seurat, Signac, Guillaumin, Pissarro, Cézanne...

En 1888 llegó a Arles, al sur de Francia, y sus primeros personajes que pinta son al cartero y a su familia, su mujer y sus tres hijos. En Arles alquila una casa donde tiene intención de crear un taller de artistas, la llamada casa amarilla, su color favorito, quizás por ese motivo la alquiló; cuentan que le atraía tanto el color amarillo que en sus últimos días llegó a comer pintura de dicho color. Vincent sentía admiración por Gauguin y este por Van Gogh, fue el motivo por el que el francés aceptó la invitación para irse a vivir a la casa amarilla, a petición de Theo y proposición de Vincent. Pasaron una temporada juntos y pintaban y discutían de arte, pero los trastornos mentales de Van Gogh, sus caracteres y el alcohol propició un empeoramiento en la relación. Un episodio muy conocido del loco del pelo rojo es aquél en que se corta la oreja, según los biógrafos aquel día tuvieron una fuerte discusión hasta el punto de que Vincent amenazó con una navaja de afeitar a Gauguin, arrepentido llegó a la casa amarilla y se cortó el lóbulo de la oreja izquierda y se lo llevó a Rachel, una prostituta de su burdel favorito, para que se lo diera a Gauguin en señal de arrepentimiento. Regresó a la casa amarilla y allí se desmayó, alertada la policía lo envió al hospital de Arles, al tiempo que Gauguin abandonó la casa amarilla y nunca más volvieron a tener contacto, exceptuando unas cartas posteriores. Hay otra versión que apunta que en realidad la pérdida del lóbulo fue debido a una disputa entre los dos y que fue Gauguin el que le produjo la herida, pero la versión oficial, ofrecida por Gauguin a la policía es la que se tiene por valida. No obstante, en un estudio forense practicado a Van Gogh en una reciente exhumación indica que la herida no pudo deberse a una automutilación, lo que echa más leña al fuego de la intriga.

Gauguin le envió un telegrama a Theo y fue a visitar a su hermano a Arles, donde se recuperaba, cuando lo hizo y volvió a la casa amarilla encontró sus cuadros cubiertos de moho y rasgados y continuó asistiendo al hospital para las curas de la herida. Al año siguiente Vincent sufrió una alucinación en la que creía que lo estaban envenenando y esta crisis le hizo ingresar 10 días más en el hospital, para más tarde regresar a su casa. Pero algunos días después los vecinos solicitaron a la policía que se lo llevaran de nuevo al hospital y esta vez fueron 6 semanas lo que allí permaneció. Finalmente fue él el que decidió internarse en un manicomio, en un ex monasterio a 30 kilómetros de Arles, al tiempo que su hermano se casaba con Johanna Bonger en Ámsterdam. Los últimos años de Van Gogh estuvieron marcados por sus constantes problemas mentales, problemas que lo llevaron, a petición propia a ser internado en sanatorios mentales, entre ellos el manicomio de Saint-Rémy, donde se le habilitó una habitación para que siguiera pintando, donde emprendió una frenética carrera artística inspirado en Rembrandt. En 1890, un doctor amigo de Theo, y coleccionista de arte, Paul Gachet, le invita a distintas consultas, pero la economía de Vincent no existe, y le ofrece pagarle a cambio de un retrato. Sobre este retrato sí existe una anécdota que no sé que de verídica tiene, pero cuentan que el cuadro se lo llevó el doctor a su madre, una anciana mujer, y cuando fue a visitarla en la siguiente ocasión le preguntó por el cuadro que no veía por la casa, le preguntó por su paradero y la madre le dijo que le había encontrado un lugar en el corral y, sorprendido, cuando fue a buscarlo lo encontró en el gallinero cubriendo un agujero para que no escaparan las gallinas.

Durante los últimos treinta meses de vida pintó al rededor de 500 obras y en sus últimos 69 días fueron 79 los cuadros que firmó. Su hermano Theo era el que lo sostenía económicamente, al que decía que se estaban vendiendo bien sus cuadros, tratando de animarle, hasta que un día, en una visita que le hizo a su casa, escuchó una conversación con su mujer, su cuñada, en la que discutían por su mala situación económica y laboral. Su cuñada le reprocha a su hermano que no le ayude más a Vincent, que no puede comprarle todos los cuadros y sin poder venderlos. Los cuadros de Vincent no se vendían pero su hermano lo tenía engañado. Pasados los días, durante la noche del 27 de julio de 1890, Van Gogh caminó hacia un campo y se pegó un tiro en el pecho, a pesar de la herida se arrastró hacia la posada Ravoux, donde se hospedaba, y murió dos días después a los 37 años, en brazos de su hermano Theo, con el que pasó los dos últimos días fumando en pipa y conversando. Mi amiga Eva me contaba que, en el museo Van Gogh, en Ámsterdam, le dijeron que cuando murió Vincent, su cuñada, que nunca mostró simpatía por él, le dijo a Theo que era el momento de vender los cuadros, cuando comenzaron a interesarse por ellos los coleccionistas, pero Theo se negó en rotundo, pese a su mala situación económica, decía que los cuadros de su hermano eran lo único que tenía, que eran su vida. Theo murió seis meses después que Vincent, su mala salud y el suicidio de su hermano le provocaron un colapso mental que lo llevaron a la sepultura, la que se encuentra junto a la de su hermano en el cementerio de Auvers-sur-Oise. Paradójicamente la cuñada fue la heredera de toda la obra de Vincent Van Gogh.









http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

3 comentarios:

  1. Maestro!estoy muyaburrida por estar encerrada por mi neumonia,entonces,como me retan,si escribo-esntre nos escribo-me lei sin prisas y sin pausas este hermoso,maravilloso relato!
    un abrazo
    argentino...quien puede ser sino
    lidia

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  2. hola maetro a eso me referia,cuando salio "banderas"tal vez fui demasiado sutil,porque hiere uceptibilidades aun el tema de la guerra infame,en malvinas,en la dictadura militar del 82,agradezco tu apoyo permanente y si a vos te parece que seria bueno...veo como se publica...
    me duele un momton mi cerebro...o sea me duele mucho la cabeza...te dejo un abrazo enorme
    lidiaaaaaaaaa-la perfeccionista sabia no?me odian o me quieren olo por eso
    lidia

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  3. estuve por el blog que me dijite babuk.com,e intereante,muy intereante,lo que no se e como elegir lo que querria que se publicara...escribo desde los 9 años,y de ahi en adelante,hay etilos de mi adolescencia,juventud y de ahora-no digo madurez porque nadie madura hasta su muerte,eso dicen-y e complica el cerebro...el tiempo no porque por un me estoy encerrada por la nuemonitis,bendita,viral,que esta mejorando,pero puedo contagiarme alguna otra peste por ahi...vde retro satan!
    perdon lo que escribi arriba,es un lio incomprensible...me dolia muchisimo la cabeza!y me jode no me deja pensar
    un abrazo ,camarada,lidia

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