miércoles, 15 de octubre de 2008

¡Y volver volver... a Managua otra vez!

Siempre es un placer regresar a este país, capital Managua. Quizás otro nombre no hubiera sido tan apropiado para llamar a la capital nicaragüense, sin duda Managua es sinónimo de agua para un servidor que escoge este mes para visitarla. El mismo mes donde las nubes descargan su histérica carga, esquizofrénica, porque si tengo que definirlas las haré como ataques de desahogo. Parece que el sol se instalará definitivamente con nosotros, con los habitantes capitalinos y, de repente, aparecen un puñado de nubes juguetonas y nos obligan a pulsar el botón que permite al paraguas desplegar sus varillas, se deja precipitar con toda la alegría del mundo y sin reparo, sin vergüenza, sin respeto alguno nos empapa de liquido elemento, después, como consumada la ingenua chiquillada, las nubes caprichosas se alejan jugando bajo el celeste nicaragüense entre rayos chispeantes y presumidos. Definitivamente Managua en noviembre lleva un suplemento añadido, el suplemento de la lluvia.

No por eso merma su hospitalidad, uno se olvida de la lluvia y aprende a vivir con ella, existen muchos más alicientes para encontrarse cómodamente en esta capital centroamericana. La idiosincrasia nicaragüense se mastica en cada detalle y se valora por quien mira a esta tierra con "buenos ojos", pero su original manera de ser, caótica, dinámica, alegre y acogedora, no esconde la depresiva situación por la que atraviesan. Esta decadente realidad no es nueva, pero tampoco eterna, se nota al tacto, a la primera mirada, el descontento y la desilusión que sus habitantes expresan en su manera de vivir cada día es el puro reflejo de la desidia, de la dejadez, del hartazgo, ya no creen en políticos, en promesas, en propuestas banales que morirán en saco roto como todas las anteriores. Podría decir que el futuro de Nicaragua es indiferente para sus ciudadanos, pero tampoco pretendo mostrar un país enfermo, en fase terminal, Nicaragua está más viva que nunca, pero experimentada, desencantada, no se deja engatusar por promesas huecas que no sirven nada más que para afianzar a los políticos en sus cargos, para protegerse de la corrupción y de las malas artes en el despropósito.

Es desesperante ver como el egoísmo se apoderó de los políticos nicaragüenses, no les importan lo más mínimo sus conciudadanos, solo sus electores, es lo mismo que decir que solo se acuerdan de sus necesidades cuando necesitan el voto, es entonces cuando se pasean por los barrios más deprimidos, por los mercados, por las deterioradas infraestructuras que las fuertes lluvias en época de huracanes, tormentas y depresiones atmosféricas, ponen al descubierto, por la mala salud de habitabilidad, por la pobreza... siento tanta pena como cariño por esta tierra y me gustaría que la realidad fuera otra diferente, más positiva, que abandonaran ese puesto tan bajo en el ranking de la necesidad en Latinoamérica.

El próximo mes de noviembre se celebran elecciones municipales y eso se respira, huele a publicidad política, a derroche en propaganda electoral, a gasto de dinero publico para decirle a los ciudadanos que fueron los que más hicieron por Nicaragua, aunque los nicaragüenses saben que nadie hizo nada por ellos. Unos porque no gobernaron como partido, ni tuvieron la oportunidad de llegar a estos comicios al apartarlos de la lucha política y otros porque no tuvieron tiempo para el pueblo, solo los intereses propios mantuvieron encendida la llama de los gobiernos anteriores marcados por la corrupción.
En este año que ha pasado desde mi última visita no parece que se haya hecho mucho por cambiar la realidad del país, más bien todo lo contrario. Mi primera impresión es que el desencanto se ha instalado en el país de Sandino, que no me imagino que pensaría si resucitara y viera como usan su imagen e historia para beneficio propio y contra lo que él luchó. Luchó por la libertad de su pueblo, contra las ataduras dictatoriales, por la dignidad de ser nicaragüense. El frente sandinista, el partido que preside Daniel Ortega, está llevando a un camino sin salida a esta nación, pero no voy a repetir parte de lo que reflejé en otro articulo anterior, "Para la revolución traicionada", pero lo que he leído, visto y oído, en los medios informativos durante estos meses pasados es pura evidencia. Solo hay que pasar por las rotondas de Managua y ver cada día al "grupo de oradores", que jornada tras jornada son traídos y llevados en autocares pagados por el gobierno. Los oradores, no rezan, solo mueven las banderas de Nicaragua que portan en sus manos, mientras unos descansan y duermen bajo una carpa provisional otro relevo trabaja agitando banderas por un plato de comida, son la imagen de la miseria, son los más pobres de la sociedad en la que viven, lo dicen sus rostros que muestran la expresión del desencanto, de la desilusión, que no dicen palabras algunas mientras mueven sus banderas nacionales al son de música revolucionaria a todo volumen. El partido en el poder, es decir Ortega, no solo recorta las libertades de su pueblo sino que se está adueñando de él, no aparece ni una sola bandera del FSLN, roja y negra, sino la azul y blanca, la del país. Todo esto sucede cada día, llueve o truene, los "chicos de las banderas" no tiene para comer y Daniel Ortega los compra con un plato mísero de arroz para que muevan las banderas, para que atosiguen a los que no opinan como él, que son la mayoría de nicaragüenses, con sus pancartas color rosado/morado, entre colores anda el fondo de los mensajes, de amor, de paz, de entendimiento entre hermanos, todo vestido de un cinismo como no se puede imaginar, hay que verlo para comprobar la maquinación del presidente compañero.
Pero no se queda ahí su desvergonzada actitud, toda Managua está sembrada de grandes letreros, anuncios publicitarios, con los mismos mensajes y color de fondo, en cada vía del país, en cada lado de la calzada. No puedo imaginar el costo de esta campaña, pero sí de donde provienen los fondos para financiarlos... no, de Chávez no, Chávez está en horas bajas con la bajada del precio del petróleo, salen de los impuestos del contribuyente, de los presupuestos para luchar contra las necesidades del país, del dinero que alegraría los estómagos de muchos nicaragüenses que no tienen que comer. A Daniel Ortega no le importan sus ciudadanos, eso ya lo ha demostrado, lo triste es que el pueblo se dejó engañar y ahora va a costar mucho esfuerzo que devuelva lo que sin duda, creo, ya se habrá podido llevar.... tal vez habría que preguntárselo a Álvaro Robelo y sus asuntos turbios para blanquear miles de millones de dólares, utilizando el papel de Embajador itinerante por Europa que Ortega le regaló. ¿Quien mueve en Nicaragua 10.ooo millones de dólares en pagarés falsos, que servirían para utilizarlos en paraísos fiscales, sino el propio gobierno?






http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

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