viernes, 11 de mayo de 2012

Cultura tolteca ( III )


Política y sociedad

El espíritu de lucha que definió a los chichimecas en su origen no lo perdió el pueblo tolteca, aunque con el tiempo y al establecerse en Tula se fueron convirtiendo en una sociedad civilizada. No obstante, siempre mantuvieron enfrentamientos de lucha con los pueblos vecinos. El hecho de ser una sociedad teocrática, en la que el monarca era a su vez supremo sacerdote, nos marca la referencia si analizamos a sus dioses. Si la creación de Tula parece que se dió en una época en la que su gobernante Topiltzin profesaba el culto a Quetzalcóatl y trató de abolir los sacrificios humanos, por otro lado la civilización tolteca dio a su fin con el gobierno de Huémac que rendía culto a Tezcatlipoca, una deidad terrible que exigía dichos sacrificios. De todas maneras, que la casta militar fuese la que predominara en la organización política y social tolteca es lo que permitió la expansión imperialista, la conquista y los tributos de los poblados vecinos.

A esta política expansionista por la fuerza y la violencia, se le sumó otra estrategia llevada a cabo por los gobernantes de Tula con el propósito de ampliar su zona de influencia política más allá de sus fronteras, por medio de alianzas mediante matrimonios con las familias reales de otros estados. No cabe duda que el prestigio acumulado por los toltecas, que les permitió ejercer funciones arbitrarias de poder entre los pueblos mesoamericanos, se alargó en el tiempo siglos después de desaparecer Tula, pues esa arraigada tradición servía de apoyo y orgullo al reclamar el derecho a tronos alegando ser descendientes toltecas, incluyendo a gobernantes mexicas. Este fue el caso de Acamapichtli, el primer gobernante de Tenochtitlan, que en su elección tuvo como influencia definitiva para convertirse en monarca la de tener sangre de la dinastía real de Culhuacán, una de las principales ciudades fundada por los toltecas en la Cuenca de México.

La consideración por parte de otros pueblos de Mesoamérica hacia la influencia prestigiosa que ejercía Tula convertía a esta ciudad en el centro neurálgico protocolario. Las crónicas y códices muestran algunos datos y acontecimientos que dan ejemplo de ello. Entre esas crónicas sirven como ejemplo la de la historia de los mayas de los Altos de Guatemala, en la que los quichés y los cakchiqueles consideran a sus gobernantes descendientes directos de los toltecas, que llegaron a su territorio dirigidos por el gobernante Gukumatz (Serpiente-Emplumada-Quetzalcóatl). También los códices mixtecos de la dinastía Tilantongo revelan que el famoso rey y conquistador de grandes áreas de Oaxaca que gobernó durante el siglo XI 8 Venado, Garra de Tigre, tuvo el privilegio de viajar a Tula donde fue reconocido como máximo dirigente mixteco.

La cultura tolteca es el resultado de la asimilación de diferentes procedencias, de un conjunto de culturas que se fusionaron, la de un grupo nahua procedente de las culturas clásicas del centro de México con aportaciones de tradiciones culturales como la zapoteca, la mixteco-cholulteca y la maya. A pesar de su compleja composición, la fusión de la sociedad tolteca terminó conservando sus rasgos característicos, dividida en dos grupos diferenciados: el grupo superior compuesto por el gobernante supremo, los sacerdotes, la jerarquía militar y funcionarios. El grupo inferior reunía a los trabajadores agrícolas y a los artesanos.

En el grupo privilegiado recaía la responsabilidad y los designios de la sociedad, así como del control de la producción y la distribución del consumo; de la planificación de las ciudades y sus obras; así como de la posesión del poder y del conocimiento científico y religioso. También las artes como la escritura y la arquitectura o los conocimientos matemáticos o de astronomía estaban bajo su determinación; el calendario y la interpretación de los días propicios o nefastos y todo lo relacionado con los rituales y las celebraciones públicas. Los funcionarios pertenecientes a las funciones administrativas y burocráticas, aún perteneciendo al preferente, recibían un estatus por debajo del resto de componentes del grupo dominante.

El grupo más numeroso de población lo constituían los agricultores y los artesanos, eran la base del sistema y sobre ellos recaían todos los procesos productivos de la sociedad, desde la agricultura, procesación de alimentos y la elaboración de los objetos cotidianos y suntuarios hasta la fuerza de trabajo que construía y mantenía las plazas y edificios públicos, palacios, pirámides, terrazas artificiales, sistemas de canales, calzadas, calles y drenajes.

Algunas de estas actividades especializadas eran realizadas por extranjeros que, a la manera que sucedía en Tenochtitlan y otras ciudades mesoamericanas, formaron barrios de grupos, guetos étnicos, de los que existen indicios de pequeñas colonias mayas, huastecas, mixtecas, así como del centro de Veracruz y de la costa del Pacífico de Chiapas y de Guatemala. En cuanto al idioma, la composición étnica de Tula recae mayoritariamente sobre grupos hablantes del náhuatl, pero es muy probable que el otomí fuera también el habla de sus habitantes, pues los estudios lingüísticos e históricos revelan que este área fue poblada por grupos otomies desde varios siglos antes de la conquista española.

El concepto de familia que se tiene de los toltecas es de composición extensa, de padres e hijos con sus propios conyugues y sus propios hijos, que por lo general vivían en residencias de tres o cuatro casas agrupadas y distribuidas alrededor de un patio central que era de uso común para todos los residentes del conjunto de casas. Al patio se accedía por una sola entrada, el único acceso a la residencia, en forma de L y angosta, por la que solo podían entrar una persona a la vez. Cada casa era independiente de la otra y a su vez cada una tenía sus cuartos para las diferentes tareas y comunicados entre sí, para la preparación de alimentos, para dormir, para trabajar o para guardar las pertenencias de la familia.

El patio central del conjunto revela la importancia que la familia tenía para los toltecas. Era el centro de reunión donde se realizaban actividades comunes como moler el maíz en metates muy parecidos a los actuales, limpiar y preparar pieles, hilar fibras de maguey o la elaboración de objetos de uso propio, entre otras actividades. Todo ello entre el griterío y juego de los niños.


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