domingo, 3 de junio de 2012

Cultura tolteca ( V )



Expansión de la cultura tolteca

El mundo tolteca fue el enlace cultural entre la herencia teotihuacana y muchos de los aspectos de la cultura nahua que lograron su máximo esplendor con el imperio mexica. Tula fue la encargada de continuar con la expansión cultural que protagonizó Teotihuacan unificando extensas áreas de México y Centroamérica. Así mismo, los toltecas dieron inicio a la transformación mesoamericana durante el periodo Posclásico que involucró varios procesos interrelacionados.

La migración tolteca tuvo diferentes campos de acción. Por un lado el de los propios pobladores, poblaciones enteras, unas de habla nahua y otras de otomí, que se expandieron fuera de las regiones del Centro de México, al igual que la fundación de otras dinastías reales de origen tolteca que surgieron tanto en distintas zonas de México como de Centroamérica. Un segundo frente expansionista fue el comercio, en el que las redes se extendían desde Nuevo México y Arizona en el sur de los Estados Unidos hasta Costa Rica. El último flanco lo marcaría la religión y la ideología, en un periodo de fuertes cambios entre los pueblos mesoamericanos que incluyeron algunos dioses nahuas así como el importante realzamiento épico del hombre-dios en la figura Quetzalcóatl y en el culto a las deidades solar y estelares relacionadas con la guerra y el sacrificio humano.


Algunos historiadores opinan que probablemente la zona de influencia tolteca fuese el antecedente directo del área dominada por los mexicas, apoyados en la gran influencia que ejercía Tula como gran metrópolis mesoamericana entre los siglos XI y XII. Otros en cambio opinan que no, que pese a su estructura política y militar los toltecas nunca consiguieron abarcar el control de tanto territorio como los mexicas. Sin embargo, existen claras evidencias de que hubo algunas regiones dominadas por los toltecas que los mexicas nunca consiguieron dominar.

Al control de Tula se le atribuye gran parte del centro de México, del Bajío, la Costa del Golfo y posiblemente de las vertientes del Pacífico de Chiapas y Guatemala en el Soconusco. También en otras regiones donde los mexicas no lograron la dominación, como algunas zonas de la Huasteca y Michoacán, los toltecas consiguieron conquistas y dejaron claras pruebas de su paso y dominio. Al igual que en Chichén Itzá, en Yucatán, donde su presencia fue extraordinaria. Una relación existente, entre Tula y Chichén Itzá, que se replantea actualmente.


Los resultados que cada día salen a la luz en las investigaciones arqueológicas y antropológicas llevadas a cabo, nos revelan datos que ayudan cada vez más a construir la cadena cultural mesoamericana, en la que cada eslabón es de máxima importancia dentro de su realidad histórica. Algunas de estas investigaciones nos dicen que los pipiles, grupos de habla náhuatl que en el siglo XVI habitaban extensas áreas del Pacífico de Chiapas y Centroamérica, estaban relacionados con los toltecas. Estas estimaciones hacen fuerte la teoría de que junto a cada conquista había un gran movimiento de poblaciones enteras que afianzaban no solo el dominio político y militar sino también el cultural. En algunos lugares pipiles de El Salvador se han encontrado tantas y tan claras evidencias culturales relacionadas con Tula en arquitectura, cerámica y otros elementos, que se ha llegado a la conclusión de que se trataban de colonias toltecas.

Algo parecido ocurre con otras regiones de la Costa del Golfo, donde los restos encontrados muestran similitud con Tula. Pueblos mayas como el Chontal o Putún de Tabasco y Campeche fueron probablemente los que ayudaron a los toltecas en su expansión cuando entraron por el norte de Yucatán, con los que también ha quedado demostrada la existencia comercial con grupos nahuas del Altiplano. De igual manera en el centro de Veracruz las influencias toltecas aparecen con energía y protagonismo en la arquitectura y cerámica, tanto es así que el arqueólogo José García Payán planteó que algunos centros como Castillo de Teayo y Xiutetelco fueron fundados por pueblos procedentes de Tula. También en el Bajío se encuentran edificios muy parecidos arquitectónicamente a los de la capital tolteca, o cerámica con sus características. Carabino, en Guanajuato, y Villa de Reyes, en San Luis Potosí, fueron dos puntos estratégicos ubicados en las grandes rutas del comercio


Otros elementos arqueológicos claves relacionados con los toltecas son los fabricados con obsidiana. Puntas de lanza y flechas, y herramientas como cuchillos, navajas o raspadores, se elaboraban con obsidiana procedente de la región circundante de Tula. El mineral extraído de las minas de Ucareo es la prueba más relevante de la expansión comercial y cultural tolteca, de allí se extrajo gran parte de la obsidiana que importó Tula durante el primer momento de su apogeo. A mediados del siglo pasado, el arqueólogo Hugo Moedano, identificó restos de una cerámica casi idéntica a la elaborada por los primeros pobladores de Tula durante los siglos VIII y IX d. C. Estos hallazgos llevan a la conclusión de que los habitantes de Ucareo descendían de una colonia tolteca que trabajaba en las minas. A estas estimaciones se unen a que a principios del siglo XVI, aunque Ucareo formaba parte de una provincia del poderío tarasco, su población hablaba otomí, lo que refuerza la teoría, ya que los otomíes constituían una parte importante de la población de Tula junto a los grupos nahuas.




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