sábado, 7 de enero de 2012

Cultura Purépecha (II)


Orden político y social, economía y religión

Para los purépecha la cuestión militar era muy importante, esto lo pone de relieve la organización social fuertemente centralizada y jerarquizada, monárquica y elitista. Su gobierno era teocrático, lo que quiere decir que su rey era al mismo tiempo el líder religioso o espiritual, una autoridad suprema que tenía como máxima tarea la de mantener el culto a su principal deidad, el dios Curicaveri. Son varias teorías las que existen respecto a la sucesión del trono, mientras algunos estudiosos apuestan por la herencia directa al primero de sus hijos del primer matrimonio, otros en cambio creen que el poder hereditario se repartía de distinta manera, sí herencia pero su sucesor se elegía entre sus parientes más próximos a la muerte del gobernante o cazonci.

En lo que sí parece que existe unanimidad de criterio es en que la sociedad purépecha estaba muy estratificada, que existían diversas categorías sociales. En la parte más alta de la pirámide social se situaba el cazonci y su familia, el gobernante al tiempo que ejercía el máximo poder se erigía en el representante de la diosa Cuerauáperi. En el escalón inferior a la cúspide se encontraba el petámuti, sacerdote mayor, a quien les seguían los altos funcionarios: el agantácuri o gobernador y capitán general, el ocambecha o recaudador general y los señores de las fronteras que recibían el nombre de caracha capacha.

A continuación de todos estos cargos relevantes se situaba la clase media, la que constituían los diputados o mayordomos mayores, cuya dedicación se centraba en la recaudación del tributo en las diferentes áreas. Seguidamente estaban los productores, trabajadores, artesanos, cazadores, pescadores y comerciantes; por último los esclavos.

Los purépechas acostumbraban a una estética personal generalizada y definida, en la que la pintura facial y corporal tenía un relevante protagonismo. A los hombres les gustaba pintarse el pelo de blanco, mientras que las mujeres se inclinaban por el color rojo, usaban fleco y trenzas de listones. Los adornos eran generalizados, tanto ellas como ellos usaban ojorcas y orejeras circulares, así como collares, brazaletes y pulseras.

En cuanto a la organización económica, las ganancias se distribuían conforme a la participación que cada uno había tenido, era el jefe el que decidía el reparto de lo obtenido en el desempeño de las diferentes actividades laborales, que pasaban por la caza, la pesca, el comercio y especialmente en la agricultura. El trueque era el sistema que se usaba localmente, sin embargo, cuando el intercambio se realizaba con otras regiones era el cañuto de pluma lleno de polvo de oro lo que se usaba como moneda; una tercera opción se empleaba para pequeñas operaciones, una unidad que llamaban pijar, cuyo valor se estimaba equivalente a cinco mazorcas de maíz.

Es importante resaltar la relevancia de los metales en la economía, hay que tener en cuenta que el purépecha era un pueblo principalmente guerrero y, como tal, todo lo relacionado con lo militar disfrutaba de una cierta categoría en importancia. La metalurgia purépecha, relacionada también con la guerra, fue una de las aportaciones a la Mesoamérica posclásica. La vocación expansionista estaba igualmente unida a la economía, cuyas conquistas generaban botines de guerra y nuevos tributos. Los ascensos sociales no contaban con muchos mecanismos posibles y de ellos el camino militar era el más valorado para subir de categoría.

Sus especies agrícolas eran principalmente: maíz, frijol, calabaza, algodón y chía; para sus cultivos empleaban el bastón plantador o coa, con la particularidad de la punta de cobre que utilizaban para hacer los agujeros en la siembra. Considerados buenos pescadores, para el desarrollo de esta actividad usaban canoas, redes y anzuelos de cobre, con lo que pescaban charales y truchas, entre otras especies.

A diferencia de la mayoría de los pueblos mesoamericanos que representaron a sus dioses en materiales más duraderos como la piedra, o en otros soportes y expresiones como las pinturas murales, los purépechas no dejaron muestras donde poder estudiar su panteón religioso, sus deidades. Esto no significa que su religión no tuviese un peso específico en la sociedad, la creencia es que sí pudieron haber realizado esas representaciones pero es muy probable que lo hiciesen en otros materiales más efímeros, perecederos como madera o pasta y que no llegaron hasta nuestros días.

Aun así, se conoce que su dios principal era Curicaveri, que representaba al sol y al fuego; Cuerauáperi era la madre de los dioses, la encarnación femenina de las fuerzas productivas de la tierra y de los ciclos de la naturaleza; la diosa de la fertilidad, hija de Cuerauáperi, recibía el nombre de Xarantanga; y de otros dioses como Peuame, diosa del parto, o Auicanime, deidad del hambre, no se tienen mucha información. De lo que sí se tiene conocimiento es de la fiesta que se celebraba en honor de la madre de todos los dioses, Cuerauáperi, y que recibía el nombre de Sicuíndiro, en la que se sacrificaban a los esclavos delincuentes sacándole el corazón.


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