miércoles, 29 de abril de 2009

Tecun Uman y el lienzo de Quauhquechollan



Todo tiene su parte positiva y negativa, y no precisamente porque todo vaya equipado con los dos polos, no, las cosas son como son y no tienen vuelta de hoja, pero dependiendo de como nos interesa lo catalogamos a favor o en contra. Así que la misma cosa para unos es ventajosa y para otros una desventaja. Sin embargo, las tornas pueden cambiar y lo que ayer era rechazado hoy lo es aceptado, y viceversa. Este razonamiento bien podría mostrarme como inseguro, o en términos coloquiales un tanto veleta, pero la realidad es que todo cambia, evoluciona, y al hacerlo también las influencias se muestran de manera diferente. Por eso nada es maligno ni benigno, es de la manera que nos afecte en ese preciso momento. Uno pudiera pensar que lo que es negativo para una inmensa mayoría debería de etiquetarse como tal para todos, pero eso sería discriminar a la minoría que lo entiende diferente y entonces, nosotros, que nos creemos inocuos, pasaríamos a ser dañinos solamente por esa decisión, con la que hemos cambiado la percepción de los otros; esto queda en que somos positivos y negativos al mismo tiempo, pero sólo somos de una manera, es nuestra influencia la que nos sitúa en diferente plato de la balanza.

Esto es lo que sucede cuando se trata de situar a las nuevas tecnologías, para la mayoría los adelantos tecnológicos son precisamente eso, adelantos, no es retroceder, para nadie. Otra cosa es lo que puede suponer para algunos que, lejos de aceptar que son beneficiosos para la humanidad, ven en ellos un problema para sus intereses, que están anclados en otro tiempo y al ir evolucionando dejan de tener sentido. Mi punto de vista está siempre a favor del progreso, aunque no necesariamente signifique una ventaja para la humanidad, esto acarrea muchas desventajas, más bien por la manera poco sostenible de desarrollarlo que por su propio contenido. No obstante, y a estas alturas, cada paso que damos ya no se sabe si debemos contarlo como adelanto o como retroceso, como un camino sin retorno. Cada paso que damos nos supone un precio más elevado y, sin darnos cuenta, cuando miramos hacia atrás vemos que nos apartamos con nuestras decisiones continuas del contexto escenario natural del ser humano, para trasladarnos a otro espacio sintético, cibernético, en el que solo tenemos cabida virtual, es decir, irreal; jamás podremos abandonar nuestro espacio natural, podremos compartirlo, como anfibio, pero nunca olvidarnos de nuestro hábitat primario.

Como ejemplo mi propia experiencia; no podría vivir sin este trasto cibernético, ya no me imagino un mundo sin Internet y sin tener que pasar precisamente antes por las cavernas. Pero para muchos significa todo lo contrario, lo que para mí es el acortamiento o aniquilación de las distancias, de la transformación relativa del espacio-tiempo, de eliminar barreras, de formar parte de una identidad global, de la superación en las diferencias, de la posibilidad de disfrutar de cada una de las identidades, de tener a un golpe de ratón los sitios más recónditos, para otros simboliza y significa la destrucción de las identidades, la contaminación de las culturas al abrir las ventanas, la absorción de las costumbres de una pequeña comunidad por la devoradora globalización; son distintos intereses que nos hace valorar de distinta manera al progreso de las comunicaciones. De cualquier forma, esto tiene poco de ambigüedad, solo una cualidad primordial, la de acercarnos por medio de la comunicación, no se puede pretender defender los nacionalismos a ultranza y estar a favor de la globalización cultural, sería nadar a contracorriente.

Hace algunas semanas, paseando y curioseando por entre blogs latinoamericanos, di con un sitio interesante, entretenido. Se festejaba la Semana Santa y aunque todos los pueblos católicos lo hacemos de manera parecida, por las procesiones y la puesta en escena, también cada uno conserva su idiosincrasia, sus costumbres, su manera de entenderla, su gastronomía tradicional en esos días... fue aquí donde me llamó la atención una receta gastronómica que desconocía. El Dulce de garbanzos me atrapó y no pude reprimir mi curiosidad, el blog era el de Luis Figueroa, Carpe Diem, y les aseguro que sus artículos son mucho más interesantes y variados que el de la susodicha receta de garbanzos. Le envié un comentario pidiéndole la receta, a lo que accedió atentamente con un enlace chapín gastronómico, y después de realizarla en mi cocina y de comprobar lo sabrosos que quedaron las legumbres con azúcar de caña, canela y clavo, le volví a enviar otro comentario al respecto haciéndoselo saber. Su respuesta la comentó en mi blog, en el texto referente a los Taino de Puerto Rico y lo hizo con una recomendación, la de un tema relacionado con la Conquista de Guatemala, el lienzo de la conquista de Quauhquechollan.

El tema de este lienzo pictórico es verdaderamente apasionante, tan importante para la historia de Guatemala que ha tumbado por tierra la versión oficial de la conquista del país centroamericano. Las revelaciones de la investigadora holandesa Florine Asselbergs sobre la tela del siglo XVI, considerada además el primer mapa de Guatemala, nos ha dejado boquiabiertos a la mayoría con sus revelaciones.

Cuando comenzó a escudriñar en el viejo lienzo olvidado en un museo de Puebla, México, no sabía de lo que se trataba realmente, pensaba que estaba relacionado con la conquista del país azteca, pero según avanzaba en la investigación se fue dando cuenta de que los territorios se parecían más a los del país vecino del sur que al propio México. La conclusión de las investigaciones ha puesto en evidencia a la versión oficialista que reconoce a Pedro de Alvarado como conquistador de los territorios guatemaltecos, Asselbergs establece que fue su hermano Jorge el que llevó acabo la conquista. Para desvelar los resultados que han dado de sí las investigaciones sobre el lienzo, la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala, ha abierto al público una exposición, Quauhquechollan: el lienzo de la Conquista, que se me antoja interesantísima.

El autor del lienzo, de dimensiones murales, fue un indígena quauhquecholteca, entre los años 1526 y 1527, en él cuenta cómo se efectuó una segunda alianza entre los españoles y el señorío de Quauhquechollan para someter a los territorios, a los reinos, que hoy se conocen por Guatemala, El Salvador y Honduras, después de la primera, en la que se alió con Hernán Cortés en 1520, para liberarse de los aztecas y del yugo al que los tenían sometidos a los quauhquecholtecas. La narración del relato en el lienzo comienza con el pictograma del águila bicéfala y los escudos de las cuatro casas principales de Quauhquechollan, como símbolo de la alianza.

Al echar por tierra la teoría oficialista y cambiar de protagonista principal en la conquista de Guatemala, Jorge por su hermano Pedro de Alvarado, de igual modo los héroes nacionales también se resquebrajan, especialmente Tecun Uman, que fue declarado como Héroe Nacional y símbolo de defensa de la nacionalidad guatemalteca por el Congreso de la República mediante decreto en 1960.

Según cuenta la historia de los caqchiqueles, Tecun Uman fue derrotado en combate cuerpo a cuerpo por Pedro de Alvarado, el 20 de febrero de 1524; fue un cruenta batalla contra los españoles en las llanuras del Pinar, en el valle de Olintepeque. Cuentan que Tecun Uman luchó protegido por su nahual, el quetzal, y que éste acaudillaba un ejército de guerreros qiche. En el lugar de la batalla buscaba a su gran rival español y cuando lo encontró Tecun Uman se transformó en águila vestida con plumas de quetzal, subió al cielo para atacar a Pedro de Alvarado y en el primer choque le cortó la cabeza al caballo, pensando que el hombre y el animal eran uno sólo. Viendo que el español no murió en aquel choque lo intentó de nuevo, pero en éste Alvarado tenía preparada su lanza, se la clavó y murió. Rápidamente llegaron los perros de guerra de los españoles para desgarrar el cuerpo pero el adelantado los detuvo con unas palabras, dijo que Tecun Uman era un guerrero tan valiente y audaz que merecía ser enterrado con todo respeto.

Ahora las revelaciones del lienzo destrozan el misticismo y la leyenda del capitán qiche, claro que siempre nos queda la posibilidad de que el cambio de capitán español no afecte en lo más mínimo al héroe, que es de lo poco y bueno que nos quedó después de tanta destrucción cultural.

sábado, 25 de abril de 2009

Protesta, llanto, dolor, ira y ternura

Cuando en 1982 vi por primera vez aparecer en la pantalla del cine Chimisay del Puerto de la Cruz, Tenerife, Islas Canarias, a E.T., el archiconocido y entrañable personaje de ficción del cineasta Steven Spielberg, me pareció de todo menos extraño, tenía algo aquel extraterrestre que me resultaba familiar. Bueno, cualquiera que esté leyendo estas primeras palabras del escrito pensará que vaya familia tan poco agraciada la que tengo, pero no se trata de rasgos físicos familiares, si no más bien la sensación de que ese personaje ya lo había visto antes, que no era nuevo para mí; pero no solo en apariencia física, de igual modo su ternura me resultaba cercana. Sin embargo, no fue hasta pasado el tiempo, algunos años, cuando descubrí de donde me venía aquella sensación. Sucedió por casualidad y mirando un cuadro, una pintura de Oswaldo Guayasamin, entonces me pareció que tenía un cierto parecido con la creación de Carlo Rambaldi para la cinta nominada en nueve categorías y que consiguió 4 de las estatuillas de la academia de Hollywood, entre ellas a la de mejores efectos visuales. Sin duda fue la fuente de inspiración para crear al extraterrestre del dedo iluminado

Poco tiempo más tarde afloró en mí la pasión por el arte pictórico, por la pintura artística, que me llevó a vivir de esta ocupación durante algunos años de mi vida, y aquel curioso parecido hizo que me interesara por la obra de su autor, el ecuatoriano Oswaldo Guayasamin. Al principio me costaba recordar su nombre, no así su pintura, porque si algo tiene de especial, que son muchos puntos, es que no recuerda a ningún artista; los cuadros de Guayasamin se distinguen por todo, por sus motivos o temática, composiciones, expresiones, trazos, colores... ni siquiera plagiándolo un buen imitador nos confundiríamos, al menos los que valoramos su legado artístico, es imposible captar todo lo que derrocha en sentimiento cualquiera de los miles de cuadros que pintó. La obra de este genio de la pintura, uno de los grandes con mayúscula y no solo de la América latina si no de la historia del arte contemporáneo en todo el mundo, no necesita de firma, no es necesario acercarse para comprobar su rubrica plasmada entre sus trazos sueltos y rotundos, impactantes y viscerales, pero a la vez dinámicos y armoniosos, expresivos, no esconden su sencillez, quizás porque es la necesaria fusión con el mensaje que emerge de sus telas, lo más profundo del sentimiento humano, de su raza, el dolor, el llanto, la ira y la ternura de los indígenas americanos.

La providencia, la diosa fortuna, ha tenido en gracia concederme la oportunidad de situarme en varias ocasiones ante algunas obras del genial ecuatoriano y los sentimientos que han provocado en mí nunca han sido indiferentes, algunas de sus obras me han atrapado de tal manera que he sentido la necesidad de abrazar el lienzo, con toda el alma, con toda la ternura; no obstante no llegué a perder la cabeza y no me dejé llevar por lo que el corazón me reclamaba. Pero la sensibilidad de sus figuras se transforma en una campanilla que despiertan los sentidos, para hacernos más humanos, para sacar lo que dejamos aparcado en un rincón del corazón y que solo a veces afloramos para identificarnos con los mejores sentimientos. Los cuadros de Guayasamin nos recuerda el dolor de un pueblo, de un continente, que pocas veces sonríe, que llora, grita, con la voz y con las manos, que representan un extenso y expresivo catalogo de los sentimientos del ser humano. Sus cuadros no son un mero objeto decorativo para las paredes de familias bien, sus pinturas no relajan las conciencias, al contrario, o nos hacen sentirnos culpables o comprometidos con su causa, la de la liberación de los pueblos indígenas, la de su dignidad y la de los mejores y más puros argumentos de la humanidad, el amor, la ternura.

Mi primer encuentro con su obra fue en mi ciudad, en Córdoba, y lo más curioso fue que no se trataba de algunos cuadros sueltos entre una exposición mixta con otros artistas, no. La exposición tuvo lugar en la Sala Museística de Cajasur y la componían cerca de una centena, impresionante, no me reprimí y fueron varias veces las que repetí mi visita a tal acontecimiento único. Tanto contenido puede revertirse en un riesgo y volverse cansado, provocando que muchas obras pasen desapercibidas y otras confundidas, pero no, ni me confundí ni me aburrí. La segunda ocasión en poder admirar varios cuadros más de Oswaldo Guayasamin fue también en mi ciudad, en la sala de exposiciones de La Casa Carbonell (Vincorsa), esta vez sus trabajos se acompañaban de otros, entre los que figuraban picassos, dalis y otros de reconocimiento mundial.

Después significó una agradable sorpresa cuando en octubre del 2007 visitaba el mercado de artesanía de la ciudad de Masaya, en Nicaragua; pretendía comprar algunos regalos y otros caprichos para mi, guayaberas, cerámicas... y en una sala, por entre patios ajardinados y pequeñas tiendas agrupadas en pasillos, se exponían pinturas, fotografías de otros tiempos, varias esculturas de pequeño formato y un Guayasamin, allí estaba, como tratando de pasar desapercibido entre tanta artesanía, pero el arte sobresale siempre por encima de mediocridades con buenas intenciones. Mi amigo Silvio me acompañaba aquel día y tengo que reconocer que en cuestiones pictórico-artísticas no está muy puesto que digamos, pero aseguraría que desde aquel encuentro no se le pasará por alto ninguna obra del pintor de las manos protesta. La última fue el año pasado, también en octubre, al regreso de mi viaje por Centroamérica, conocía la existencia de un mural en el Aeropuerto de Barajas, realizado con acrílicos y polvo de mármol, en 1982, pero nunca antes tuve la oportunidad de poder admirarlo, ya se sabe como son los aeropuertos, hasta que ese día, sin pretenderlo, se presentó ante mí al bajarme del tren cercanía que va de una a otra terminal; el tiempo apremiaba y no me permitió admirarlo como me hubiera gustado, pero siempre me quedará otra oportunidad.

Pero si fascinante fue su obra también lo era su fuerte personalidad, que lo situó siempre en medio de la polémica. Es lo normal, lo que le suele suceder a los grandes personajes comprometidos, que pasan por la vida al contrario que la mayoría, sin hacer mucho ruido y sin provocar contradicciones, Oswaldo Guayasamin nació en 1919 y vivió la miseria, la pobreza de una familia como tantas, de padre indio y madre mestiza, y en la que le tocó ser el mayor de diez hermanos. Sus dotes artísticas ya le acompañaron desde pequeño cuando se entretenía haciendo caricaturas de los maestros, o pintaba algunos cuadritos en trozos de lienzo o cartón, de paisajes o retratos de estrellas de cine, que vendía en la Plaza de la Constitución. Tampoco encontró apoyo por parte de su padre cuando decidió ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Quito, en 1932, quizás porque las necesidades eran muchas y el arte no ayuda mucho en la mayoría de las veces. Por aquellos tiempos se llevaba acabo "la guerra de los cuatro días", el movimiento obrero que se cobró una víctima muy cercana, su gran amigo Manjarrés, durante una manifestación, lo que marcaría su visión de la sociedad, de la gente, y más tarde sería motivo de inspiración para su obra "los niños muertos".
En 1941 recibió diploma de pintor y escultor en la escuela y cursó algunos estudios de arquitectura. Al año siguiente presenta una exposición en una sala privada y se crea un escándalo, la crítica lo considera una provocación, un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes. Pero al margen de la polémica, Nelson Rockefeller queda impresionado y le compra varias obras, también le ayudó en el futuro. Entre el 1942 y 1943 permanece seis meses en Estados Unidos y con el dinero que gana viaja a México, donde conoce al maestro Orozco y le acepta como asistente, conoce a Neruda y comienza un viaje que le llevaría por algunos países latinoamericanos, Perú, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina... y en todos encontró la misma realidad, la de los pueblos indígenas oprimidos. A partir de ese momento esa temática se convertiría en la protagonista de su obra. Gran amigo de Fidel Castro y Gabriel García Márquez, a los que retrató entre más de tres mil personajes, de grandes figuras mundiales, artistas y amigos. Expuso en las más importantes salas del mundo y sus murales se encuentran en los lugares más representativos, algunos de ellos son los de la sede de la UNESCO en París(dedicado a los millones de niños que cada año mueren de hambre en el mundo), Parlamento Latinoamericano, Congreso Ecuatoriano, donde surgió una gran polémica en un gran mural de 360 metros cuadrados que se instaló en la cámara de secciones, cuando en el acto de inauguración el representante de Estados Unidos abandonó el lugar, al comprobar que contenía un rostro calavérico con un casco nazi y las siglas CIA. Reconocimientos nacionales e internacionales de todo tipo, creó la fundación Guayasamin en Quito, a la que donó todas sus obras de arte y colecciones, ya que concebía al arte como patrimonio de los pueblos. También existe un magnifico museo con su obra en La Habana, Cuba, con la que tuvo una entrañable relación.
Toda una vida llena de trabajo y reconocimientos, hasta que en 1999, a los 79 años, el artista de la ira, el llanto y la ternura murió, recién acabada su obra más anhelada, "La Capilla del Hombre".











jueves, 23 de abril de 2009

De Ofelia, Ibn Hazm y El Collar de la Paloma




Uno no sabe nunca por que derroteros nos va a llevar el destino. Hay momentos, situaciones o decisiones, que nos marcan para el futuro, pero nunca somos conscientes de lo que ese detalle puede significar, jamás hubiéramos pensado en la trascendencia que podría tener para el desarrollo de nuestras vidas y su influencia. Estos detalles, insignificantes en la mayoría de los casos, que pasan desapercibidos y que no valoramos hasta bien pasado el tiempo, cuando los determinamos como el punto de partida, o la raíz desde donde comenzó para derivar en lo que nunca hubiéramos imaginado, son tan importantes como la propia vida, son las minúsculas piezas de las que se componen nuestra existencia; es lo que a golpecitos nos lleva a construir lo que somos, en lo que nos transformamos, un incierto transcurrir por infinitas posibilidades.

Hay preguntas casi inevitables para un periodista que entrevista a cualquier personaje, muy trilladas, de acuerdo, pero que exponen y descubren con su respuesta cual es el carácter o la personalidad del entrevistado, siempre que éste sea sincero y no trate de dar una imagen de si mismo distorsionada de la realidad. ¿Que libro nos recomendaría? ¿Cual es su libro preferido? O ¿Que libro se llevaría a una isla desierta? Al fin y al cabo las tres preguntas tienen el mismo sentido y las tres servirían para hacernos la idea de como es el personaje que responde. Por supuesto que un libro no puede reunir todos los componentes que necesitaríamos para cubrir cada uno de los momentos de nuestra vida en una isla desierta, cada libro tiene su propio momento y a cada instante nos apetece leer un libro de distinto contenido, pero si hay que elegir uno sólo, entonces, se nos reducen las posibilidades y la elección saca a la luz nuestro yo más profundo.

En ocasiones la memoria nos da la espalda y se niega a continuar siendo nuestra aliada, se declara en rebeldía y por más que intentamos convencerla, para que nos proporcione el detalle esclarecedor del punto de partida o raíz que nos llevó a inclinarnos por un camino u otro, o por una afición en particular, no conseguimos que colabore como acostumbra. Sin embargo, no siempre se comporta de esta manera, las hay, la mayoría de las veces, que nos aporta clarividencia, una nitidez extrema para recordar los entresijos insignificantes que nos trajo por estos derroteros. Esto me suele suceder cada vez que trato de recordar algún detalle de mi vida que esté relacionado con El Collar de la Paloma, de Ibn Hazm de Córdoba.

Con toda claridad recuerdo como llegó hasta mi conocimiento la existencia de esta obra literaria y su autor, como si de una película sonora se tratara, con sus protagonistas principales, secundarios, decorados, vestuario... así es, aunque parezca mentira, recuerdo cada detalle de aquel día de primavera, en 1980. Trabajaba en la cafetería Cronwell's, de Córdoba, y a la hora del aperitivo apareció por el local mi amiga Esperanza, como era costumbre, ese día la recuerdo con atuendo un tanto hippie, a lo años 70, pero nada extraño en ella, su fuerte personalidad destacaba siempre por encima de todos cuanto la rodeaban en cada momento; aquel mediodía lo hizo acompañada de la mayor de sus hijas, Eva, Riquelme, la que con el paso de los años se convirtió en una artista reconocida, primero como cantante del grupo musical "Corazones Estrangulados" y más tarde como escultora, entre sus obras está la que se encuentra en Canadá, una enorme imagen de Juan Pablo II en bronce, la más grande de todas las que al papa polaco le dedicaron en todo el mundo, y que su inauguración coincidió con la visita del religioso a ese país. La recuerdo entrar al local agarrada de la mano de su madre, con la mirada tímida pero llena de vida. Hay niños que, nada más mirarlos, uno se da cuenta de que hay algo especial en ellos, en su manera de ser, de mirar, de comportarse, y Eva ya mostraba por aquel entonces toda la sensibilidad de quien es especial.

Quería hacer un regalo y pensé en un libro, ya se sabe, cuando no encuentras que regalar un libro es lo más adecuado, a sabiendas de que lo más probable es que el obsequiado jamás muestre el mínimo interés por su contenido. Le pedí consejo a Esperanza y me recomendó dos títulos, El Jardinero, de Rabindranath Tagore y El Collar de la Paloma, de Ibn Hazm; me incliné por este último por formar parte de la cultura arábigo-andaluza. Fue un acierto, sin saberlo me decidí por el libro que llevaría conmigo a una isla desierta, solo la primera ojeada ya me atrajo lo suficiente como para decidir que lo regalaría después de leerlo; pero aquella era mi intención, otra cosa fue lo que hice, quedarme con el libro ante la imposibilidad de desprenderme de él, me había conquistado. Desde entonces siempre lo he tenido muy cerca y puedo decir que es el ejemplar que más veces ha estado junto a mi mientras dormía. Siempre regresa a la actualidad después de un tiempo apoyado sobre otros en la estantería.

Cuando escribí mi primera novela me acordé de él y decidí incluir parte de su contenido en un capitulo. De Par en Par, mi primera novela, trata de zapatos usados. En una tienda de segunda mano, de objetos usados, los zapatos tienen su espacio en medio del local, en una bandeja expositor, todos revueltos; ellos tienen su mundo propio y están marcados por los que los usaron en el pasado, los clientes los revuelven buscando un par que les agrade y, entre revolcón y revolcón, los zapatos se cuentan su vida, la de quienes los usaron. Son pequeñas historias, problemas sociales de hoy vistos desde nuestros pies. La historia en la que incluí una breve referencia del Collar de la Paloma y de su autor está dedicada a una barrendera que nunca se casó, aunque sí tuvo un amor, su único gran amor, pero hubo un condicionante que supuso una muralla infranqueable para realizar su deseo. Ofelia vivía con su anciana madre y al morir ésta entra en depresión, sus sobrinos le regalan un reproductor de CD para que le amenice sus horas de trabajo mientras barre y el encuentro con un disco compacto que halla en una papelera le lleva a descubrir una historia que cuenta un libro narrado y que está relacionada con el condicionante que truncó su casamiento. El corte que viene a continuación es una copia, un fragmento de mi primera novela que está inspirado en El Collar de la Paloma, de Ibn Hazm de Córdoba, y dice así:

"Una de estas tardes, al vaciar la primera papelera de la calle Picasso, encontró un disco que había dentro, sin estuche, sin rotulo alguno que anunciara el contenido, la curiosidad le convenció para averiguar lo que escondía no sin antes dudar sobre su conveniencia, por si se pudiera estropear el regalo. No parecía de música, solo al principio se oyó una melodía arábiga y después continuó una voz narrando lo que parecía un libro. El Collar de La Paloma, tratado sobre el amor y los amantes de Ibn Hazm de Córdoba y traducido por D. Emilio García Gómez.

La grabación no tenía la calidad de estudio, más bien se diría que se grabó artesanalmente, con sus ruidos de fondo sus sirenas de ambulancia y sus campanadas, que afinando a finando nos llevarían a las de la catedral.
El prologo de D. José Ortega y Gasset le fue metiendo en sintonía, dudó, hubo un momento que vaciló en continuar con el CD hallado, pero no tuvo alternativa y sucumbió ante las palabras del entusiasmado prologuista de la obra e insigne caballero.
Barrió y vació papeleras por inercia, porque los sentidos se concentraron en uno, en el oído. Si interesante fue el prologo encantadora se veía venir la introducción con la vida del autor, que coincidió con los acontecimientos decisivos en la disolución del califato, las guerras civiles y la anarquía de los Taifa. Le tocó ser testigo del bestial corte histórico, convirtiéndole en la figura más representativa de las letras hispanoárabes, y en sus escritos jurídicos, teológicos e históricos, pueden rastrearse las huellas del tiempo en que existió.

El Collar de la Paloma es la mejor obra de Ibn Hazm y de toda la literatura arábigo-andaluza. No se saben muy bien cuales son los orígenes de su familia, pudieran ser de un vulgar linaje Muladí, indígena español recién convertido al Islam, procedían de la provincia de Huelva, del cortijo o poblado Mont Lisam, hoy llamado Montijar. Su abuelo se trasladó a Córdoba cuando ya era la capital del califato de occidente, las noticias que de aquí le llegaban y el ansia por mejorar su fortuna fueron razones suficientes para convencerles a cambiar de aires.

El padre de Ibn Hazm, Ahmad fue un hombre de letras, prudente, recto y hábil, que llamó la atención de Almanzor y éste lo aupó, haciéndolo su visir y confiándole su sello en la ausencia. El autor del Collar de la Paloma nació en la madrugada del miércoles treinta de ramadán del año trescientos ochenta y cuatro, correspondiente al siete de noviembre del novecientos noventa y cuatro de nuestra era. Su infancia fue la del hijo de un ministro que creció entre las celosías del harén espiando a las mujeres, las que le enseñaron el Corán, los primeros versos y también las que le revelaron pronto los misterios sexuales. Fue un niño enfermizo, nervioso e inteligente, a los ocho años y con suma precocidad se asomó al mundo de los primeros amoríos con las esclavas de su familia. Contando aproximadamente veintiocho años escribió El Collar de La Paloma, fechado en Játiva entre los años cuatrocientos doce y cuatrocientos trece, la obra de Ibn Hazm fue olvidada por judíos, cristianos, traductores medievales y han tenido que pasar muchos años para que se reconozcan sus valores, de la importancia de sus paisanos Averroes y Maimónides.

¡Ofelia no se lo podía creer! Ella, que no había cogido un libro desde que lo llevaba en su primera comunión, estaba enganchadísima en el contenido de éste, con el análisis y la fortuna de El Collar de la Paloma. La obra se repartía en treinta capítulos interesantísimos que la barrendera escuchaba con atención, imaginando los lugares de los que hablaba y que hoy son tan diferentes, de las costumbres de antaño y de lo vivido por los hombres y mujeres del califato. Uno a uno los fue disfrutando y prometiéndose que cuando acabara éste empezaría otro nuevo libro narrado, los episodios se sucedían sobre las señales del amor, sobre quien se enamora en sueños, sobre las señas echas con los ojos, la sumisión, la contradicción, ruptura, lealtad, traición, separación…. sobre la enfermedad. Al llegar a este capitulo y escuchar la historia que en él se resumía, se identificó con ella, comprobando que hay problemas que no cambian con el tiempo, no igual, pero casi lo mismo le ocurrió con su primer y único amor, el eterno asunto y tan de moda pregunta. ¿El tamaño importa? ¡Por supuesto! Y tanto que importa, porque su vida podría haber sido muy diferente compartiéndola con el hombre que amaba, todo fue cuestión de centímetros y aunque lo quería, tenía claro que sexualmente sería complicada la relación.

Ibn hazm dejó escrito que uno de sus maestros se enamoró y se casó con una hija de la encargada de una alhóndiga de Bagdad, después de quedarse solos se desnudó para una necesidad, la muchacha que era virgen lo miró y se asustó del tamaño de su miembro. Corrió a casa de su madre negándose a continuar con el marido, la familia le insistió obstinadamente pero la mujer se cerró en banda y de ahí no había quien la sacara, el maestro se divorció de ella y al tiempo se arrepintió, pero ya no le fue posible atraerla, al hombre se le fue la cabeza y estuvo tratándose en un manicomio hasta que se curó".


lunes, 20 de abril de 2009

Los "nobles" de Boriquén

Los que me conocen ya saben del respeto y la atracción que me producen todos los pueblos latinoamericanos, y son tantas la veces que he escrito sobre mi admiración hacia todas las culturas que se asientan en el continente, e igualmente por las que desaparecieron por distintas razones, que siempre que escribo en relación al tema me invade la sensación de que lo que cuento ya lo he escrito en otra ocasión; aunque no me importa en demasía, prefiero repetirme hasta la saciedad que callar lo que siento. En cierto modo porque lo que reflejo no es otra cosa que el sentimiento, es el mensaje que acarrea mi parecer desde hace años, desde niño, siempre me sentí más cerca de Latinoamérica que de Europa, el continente que me vio nacer y desarrollarme como persona. Quizás por la cultura que en parte compartimos, me identifico más con cualquier país de Centroamérica o América del sur, que con otros más cercanos geográficamente, incluso con otros mediterráneos, o islámicos, pilar importantísimo de la cultura andaluza y en especial de la cordobesa, que la llevó a convertirse en la capital del mundo occidental cuando comenzaba el milenio que recién hemos dejado atrás.
Mis creencias religiosas no me atraen lo más mínimo a la teoría de la reencarnación, entre otras razones porque soy agnóstico o ateo, como quieran llamarlo, solo creo en que todos formamos parte del mismo microorganismo que se desarrolló de distintas maneras durante millones de años, pero poco más, tal ves como la mayoría de los mortales, pero sin escudarme en otras creencias superfluas que no me convencen ni me benefician lo más mínimo, y de lo que sí sacan partido los que promueven o predican sus doctrinas de ciencia ficción. Pero hay ocasiones en que las coincidencias promulgadas me hacen dudar, claro está que es por el desconocimiento, cuando los partidarios y defensores de la reencarnación aseguran que todos tuvimos vidas anteriores y que lo que nos atrae en esta vida forma parte de lo que fuimos en la última existencia. Esta teoría no la comparto, no obstante me resulta simpática por lo que a mi respecta, porque sería admitir que, en el papel que fuese, en otro existir fui protagonista, parte de la vida y el desarrollo de lo que me produce tanta admiración en el presente y la realidad.
Sin embargo, como también he dicho en otras ocasiones, nunca tiempos pasados fueron mejores, la historia con sus actos, de igual modo con las injusticias cometidas por el hombre, marcó el camino para el presente que nos tocó vivir, y como en todas las culturas existen episodios épicos, heroicos, que en la mayoría de las veces nos producen orgullo por lo que de dignas raíces suponen, nos agarramos a su defensa sin importarnos a lo que hubiera derivado aquella realidad de nuestros antepasados si los acontecimientos no hubiesen influido de tal manera para cambiar el ritmo de la historia. Siempre tomamos en cuenta lo que sucedió y que fue causa del advenir en el futuro, nuestro presente, nunca imaginamos por qué derroteros nos habría llevado la historia si lo acontecido, al no suceder, hubiera dado paso a un presente totalmente distinto al que vivimos. Pero eso siempre son suposiciones, otro cantar.
Independientemente del futuro distinto que hubiese provocado de no suceder lo acontecido, las injusticias, ni se deben aceptar ni excusar, injustas son de la manera que se quieran ver. Se podrán discutir las cuestiones que se tercien pero jamás defender lo indefendible, la historia de la humanidad está escrita en capítulos, algunos de ellos, que no debemos de ignorarlos, no por lo de constructivos, si no para no olvidarlos y no permitir que ocurran de nuevo, porque los tiempos y situaciones cambian pero la maldad de muchos seres humanos no desaparece por mucho excusarnos en otros tiempos y contextos.
Pudiera parecer que mi pensamiento es anti-español, o que trato a los españoles de la invasión americana como si a de monstruos me refiriera, no es así. Me siento orgulloso como español y como ciudadano del mundo, y aunque la realidad española nada tiene que ver con la actual, sí es verdad que todas las injusticias que sucedieron en la colonización tienen como protagonistas principales y responsables a los religiosos que pusieron pie con el propósito de la evangelización, y a los primeros aventureros que recién terminaban una guerra contra los moros, gentes de la peor calaña y rodeados de vivencias sangrientas que llegaron al nuevo continente en busca de fortuna . Hay que recordar que los mismos ciudadanos españoles por aquella época también eran víctimas de sus injusticias y como poco los quemaban en hogueras en las plazas, en la inquisición.
Soy consciente de que no todos mis lectores compartirán mi opinión, pero con ello cuento, lo importante es la diversidad de opiniones y siempre desde el respeto. De igual modo siempre he defendido que de no ser por la ayuda que recibieron de muchos pueblos americanos los españoles invasores no habrían podido realizar la colonización; la enemistad entre pueblos fue un condicionante necesario, un boomerang que repercutió en los que se aliaron con los extranjeros. Sin duda buscaban apoyo para enfrentarse a quienes les hostigaban y les salió el tiro por la culata. De la misma manera Los indios Taino de Puerto Rico se sintieron engañados por aquellos barbudos con los que su cacique Agüeybana, "el Gran Sol", hizo tratos para enfrentarse a los indios caribe, con los que se encontraban en guerra y que ya controlaban las Antillas pequeñas. Agüeybana era el más importante de los caciques tainos de Puerto Rico, o Boriquén en lengua arahuaca, que significa "la tierra del altivo señor" y su recibimiento hacia los extranjeros fue exquisito, como su nombre los definía a los Taino, "hombres buenos o nobles, en contra de sus enemigos los caribes, que aún perteneciendo los dos pueblos a la misma etnia de los arahuacanos, significa "valientes o agresivos". Fue en el segundo viaje de los españoles cuando llevaron acabo la amistad con Juan Ponce de León, mediante una vieja tradición, Agüeybana practicó el "Guatiao", un viejo ritual de la tribu, que continuó con un acto por parte de Ponce de León, que convirtió al cristianismo a la madre del cacique, bautizándola con el nombre de Inés.
La alianza y el trato amistoso que recibieron los españoles le hicieron más fácil la conquista de la isla y el apoyo por parte de Agüeybana, que los creía deidades llegados del cielo, como otros tantos pueblos americanos, fue decisiva en la alianza que mantuvieron. Después el cacique Taino condujo a Ponce de León a la isla la Española con el propósito de explorarla, pero aquella alianza pronto resquebrajó y se hizo añicos, los Tainos fueron forzados a trabajar como esclavos en las minas de oro y en la construcción de fuertes. Muchos Tainos murieron por aquel trato y el enfrentamiento no tardó en llegar. Los caciques organizaron a sus hombres y repelieron las agresiones que los esclavizaban, No obstante la lucha fue desigual, los arcabuces, ballestas, cañones, petos y armaduras, el armamento más moderno de la época, llevaron a los caciques a la derrota y a la huida hacia los montes boscosos.
Podría estar contando sobre los Taino mucho tiempo, de sus costumbres, de las islas que los acogieron, pero esto será en otra ocasión, Para terminar este texto lo haré con unas cifras que dicen mucho sobre lo que significó la aniquilación de los Taino de Boriquén, durante mucho tiempo se dieron por desaparecidos como pueblo, hoy se calculan que son unos quinientos individuos los descendientes de aquellos "buenos o nobles", que recibieron con los brazos abiertos a quienes con el tiempo se convertirían en sus enemigos más crueles.






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viernes, 17 de abril de 2009

Garachico, puerto rico



Cuentan que Pablo Neruda dijo, cuando llegó de paso a las Islas Canarias en dirección al continente americano, que estaba sorprendido, que se sentía como en casa. Sin duda, ninguna sensación nueva ni extraña, la que tuvo el chileno premio Nobel de las letras, Canarias en apariencia es otro país latinoamericano más, por todo, por su relación en el encuentro con el nuevo mundo, por su clima, sus costumbres, la calidez de sus gentes, su acento, y por sus emigrantes; de lo que alguien dijo alguna vez que habían más canarios en América que en el propio archipiélago. El ir y venir de los canarios a través de las generaciones ha propiciado una identidad más cercana a los países de habla hispana que a la propia península ibérica. La lógica nos fuerza a pensar que al estar más cerca del continente africano y que sus antiguos moradores, los guanches, eran de descendencia o procedencia norte-africana, de los bereberes, su cultura podría ser bien distinta, pero nada más lejos de la realidad.

Mi relación con las Islas Canarias, con Tenerife, y en concreto con Garachico, es de fuerte arraigo. Recién había cumplido los 22 años cuando me decidí a emigrar a las islas afortunadas, como también las conocemos, podría haber tomado otro rumbo cuando, presionado por la ausencia de empleo en mi tierra andaluza, me decanté por elegir ese destino. De allí conocía a un amigo, Paco Baute, fuimos compañeros de trabajo tiempo atrás en una cafetería cordobesa y una tarde lo llamé por teléfono a Garachico, a donde había regresado; le dije que pensaba emigrar y le pedí que me aconsejara por donde moverme en las islas; él, muy atento me dio los mejores consejos y aún más, me ofreció su casa y en ella estuve varios meses hospedado hasta que encontré trabajo en el Puerto de la Cruz, a una treintena de kilómetros de distancia. Siempre le estaré eternamente agradecido por su desinteresada ayuda y apoyo, en una época de mi vida que tengo entre las más agradables y que mejores recuerdos me dejaron. Aquel tiempo en Garachico me permitió conocer a fondo la idiosincrasia del canario, su nobleza, su historia, costumbres... hasta el punto de sentirme identificado con su realidad, con su cultura.

Después de seis años viviendo en Tenerife, una de las siete islas del archipiélago, las circunstancias de la vida me obligaron a volver a Córdoba, y aunque nunca más regresé, espero hacerlo pronto, siempre llevé en mi corazón a aquella tierra y sus gentes por lo mucho que me brindaron y enseñaron. He tratado en más de una ocasión escribir en el blog algún tema relacionado con Canarias, ya no como deuda sino más bien como un deseo siempre presente, y hoy he pensado que ya va siendo hora, que siempre tratando de buscar los temas más interesantes acabo por decidirme por otros, pero Canarias siempre es interesante, en todos los conceptos. Así que no existe tema mejor que todo lo que concierne a Garachico, sin embargo no haré nada nuevo, copiaré literalmente un fragmento de mi segunda novela,"La Reina del Puerto", la que ambiento y se desarrolla en Tenerife, especialmente en Garachico. En esta novela, que dediqué a mi amigo Paco Baute, el protagonista y escritor Román Ferreira se decide a pasar unas vacaciones en Garachico y, lo que en un principio se suponía aprovechar y documentarse para escribir la biografía de una antigua estrella de la farándula, que se suicidó en los años 80, se convierte en una historia de intriga, misterio y asesinatos. Uno de los personajes de esta novela es Carmelo, emigrante en Venezuela en otro tiempo y conserje de "Caracas", una pequeña pensión donde se hospeda Román; este se convierte en el mejor cronista de su pueblo, poniéndole en conocimiento de lo que fue el esplendor de Garachico en la historia. Parte del dialogo entre Carmelo y Román, que más parece un monologo del primero, dice así:

“-Lo siento Carmelo, tengo que confesarle que soy un ignorante respecto a este tema y después de lo visto esta mañana, en cierto modo me avergüenzo de ello, tendría que haberme interesado un poco más por el pasado de la villa y puerto- respondió Román.
-Entonces, ¿no sabe que Garachico fue la capital de la isla y su puerto el más importante, hasta que el volcán de Trebejo, o de La Montaña Negra, lo destruyó y sepultó bajo la lava?
-¡No! No lo sabía.
-¡Pues, si hoy le ha impresionado parte de lo poco que quedó, imaginase lo que llegó a ser este pueblo en su día, antes de aquel fatídico cinco de Mayo de mil setecientos seis, en que todo se destruyó! Un brazo de lava cubrió el puerto, retiró el mar y dejó solamente un incomodo caletón. El otro brazo, arrasó toda la calle de arriba, donde estaban los edificios más suntuosos, iglesias, conventos, monasterios, palacios… y desapareció todo, comercio, animales, viñedos… la gente huía como pudo, a pie, a caballo, a la rastra… con las alhajas y con lo poco de valor que les dio tiempo a coger… ¡Discúlpeme Román! Seguramente tendrá ganas de descansar y yo le estoy entreteniendo con la historia de mi pueblo- dijo Carmelo.
-¡No! No se preocupe Carmelo, continué, es muy interesante lo que me está contando- dijo Román.

-Fray Andrés Abreu, y Viera y Clavijo, entre otros, dejaron escrito como era la villa, cuentan que era alegre y hermosa su situación, ubicada al pie de un risco que se levantaba por el sur, que parecía un antepecho de color esmeralda donde descansaba el cielo azul y donde, debido a lo elevado del terreno, abundaban las fuentes, para saciar la sed y poder refrescarse. Cuentan también que era un deleite para la vista y que todo el año vestía de una agradable primavera, en amigable composición de montes y deliciosos jardines colgados del aire, de frondosas vides, variadas plantas con frutos, árboles silvestres... y por la parte norte, rodeado del mar, había un lugar que embravecían y enojaban tanto a los cierzos que solían salir de su curso y atravesar las calles.

Así era, se podía cazar y pescar en el mismo sitio, porque los animales y el bosque llegaban hasta la hermosa bahía, rodeada de casas y de un paseo cuyo nombre era el de Barandas. Las mercaderías se alcanzaban y se ajustaban con los barcos y navíos como si fuesen tiendas, existían grandes almacenes y vivían gente de mucho abolengo, caballeros de titulo y de ordenes militares, grandes casonas y palacios, hospital, tres conventos de religiosos y dos de monjas, excelente iglesia… en aquel tiempo a este delicioso y opulento lugar se le llamaba “Garachico, puerto rico”.
Aquí estaba el comercio del norte y de América, fue una época tan productiva que nunca más se volverá ha conocer otra igual. Desde que el adelantado Fernández de Lugo le cedió amplias zonas de terreno en mil cuatrocientos noventa y seis al banquero genovés Cristóbal de Ponte y fundó la villa, ésta había sufrido muchas inclemencias naturales y una larga lista de desgracias.

En mil seiscientos cuarenta y cinco la anegó un gran diluvio, en muchas ocasiones el mar la destrozó, en la calle de abajo el fuego también devoró más de cien casas y la peste causó estragos durante cinco años, desde mil seiscientos uno a mil seiscientos seis, pero fue el volcán el que más daño causó en toda la historia. La instalación de los molinos de azúcar significaron la primera y más importante riqueza desde la fundación, después el vino de Malvasia que tan celebrado era en Europa. Los barcos que partían de Garachico lo hacían para Francia, Inglaterra, Flandes, Angola, la península de Yucatán, el Río de la Plata. También cuentan que los más grandes y adinerados comerciantes construían en sus domicilios atalayas para divisar expectantes el regreso de los navíos de transporte con paños ingleses, telas francesas, obras de arte, especias de oriente… y que el almojarife se encargaba y cuidaba de las rentas del rey, se cobraban derechos, tasas de exportación, cánones de entrada...

El vino no solo iba destinado a Europa, también de la misma manera a las Américas. Acompañando al Malvasia también lo hacían los colonos canarios y muchos de los descendientes de aquellos aventureros regresaron después a la tierra de sus antepasados. Siempre fue un ir y venir de generaciones, la relación de los garachiquenses y América siempre estuvo presente en la historia, Cuba, Venezuela… habrá visto que Simón Bolívar tiene en la villa su estatua preferente, aquí nacieron sus antepasados. Y yo mismo, sin ir más lejos, fui emigrante durante muchos años en Venezuela… ¿Qué canario no tiene un familiar por aquellas tierras?

La lección de historia que Carmelo le regalaba le estaba dejando perplejo, boquiabierto, la serenidad con que lo hacía le transmitía paz, sosiego… hasta el punto de olvidarse, o no importarle, que al día siguiente tenía que madrugar.

El historiador garachiquense Carlos Costa- continuaba Carmelo-, recuerda que había incluso una calle hecha con mármol de Carrara y que solo los nobles podían pasar por ella, excepto los viernes, que a los pobres se le permitía pisarla para pedir limosna. Desafortunadamente el volcán lo devoró todo, incluyendo el galeón que estaba anclado en el puerto, cargado de oro y preciosas joyas, quedó prisionero para siempre engullido en un sepulcro de magma, pasando a formar parte de las historias y leyendas de la ciudad y de su pasado esplendoroso.
El puerto, la principal razón de su crecimiento y esplendor, quedó reducido a una pequeña rada en contraste con lo que fue, una amplia ensenada natural. El trece de junio, a los cuarenta días del inicio, se dio por extinguida la erupción, los vecinos rehicieron sus casas y las comunidades religiosas reedificaron sus conventos, pero ya nunca volvió a ser igual. Los esfuerzos de los vecinos resultaron vanos en el intento de que Garachico recuperara su auge comercial y los puertos de La Orotava y Santa Cruz tomaron el protagonismo y la relevancia que hasta entonces había tenido la villa y puerto.

El volcán marcó un antes y un después en este pueblo, a partir de ese momento fue la agricultura, con desigual reparto, y la pesca, carente por las inadecuadas infraestructuras, la forma de vida y sustento de sus habitantes. La rehabilitación del puerto quedó en un intento que no fraguó, las embarcaciones se vieron obligadas ha reducir su tamaño y a partir de ahí… todo fue diferente.

-¿Al castillo de San Miguel, no le ocurrió nada?-preguntó Román, interrumpiendo el monologo de Carmelo.
-¡Nada! Ahí lo tiene en pie, desde que el veinticinco de julio de mil quinientos setenta y cinco, cuando el alcalde Fabián Viña Negrón, que a la postre fue regidor de Tenerife, comenzó a llevar a cabo las obras de construcción autorizado por la Real Cédula de Felipe II. El convento y la iglesia de San Francisco fue otro de los pocos edificios y monumentos que se salvaron de la lava, y la antigua Puerta de Tierra, que aún hoy conserva la estructura pétrea, y que tenía como fin controlar a los pasajeros y mercancías que entraban y salían por el puerto, también la ermita de San Sebastián escapó de la furia del volcán…
-¿Y el nombre de la villa, Garachico, sabe usted porqué se le llama así?- preguntó Román lleno de curiosidad.
-En el idioma de los guanches, ¡y esto si que es otro mundo! Isla significa “Igara” y parece ser que partiendo de esa raíz y unido a chico, nos da el nombre actual. El roque siempre tuvo mucha presencia e influencia religiosa en la vida de los garachiquenses, solo tiene que mirarlo y lo verá coronado con la gran cruz clavada en su cima, el patrono es San Roque y a él se encomendaron cuando la peste se hizo dueña y señora del municipio, es el nombre más utilizado por los nativos y a él se le dedica la romería, una de las celebraciones más festivas de nuestro hermoso pueblo”.








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miércoles, 15 de abril de 2009

El Dios malvado que llegó del mar



La historia de los pueblos y sus personajes son temas siempre apasionantes, por encima de lo que para unos u otros simbolicen estos episodios. Para la concordia o la discordia lo sucedido ya nadie puede evitarlo ni volver hacia atrás, de los acontecimientos del pasado solo nos queda aprender, para quedarnos con lo positivo y nunca olvidar lo negativo, que de mucho tienen estas páginas históricas en la mayoría de las veces escritas con sangre, de unos y de otros, de buenos y malos, de invasores e invadidos, víctimas de la avaricia humana y que no sirve para otra cosa que para alimentar la ira y avaricia de otros, como una maldición que salta de la víctima al victimario, para dejar a este último en blanco y objeto de la ambición de otro, que a su vez quedará maldecido por el ansia de poder que envuelve a los hombres en este maleficio natural que es su propia sinrazón.

Las miradas que nos dirigimos de un lado a otro del Atlántico siempre estuvieron cargadas de distintos sentimientos, nunca indiferentes, es normal que desde la parte americana algunas miradas vengan cargadas de recelo, de desconfianza y si me apuran hasta de odio, por lo que la historia y sus actores nos dejaron y que hasta el final de la existencia humana siempre quedará en el recuerdo de los tiempos, como un resquicio de inaceptable, de inolvidable. En cambio, desde esta orilla, siempre se miró de manera entrañable, quizás por que no fuimos las víctimas del encuentro de estos dos mundos en otro tiempo. Sin embargo, hay que reconocer que, aunque generalizada la buena aceptación, siempre los hay indecentes, impresentables e irrepresentables, no obstante esta realidad no es un mal propio de ningún pueblo o cultura, es parte de la condición humana y siempre existen quienes afloran irrespetuosidad al diferente sin el mínimo rubor.
Son muchos los que como yo que, no compartimos ni aceptamos los acontecimientos protagonizados en la invasión de los pueblos americanos, nos avergonzamos de tener que llevar sobre nuestras espaldas el peso de la historia, en la que no participamos y por supuesto de la que no nos sentimos responsables. Los pueblos todos siempre fueron invasores e invadidos, desde la existencia de la humanidad se han ido devorando los unos a los otros, los imperios construyéndose a base de lo conquistado y, como imitando a la cadena alimenticia de la supervivencia, el pueblo grande alimentándose del pequeño. Siempre defendí el derecho que se me antoja tienen todos los pueblos del mundo a defender su identidad propia, por mucho que pensemos que la globalización niega la razón de ser a este derecho. El ser humano vive en el contexto del presente, el futuro es la responsabilidad, el que tenemos que dejar a las generaciones venideras para el buen desarrollo de la existencia de la especie y todo el entorno natural. En cambio, el pasado tenemos que aceptarlo aunque no lo compartamos, el pasado no puede ser nuestro enemigo, todo lo contrario, nuestra historia como pueblo es el mayor tesoro que poseemos, nuestra cultura, fruto de todo lo acontecido en otro tiempo.

 No sé cuantas veces habré escrito esta reflexión, con esta mismas palabras o con otras, pero la experiencia y el derecho que me da ser nativo de uno de los pueblos más invadidos de la historia, me permite opinar de esta manera, pocos pueblos en la historia de la humanidad han sufrido tantas invasiones como el andaluz, romanos, musulmanes, franceses... entre los más cercanos, todos con la criticada intención de desvalijar lo poco de valor que encontraran. Todos contribuyeron a nuestra identidad, a crear nuestra manera de ser, a fraguar la cultura que nos hace sentirnos orgullosos.

 Mi limitado conocimiento de la historia prehispánica, que no es nulo, entre varias razones por mi atracción hacia los pueblos latinoamericanos y sus culturas, y por el hecho de poder comprobar su realidad en varias visitas al continente americano, me ha enseñado que como en todos los continentes y siglos, los pueblos indígenas también fueron invadidos por otros que a su vez también huían de invasores, como es el caso de los Nicoyas o Nicaraos, tribus Chorotegas, que vivieron durante algunos siglos en el desierto de Xoconochco (Soconusco), hasta que los Olmecas, de los que eran enemigos desde hacía tiempo, aparecieron repentinamente desde México y los subyugaron. Incapaces de soportar a la esclavitud que los sometían decidieron emigrar y huir en masa hacia el sur, a Centroamérica, un siglo antes de que los españoles llegaran al continente. Pero anteriormente existieron dos grandes oleadas de migración desde el Anahuac, la gran meseta de México, dos dispersiones étnicas y culturales. La primera en el siglo XII y después de la ruina de los Toltecas; la segunda fue causada por el predominio Azteca, bajo sus poderosos caudillos las expediciones guerreras y comerciales llegaron hasta Panamá.

De igual manera otras tribus o etnias llegaron a Centroamérica huyendo del sur, de otros invasores, lo que demuestra que en la América prehispánica también se escribían convulsas las páginas de la historia. Precisamente de esta parte del continente, de Suramérica, quería recordar unos episodios que sucedieron en la invasión o conquista, del único imperio que existió anterior a la colonización, o al menos que se conozca, el imperio Inca. Para los más cercanos quizás no les diga nada nuevo, pero para los de este lado del océano, que tanto desconocemos, y no solo de esa época, será un descubrimiento conocer cómo se llevó acabo el secuestro del inca Atahualpa, el último gran emperador que dio fin a la dinastía del Dios rey Sol. La historia de Atahualpa está escrita junto a la de Francisco Pizarro, van unidas de la mano, los dos son protagonistas y representantes de dos mundos encontrados, para muchos un ejemplo claro de cómo transcurrió la invasión y dependiendo de quién lo cuente, el extremeño, será un malvado tirano o una víctima de la realidad que le tocó vivir. Una realidad cruda, en una época en la que la miseria cercaba la Península Ibérica, fruto de las guerras contra los musulmanes y donde pocas alternativas se ofrecían que no fuesen las de la guerra, no solo en la España que se constituía como nación, de igual modo en otras regiones de Europa.

 Es necesario exponer que Pizarro, quien había nacido en Trujillo, Cáceres, el 16 de marzo de 1476, tuvo una infancia pobre y difícil criando cerdos, hasta que con 17 años abandonó su ciudad natal y se dirigió a Sevilla justo por el tiempo en que Colón arribaba con sus barcos en las nuevas tierras. Su inexperiencia y desconocimiento en otros oficios, junto a su analfabetismo que nunca superó, le obligaron a alistarse en los tercios españoles, donde luchó a las ordenes del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, siempre como soldado, en las campañas de Nápoles y frente a los franceses. Regresó a Sevilla, de lo que se conoce poco relativo a la estancia en la capital andaluza, y después embarcó hacia América, en 1502.

 Poco se sabe de los primeros años en América pero tampoco es mi intención en esta ocasión la de construir una biografía más o menos creíble y cierta, lo que me trae al gran conquistador es el encuentro que el destino tenía amañado de antemano con Atahualpa, quien acababa de terminar y ganar una guerra civil contra su hermano y enemigo Huáscar. Pizarro tomó rumbo al Perú atraído por las riquezas que allí podían encontrar, con un pequeño ejército de 180 hombres y 37 caballos. Desde un tiempo atrás los mensajeros del inca fueron observando todos los movimientos de los españoles y Atahualpa, influido por sus consejeros más cercanos, llegó a creer que se trataba de enviados de Wiracocha, al que las predicciones lo hacían con barbas y montando sobre un animal, que vendrían del mar.
Atahualpa permitió que aquel grupo de barbudos ingresaran a la sierra norte y se presentaran ante él, no pensando que supusieran un peligro, más bien todo lo contrario, pensando que Wiracocha estaría contento. Francisco Pizarro envió a varios emisores, entre ellos a su hermano Hernando, al balneario de Pultumarca, donde se encontraba el inca, para convencerles de que acudiera al día siguiente a la plaza de Jamarca a un encuentro con el jefe de los extranjeros, a lo que accedió después de una demostración de poderío montados a caballo y tratando de impresionarlos. Pero los impresionados fueron los españoles, cuando al día siguiente apareció Atahualpa acompañado de 8.000 hombres, de los que 102 iban delante del inca limpiando con escobas el recorrido por donde pasaría sobre su trono y a hombros de sus súbditos. Acompañado de sus más importantes consejeros ataviados con las mejores galas y el oro del inca reluciendo y en cantidad como los españoles jamás habían visto antes.

 La creencia de que el grupo de extranjeros no suponía ningún peligro hizo que se confiaran y los guerreros acudieron sin armamento al encuentro, solo 200 de ellos lo hicieron con porras y sogas, decididos a acabar con los insolentes barbudos que se atrevieron a hacerse pasar por enviados del Dios Wiracocha. Ante el inca se acercó el sacerdote español Vicente Valverde, con un crucifijo en una mano y la Biblia en otra, exigiéndole al inca convertirse a la religión católica, mostrándole el libro sagrado y asegurándole que toda la verdad divina estaba entre sus páginas. Atahualpa tomó el libro y tras examinarlo y no ver en él nada especial lo arrojó al suelo.

 En aquel preciso momento Pizarro dio orden de disparar y la recepción se convirtió en una carnicería, atacando por sorpresa y sin dar posibilidad alguna a contrarrestar el ataque por parte de los soldados incas. El enfrentamiento dejó alrededor de 4.000 muertos, entre ellos los más importantes consejeros y ministros, y a Atahualpa lo secuestraron y llevaron a Amaruhuasi, su cárcel durante 8 meses. En ese tiempo cuentan los historiadores que surgió una buena relación de amistad entre Pizarro y Atahualpa, compartiendo juegos de mesa e incluso permitió que le enseñaran el castellano, cosa que Pizarro nunca consiguió. Pero aunque para algunos el extremeño mostrara un carácter humano y comprensivo hacia su prisionero, su interés estaba puesto en el oro que suponía en enormes cantidades. Atahualpa le ofreció a Pizarro a cambio de su libertad un cuarto, como en el que él estaba recluido, lleno de oro y dos de plata. La orden del inca hizo que de todas las ciudades del imperio se trajera el oro que guardaban, de templos y palacios. Pero cuando el inca cumplió con el trato, las presiones de los españoles no permitieron que Pizarro cumpliera con el suyo, las instigaciones de Diego de Almagro, el indio Felipillo y el cura Vicente Valverde consiguieron la sentencia de muerte para el inca, con unos pretextos relacionados con la muerte de su hermano Huáscar y sin considerar los usos y costumbres andinos.

 El 26 de julio de 1533, en la plaza de Cajamarca, Atahualpa, aceptó convertirse al catolicismo y bautizarse, ante el ofrecimiento de que si no lo hacía moriría en la hoguera, y de esta manera no podría convertirse en mallqui, lo que significaba morir definitivamente. Acabada la ceremonia del bautismo Atahualpa fue estrangulado y según cuentan los cronistas sus últimas palabras fueron dirigidas a su amigo Pizarro, pidiéndole que cuidara de sus esposas e hijos, a lo que el extremeño, con lágrimas en los ojos, le aseguró que así haría. Pasados algunos años Pizarro también murió asesinado por varias puñaladas en el cuello a traición, por un grupo de españoles sublevados.







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domingo, 12 de abril de 2009

Reina de los ilegítimos (3ª parte)

El resultado de la vida de una persona no se mide por los momentos más importantes, porque si importantes fueron los últimos años de Eva perón, los más fructíferos en lo que a conquistas sociales se refiere, tanto o más lo fueron los que le valieron para perfilar su personalidad, para fraguar su carácter y para forjar su leyenda, que fueron todos los vividos, desde la infancia hasta el momento de su fallecimiento. Todos y cada uno de los momentos de su vida tuvieron el mismo valor, todos fueron necesarios para la trayectoria de Evita, para la construcción del mito, de todos aprendió, sumó, para alzarse en lo que se convirtió, una de las mujeres más importantes y queridas en la historia del ser humano. Personajes con este carisma no se hacen de la noche a la mañana, fueron un cúmulo de adversidades, de condiciones, de coincidencias, de influencias, de deseos y esfuerzos, una lucha diaria sin desmayo, sin dudas ni titubeos, de convencimientos y sin miedo a las consecuencias negativas, los ingredientes necesarios para este coctel con cuerpo femenino, de elegancia, dulzura, carácter enérgico, amor y honradez, que creó admiración en todo el mundo.

Como apuntaba en la segunda parte, de este resumen de tres, para Evita su vida no fue un camino de rosas, fue una consecución de peligros constantes, quizás porque para los arriesgados, para los decididos, las trabas son mayores a medida que se avanza, se agigantan las dificultades y cuanto más se adelanta más difícil de retroceder se presenta, por lo que llegado el momento todo se convierte en un punto de partida sin retorno y con el significado del vértigo abandonado a otras alturas, a ras de suelo. Pero lo que nos diferencia de estos mitos no es precisamente que se nos presenten los peligros por nuestro atrevimiento, si no que siempre salen victoriosos ante todas las adversidades que se les presentan, si existiese un medidor divino apostaría que Evita siempre estuvo acompañada por protección angelical, incluso a la hora de su muerte, porque su perdida, tan a temprana edad, le ayudó a convertirse en el mito que hoy, aún después de medio siglo, continua siendo motivo de veneración.
De la misma manera que salió inmune en el fallido intento de violación sufrido en su adolescencia, o de los primeros tiempos difíciles que se le presentaron al comienzo de su carrera artística, en el año 1945 y compartiendo la vida con Perón, también salió airosa de otra prueba, otro contratiempo que la vida le tenía preparada, otra vez los ángeles protectores allanaron el camino de obstáculos para continuar con su destino. En esta ocasión los acontecimientos políticos en la historia de la Argentina la involucraron directamente, cuando a Juan Domingo Perón le arrestaron tras el golpe de estado. Ese año fue clave en la historia política de argentina, la confrontación entre los sectores sociales se radicalizó, entre peronistas y antiperonistas, y terminó derivando en otro golpe militar llevado acabo por la oposición antiperonista, encabezada por el general Eduardo Ávalos. Perón presentó su renuncia como le exigía el militar golpista y junto a Eva fueron circulando de casa en casa de los más allegados hasta que fue detenido en el apartamento de Recoleta, confinado en la cañonera Independencia y con dirección Isla Martín Gracia. El mismo día en que lo detuvieron le escribió una carta a su amigo el coronel Mercante, en la que le pide que se encargue de "Evita", como la llama, que tiene los nervios rotos y que le preocupa su salud. Al día siguiente es a Eva a quien le envía otra carta, diciéndole que había escrito a Farrell, que le acelerara el retiro, que en cuanto saliera libre se casarían y que se irían a vivir tranquilos, que deseaba acabar con la situación en la que había quedado ella y que entre sus proyectos estaba el de escribir un libro donde aclarara los acontecimientos acontecidos y que con seguridad le darían la razón.

Pero no fue necesario aclarar nada, los golpistas no se decidieron a tomar el poder aún teniendo el control del país, y mientras tanto, los sindicatos comenzaron a movilizarse exigiendo la liberación del detenido, las protestas desencadenaron una gran manifestación, la del 17 de octubre, que dio pie a la liberación de Juan Domingo Perón, recuperando la gobernabilidad establecida y abriendo el camino para la victoria en las elecciones presidenciales. En esos momentos Eva Duarte carecía de identidad política, aún siendo ya presidenta del sindicato ARA desde un año antes a estos sucesos. Varios días después de recobrar su libertad, el 22 de octubre, como le dijo Perón en su carta, se casaron por lo civil en Junín y pasados dos días lo hicieron por lo católico en la parroquia de San Francisco, en la ciudad de La Plata. A partir de esos acontecimientos Eva comenzó su carrera política como esposa del candidato a las elecciones del 24 de febrero de 1946, fue una novedad esta participación en la vida política, porque hasta ese momento las mujeres carecían de derechos políticos, excepto en San Juan, y su presencia era restringida y apolítica. Ella se convirtió en la primera mujer en estar presente y participar en la carrera electoral del marido, pero para Perón esto no era una novedad, desde 1943 venía proponiendo el derecho al voto de las mujeres, pero sin éxito, en 1945 la asamblea Nacional de Mujeres presidida por Victoria Ocampo y otros sectores conservadores se opusieron a este derecho, considerando que se trataba una maniobra electoral.
De todas maneras nadie dijo que su trayectoria fue fácil, pocos días antes de finalizar la campaña, varias organizaciones estudiantiles organizaron un acto en favor de la elección de Perón, pero el agotamiento que sufría llevó a Evita a reemplazarlo en el uso de la palabra, las protestas airadas de los presentes frustro que pudiera pronunciar su discurso. Tuvo que esperar hasta tres días después de ganadas las elecciones para pronunciar el primero de los discursos, en un acto para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura de Perón y exigir la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y especialmente en favor al derecho del voto femenino. Inmediatamente después de asumir el gobierno fue presentado el proyecto de ley en favor del sufragio femenino y, como se esperaba, la oposición conservadora puso el grito en el cielo, incluso desde dentro de los mismos partidos que agrupaba el peronismo surgieron las protestas, que acusaban a Evita de intromisión por las presiones que recibían para aprobar la ley. Hubo que esperar más de un año para su aprobación, pero cuando se aprobó se hizo unanimidad.

Los logros sociales conseguidos por esta mujer única fueron de suma importancia, además de luchar por los derechos de las mujeres, de los obreros, se le atribuye la ley de la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida, ley que anuló el golpe de estado de 1955 cuando derogó la constitución, la creación del Partido Peronista Femenino y la Fundación Eva Perón, entre otras conquistas. La buena relación con los trabajadores y el movimiento sindical impulsó su candidatura a la vicepresidencia, pero quizás ya era demasiado tarde, por ese tiempo ya estaba gravemente enferma del cáncer de pulmón que acabó con su vida un año después, el 26 de julio de 1952, en aquellas últimas elecciones pudo ejercer su derecho al voto, donde fueron 109 las mujeres electas, 23 diputadas nacionales, 6 senadoras nacionales y 80 legisladoras provinciales.

En 1947, la situación de la mujer en la política obligaba a Eva a quedarse fuera de la primera línea, esta ubicación a la que le obligaba la ley contra el derecho de la mujer llevó a programar al peronismo una gira internacional, con el fin de ubicarla en primer plano, la intención era la de oficiar a Eva como embajadora de buena voluntad y conocer los sistemas de ayuda social instalados en Europa. Fueron 64 días por España, Italia y el Vaticano, Portugal, Francia, Suiza, Brasil y Uruguay. Como anécdota del viaje me quedaré con la tirantez surgida entre las dos primeras damas, Evita y Carmen Polo, la esposa del dictador. Existen decenas de testimonios sobre el desagrado de Evita por el trato que recibían los trabajadores y personas humildes en España. El desencuentro entre las dos primeras damas fue propiciado por el intento de La primera dama fascista de enseñarle el Madrid histórico de los Austrias y los Borbones, en lugar de los barrios obreros y hospitales públicos. Como muestra queda el comentario que a su regreso a la Argentina hizo Evita: "A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de "rojos" porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que ya no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo si no por imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada".












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sábado, 11 de abril de 2009

Reina de los ilegítimos (2ª parte)


Uno no sabe nunca en que lugar o situación nos va a poner la vida, el caprichoso destino, que juega siempre con nosotros a la incertidumbre del minuto, de la hora, del día siguiente, cuanto más para suponer con un mínimo grado de fiabilidad por donde y por qué derroteros la ventura nos paseará en un futuro. Otro asunto es el sueño que uno persiga y que, como decía aquella frase tan manida, se nos puede llegar a cumplir. La perseverancia, el esfuerzo constante y la fe en una meta a conseguir puede ser el mejor de los aliados que podamos tener para llevar acabo nuestros deseos y que nuestros sueños se realicen. Sin embargo, todo queda en el aire, pendiente de un hilo, solo la esperanza de que un día se cumplan nuestros anhelos es lo que nos empuja a continuar, con más o menos peligro, pero sin red; como funámbulo que camina sobre el alambre sin nada que amortigüe la caída, en caso que suceda, no la hecha de menos ni la cree necesaria, otra cosa es a la altura que se encuentre del suelo.
Las dudas y los peligros que conllevan cualquier camino que elijamos no siempre coinciden con los que pensamos, la providencia no es una ciencia exacta, lo suficiente que seamos precavidos colocando la red como para que esa misma protección que colocamos para amortiguar la caída se convierta en el más peligroso de todos los elementos en repercutir. No obstante, como digo, el peligro tampoco es sinónimo de supuesto seguro, es un condicionante añadido a nuestras elecciones, por muy inofensivas o arriesgadas que se nos antojen, pero sin darlo por seguro. Pero lo que nos condiciona a pensar en los posibles riesgos son precisamente los peligros sufridos, la experiencia, de otra manera pasaríamos irresponsablemente por debajo de cualquier cornisa a punto de desprenderse sin sospechar que pudiéramos ser víctimas de la coincidencia, efecto que nosotros provocamos con nuestras acciones, para bien o para mal, y que nos convierte en responsables de nuestros actos, situándonos en el sitio justo y en el momento preciso.

Cualquiera diría que me fui por "los cerros de Úbeda", expresión andaluza para explicar que me desvié del tema, pero nada más lejos de la realidad, con este razonamiento trato de exponer que la casualidad no existe, que todo está sujeto a nuestras decisiones y éstas a nuestros sueños y deseos que nos empujan a decidir, envalentonándonos en su persecución y sin pensar en el arrepentimiento que provoca la frustración y el fracaso. No sé hasta que punto Eva Duarte podría prevenir o presentir el peligro, aunque me supongo que el riesgo estaba generalizado y presente en cada esquina y a cada paso en la época que le tocó vivir, cuanto más para una mujer luchadora, arriesgada, y con más coraje que temores. Lo cierto e incontestable fue su arrojo por la meta a conseguir y sin importarle la ausencia o no de red, por encima de todo estaban sus creencias y lo demostró con la fe que le puso a cada paso dado.
Imagino que la política vino a su vida de la mano de Juan Domingo Perón, su hacer fue continuar ante las masas, pero en esta ocasión el guión no fue otro que sus propias convicciones, de otra manera no se explica la tenacidad y el riesgo expuesto, sin duda el amor tuvo mucho que ver en su desinterés por hacerse con la vicepresidencia, el amor a Perón y a su pueblo. Sus dotes artísticas la auparon hasta ponerla en primera fila del gobierno argentino y estas cualidades no eran nuevas, pues como apuntaba en la primera parte de este texto, comenzaron a florecer en la escuela primaria. Por aquel entonces las matemáticas u otras asignaturas no eran su fuerte, pero en la interpretación y recitando poemas sobresalía por encima de todos los escolares de Junín. Allí participó por primera vez en una obra teatral en el colegio para recaudar fondos para una biblioteca; escuchó su voz saliendo de un altavoz y utilizó un micrófono, participando en un festival de nuevos valores locales en la Casa de Música de don Primo Arini, como no había radio en el pueblo, una vez a la semana, colocaba un altavoz en la puerta frente a su negocio y Eva recitaba poemas en "La Hora Selecta"; también por primera vez mostró sus condiciones de liderazgo cuando acudió a la escuela con un moño negro sobre el guardapolvo, acaudillando a uno de los grupos de su escuela, el día que murió el ex presidente Hipólito Yrigoyen, derrocado por un golpe de estado tres años antes.
Con 14 años a Evita, que pasaba de niña a convertirse en mujer, el peligro la acechó junto con una amiga, según la historiadora Lucía Gálvez sufrieron un intento de violación cuando fueron invitadas, en el auto de uno de ellos, a visitar el Mar de la Plata, pero no pudieron consumar su delito, ante la oposición optaron por dejarlas desnudas en las afueras de la ciudad y un camionero las llevó de regreso a sus casas. Un hecho que se presume tuvo profunda influencia en su vida. No obstante, la vida se abría de par en par ante ella y la necesidad de encontrar trabajo la llevó, aún sin terminar la escuela primaria, a aventurarse y viajar a Buenos Aires, pero tuvo que volver sin conseguir su propósito. Regresó a Junín y acabó los estudios, pasó en familia las fiestas navideñas y el segundo día del año 1935 emigró definitivamente a Buenos Aires.
Sus ansias y deseos por salir de su pueblo y establecerse en Buenos Aires estaban soportadas sobre la creencia de que las grandes ciudades eran lugares maravillosos, donde todo era lindo y extraordinario, incluso hasta imaginarse que las personas lo eran "más" que en su pueblo. Figuraciones construidas en base a lo que oía de quienes visitaron grandes ciudades y de la realidad que la rodeaba, muchos más pobres que ricos, imaginaciones forzadas por su deseo, el de existir otros lugares en el mundo donde la situación fuese al revés a lo que percibía en su entorno. Cuando llegó a la capital argentina, acompañada por su madre hasta que encontró trabajo, pudo comprobar que aquellas figuraciones no eran más que eso, fruto de su imaginación. La realidad era más cruda que lo figurado y comprobó que, al igual que ella, acudían con el mismo propósito los emigrantes de las zonas rurales a las grandes ciudades, forzados por la crisis económica de 1929, constituyendo la mano de obra que impulsó el desarrollo industrial de Argentina protagonizada por los llamados "cabecitas negras", un termino despectivo y racista utilizado por las clases media y alta para referirse a los emigrantes no europeos. La gran migración interna de la Argentina, en los años 30 y 40, fue la base social del peronismo a partir de 1943.

Al contrario que en la primera vez, en esta ocasión consiguió un trabajo al poco de llegar. Era un papel secundario para actuar en la compañía teatral de Eva Franco, una de las más importantes de la época. El 28 de marzo de 1935 debutaba profesionalmente en la obra La Señora de los Pérez, en el teatro Comedias. Al día siguiente de su debut el diario Crítica le dedicaba una breve reseña: "Muy correcta en sus breves intervenciones Eva Duarte", sin duda no era mal comienzo con 15 años de edad. Pero no fue un camino de rosas, durante los años siguientes atravesó un duro trayecto de humillaciones y escasez de trabajo, apoyada siempre en su hermano mayor, Juancito, que emigró a Buenos Aires pocos meses antes que ella. Después obtiene un contrato que la lleva a una gira de cuatro meses por Rosario, Mendoza y Córdoba, en la que cosechó un notable éxito de crítica. Todos los compañeros de trabajo, y quienes la conocieron por aquellos días, la recordaban como una jovencita flaca y débil, cuyo sueño era el de convertirse en una actriz importante, con fuerza y con gran sentido de la amistad y la justicia. Poco a poco iba logrando un cierto reconocimiento y participando en algunas películas como actriz de segunda línea, como modelo, en algunas revistas de espectáculos, pero el éxito relativo le vino como locutora y actriz de radioteatros. El salto importante en su carrera lo dio en Radio Belgrano, donde obtuvo su primer papel en la obra "Oro blanco", más tarde consiguió encabezar el elenco de la recién creada Compañía de Teatro del Aire, simultaneando papeles en películas, para seguir ascendiendo con otras compañías de radio, hasta que en 1942 logra dar el salto definitivo y su estabilidad económica deja atrás las penurias en pensiones y alojamientos de mala muerte para comprarse su propio apartamento en el exclusivo barrio de Recoleta.

En 1943 Eva comienza su andadura sindical y se convierte en una de las fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), el primer sindicato de los trabajadores de la radio. Por aquel entonces la situación política y social del país estaba cambiando radicalmente, la migración había provocado cambios desconocidos hasta ese momento en Argentina, en ese mismo año la producción industrial superó a la producción agropecuaria por primera vez, los cambios se hacían más notables en las grandes ciudades con un amplio proceso de urbanización, empujado por el desarrollo industrial, a la par que las mujeres ingresaban en el nuevo mercado de trabajo asalariado. En todo este contexto social el país se sumergía en una profunda crisis política, los partidos políticos tradicionales estaban inmersos en un sistema corrupto y fraudulento en el voto y que derivó en un golpe de estado militar, donde el joven teniente coronel Juan D. Perón integraba la tercera fila del nuevo gobierno. El encuentro con Perón surgió en 1944, Eva contaba 24 años de edad y él llevaba viudo desde 1938, en un acto en Luna Park, realizado por la secretaría de trabajo y Previsión, de la que Perón era responsable, para homenajear a las actrices que más fondos habían recaudado para una colecta en ayuda de las víctimas del terremoto de San Juan. Parece que fue todo un flechazo porque al mes siguiente ya vivían juntos en el apartamento de Eva Duarte.



















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Cultura mexica ( XI )

Cerámica La cerámica es uno de los elementos artísticos mexicas menos estudiados, si lo comparamos con otros como dioses, calendarios o mito...