martes, 28 de julio de 2009

Un lugar de la mejor novela del mundo

Hace algunos años visitó por primera vez España el actor estadounidense Danny Devito, fue en pleno verano, con un calor insoportable, y la capital española "patas arriba", con todos los pavimentos de las calles levantados, en obras. No recuerdo con precisión si fue por motivos laborales o simplemente turísticos. De todas maneras un personaje de su "talla" no pasaría desapercibido por ningún rincón del mundo. Resultó inevitable la entrevista, digamos que necesaria, la promoción de sus trabajos es una constante y tampoco evitó el protagonismo ante los micrófonos y flashes con el buen humor que le caracteriza y del que siempre hace gala.

No recuerdo con exactitud cuáles fueron las palabras en concreto pero, a la pregunta que le hicieron referente a Madrid, a la impresión que le había causado, dijo que era una ciudad muy bonita y que le había encantado y que esperaba que los madrileños encontraran pronto el tesoro que andaban buscando.

Es de lógica pensar que son estos los más propicios para las obras municipales, los meses del estío, las ciudades se regeneran y las acometidas de restauración se llevan acabo en los meses que menos inconvenientes y problemas causan a los ciudadanos. En una ciudad como Córdoba, en la que parece desierta en determinadas horas y días veraniegos, por el éxodo vacacional, uno se pregunta al ver una obra en cada esquina, si aprovecharon las fechas estivales para las acometidas ante la poca afluencia de público, o fue al contrario, si los ciudadanos salieron huyendo despavoridos ante la invasión de vallas y carteles de "Cortado el paso" o "disculpen las molestias, estamos en obras".

A escasos cien metros de donde vivo hay una obra emblemática, lo digo en el doble sentido, en lo que se acomete y por el tiempo que lleva en destrucción, como dice un buen amigo, que no debería de llamarse construcción, sino lo contrario, por cómo lo dejan todo para cualquier insignificancia. Aquí no se podría pensar que la búsqueda del tesoro pronto tendrá que dar sus frutos, el tesoro está al aire libre, a la vista de cuantos deciden visitar estos lugares Patrimonio de la Humanidad. La Plaza del Potro es una pura obra en todo su conjunto, está manga por hombro, desde las grandes piedras de granito que cubren el suelo hasta la Posada del Potro al completo.

Uno se termina por acostumbrar a caminar por entre vallas, herramientas de los operarios y las máquinas taladradoras que nos dejan atolondrados cada vez que se nos ocurre atravesar la plaza, motivo por el que algún obrero del lugar parece más un DJ de moda con sus cascos en las orejas que lo que realmente son. Sin embargo, todo este insufrible inconveniente de a diario quedará en el olvido cuando una mañana otoñal nos levantemos y descubramos que valió la pena tanta destrucción y tanta molestia.

El singular edificio de la posada pasará a convertirse en un Museo del Flamenco, frente a los ya existentes de Bellas Artes de Córdoba y el de Julio Romero de Torres, pero el propio enclave es un hermoso museo que recoge parte importante de la historia cordobesa, que en otro tiempo fue el centro de negocios de la ciudad, desde los tiempos inmediatamente posteriores a la conquista. La importancia de la posada se puede adivinar en aquellos días en los que Córdoba era paso obligado a Sevilla, desde la villa recién convertida en capital del reino al puerto más importante del Sur. Al igual que también es fácil de adivinar e imaginar por cuál de estas calles jugaba de niño el autor de la mejor novela del mundo. Muchos pensarán al leer estas líneas que tanto ruido de taladradoras me trastornó y me volvió majareta, pero, aunque quizás lleven algo de razón en la apreciación, no es ningún desvarío pensar que Miguel de Cervantes Saavedra fue otro insigne cordobés a sumar en la lista interminable que esta ciudad dio al mundo.

Siempre se le atribuyó a Alcalá de Henares el honor de ser la cuna del Príncipe de los ingenios de España, aunque siempre fue suposición, nada existe que así lo asegure, sin embargo, son muchas las voces que a lo largo del tiempo sitúan en Córdoba el lugar de nacimiento del genio de las letras españolas, desde luego que ejemplos y datos son los que menos faltan, para creer que así podría haber sido.

Primero habría que comenzar por el mismísimo Quijote, o por la mismísima Posada del Potro, en donde seguramente pernoctó en más de una ocasión el autor del segundo libro más traducido de la historia, después de la Biblia. No son pocos los referentes cordobeses encontrados en El Quijote y la ciudad lo recuerda con dos mosaicos en azulejos, en la Puerta Osario, donde se puede leer escuetamente que ese lugar es mencionado por Cervantes en El Quijote, y en la Plaza del Potro, donde no duda en afirmar que Córdoba fue citada en la mejor novela del mundo y el abolengo cordobés que le venía al escritor por parte de su padre. Y aunque son más los referentes sobre Córdoba que los recordados por los azulejos, no se quedan atrás cuando se lee la obra universal, la posada es citada varias veces en la novela, en el capítulo III menciona la posada entre las que un ventero había pasado por los años de su juventud, al igual que en el capítulo XVII y en parecida situación.

Tampoco se puede pasar por alto la referencia que hace al Gran Capitán cuando habla de una serie de libros valiosos "renombre famoso y claro y dél solo merecido". De la misma manera que en el "donoso escrutinio", en el capítulo VI, en la criba que llevan acabo con la biblioteca del Quijote el cura y el barbero, donde se menciona un libro del cordobés Juan Rufo, "La Austriada", junto a otros dos de distintos autores, y del que afirma el sacerdote: "Todos estos libros son los mejores que en verso heroico en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España".

La supuesta biografía de Cervantes, siempre en un tira y afloja para hacerse con la universalidad del autor, se deduce más por sus obras que por los documentos que lo atesoren y lo que nos queda es lo que los historiadores e investigadores nos quieren o sugieren dejarnos para nuestro regocijo y disfrute. Por ejemplo Dámaso Alonso, investigador de los siglos de oro de la literatura española, afirma que los Cervantes estuvieron establecidos en Córdoba durante el siglo XV y que, con posterioridad a esta época, el licenciado Juan de Cervantes, abuelo del escritor, tras desempeñar algunos cargos por diversas ciudades, vivió durante algún tiempo en Alcalá de Henares, donde al partir él hacia otros destinos, quedaron esposa y varios hijos. De este hecho y de la opinión constante de investigadores se llegó a la deducción de que Cervantes nació en Alcalá.

No obstante, y aunque se conoce muy poco de sus años de juventud, por sus obras, se cree que estudió en los jesuitas de Córdoba, y Sevilla, y probablemente también en la Universidad de Salamanca. Algunos de los libros existentes sobre Miguel de Cervantes en Córdoba son: Astrana Marín, Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes; Gonzáles Auriloes, Cervantes en Córdoba; Rodríguez Marín, Cervantes y la ciudad de Córdoba y El Andalucismo y el cordobesismo de Miguel de Cervantes. Y aunque también los hubo, los investigadores que sostuvieron que Cervantes no nació en Córdoba, para otros el autor del Quijote sí nació en la ciudad de los califas (Sevilla, Real Academia Sevillana de Buenas Letras, 1914, pág. 78. Discurso); A. Adamuz Montilla, ¿Córdoba, patria de Cervantes? Y Rafael Castejón y Martínez de Arizala.

Y por último, unos datos y aportación por parte del académico Muñoz Vázquez, en la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Nobles Letras de Córdoba, en 1996, donde aseveró que Cervantes nació en Córdoba. Miguel Muñoz Vázquez explicó los cambios de fecha que realizó el autor del Quijote para librarse de una condena de prisión. Según el académico, el escritor y su padre, Rodrigo de Cervantes, hicieron una declaración en 1580 para evitar la prisión, por una condena impuesta después de participar en la batalla de Lepanto. Las deducciones sacadas de los documentos que Muñoz Vázquez posee son que Rodrigo Cervantes aseguraba que su hijo tenía 31 años cuando redactó la declaración, mientras que en realidad eran 32 los que tenía. Esto sugiere que el escritor pudo haber nacido en 1549 o 1548, años en los que sus padres vivían en Córdoba.

La biografía oficial apunta que fue bautizado el 9 de octubre de 1547 y se presume que nació en septiembre, el 29, fiesta de San Miguel, ya que era frecuente por entonces dar el nombre del santo del día del nacimiento. Vázquez subrayó que el documento bautismal es falso, ya que no pudo bautizarse al autor ese año, el académico resaltó que Miguel de Cervantes aseguraba que nació en 1548 y su padre que lo hizo en 1549. También aseveró que su nombre lo tomó de la iglesia de San Miguel de Córdoba, a la que perteneció la feligresía del barrio de Las Azonaicas de Córdoba, donde vivieron los padres de Miguel de Cervantes. Además, y de la misma manera, sustentó que Miguel de Cervantes, por su mala administración y su afición al juego de naipes, ingresó en prisión en la localidad cordobesa de Castro del Río cuando contaba 32 0 33 años, donde empezó a escribir el primer capítulo de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.


Publicado por Ediciones Alféizar

3 comentarios:

  1. hola amigo...hermoo relato...te comento al pasar,en alcala de henares hay una ecritora que se llama igual a mi...
    un abrazote
    gracias
    lidia

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  2. PUE OLE! ASI QUE OTRO BLOG VA A SORPRENDER A MIS OJOS,Y A LA DE TODOS!
    CONGRATULACIONE,MAESTRO
    UN ABRAZO LIDIA-la escriba perenne

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