lunes, 9 de mayo de 2011

Periodos culturales mesoamericanos: Posclásico


El periodo Posclásico fue el último en el desarrollo independiente de la civilización mesoamericana, el que se podría definir como la etapa en la que la actividad militar cobra una gran fuerza. Sin embargo, culturalmente también tuvo una importantísima relevancia, fueron numerosos los cambios culturales ocurridos en este tiempo, fue el contexto en el que florecieron pueblos como los mixtecos, en Oaxaca; los tarascos en Occidente; los huastecos en el norte de la llanura del Golfo de México; los pipiles en América Central y los mexicas y toltecas en el Centro. A pesar de este relevo cultural, para algunos autores el Posclásico es el periodo que marca la decadencia de las grandes culturas mesoamericanas.

Cronológicamente, este periodo abarca desde el 900 al 1.521, año en el que comenzó la conquista española. Tradicionalmente, al igual que los otros anteriores, este periodo se ha dividido en distintas etapas, en este caso son dos, el Posclásico Temprano, del 900/1.000 al 1.200, y el Posclásico Tardío, del 1.200 al 1.521. En esta etapa, los gobiernos teocráticos fueron perdiendo fuerza en favor de los grupos guerreros y las clases militares que ocuparon el poder, que a su vez, medio siglo antes de la llegada de los españoles lo fueron cediendo a los pochtecas. Un grupo poderoso económicamente, comerciantes relacionados con la estructura nobiliaria, que acabaron por acaparar el poder político.

Al igual que en los anteriores espacios de tiempo, también en éste existen elementos característicos que marcan el desarrollo en la región. Algunos de estos avances son significativos, como la aparición de la metalurgia, que llegó importada desde Sudamérica, aunque el conocimiento de los metales no alcanzó un gran desarrollo en Mesoamérica; el cultivo de chinampas; las castas militares, las guerras floridas y la aparición del arco y la flecha como armas de guerra; los impuestos tributarios; y culturalmente aparecen los pictogramas, las primeras fuentes inscritas de la historia de México.

No obstante, si existe un elemento relevante por encima de otros en este periodo, sin duda, es la emigración. El desplazamiento de pueblos enteros en busca de otros lugares que le proporcionaran mejores condiciones de vida. Parece que mucha culpa de estas migraciones la tuvo el clima, que puso en verdadero peligro la subsistencia de los pobladores, lo que implicó el abandono completo de la región. Estos pueblos norteños, procedentes de Aridoamérica, Oasisamérica y la zona norte de Mesoamérica, provocaron a su vez el desplazamiento de otros pueblos que llevaban siglos asentados en el área nuclear mesoamericana; algunos de ellos llegaron incluso hasta Centroamérica.

Aunque la cronología mesoamericana varia en el tiempo dependiendo de las regiones, en este periodo es la caída de las ciudades-estado del centro de Mesoamérica en el Epiclásico lo que marca el comienzo del Posclásico. El Posclásico Temprano comienza con la hegemonía de los toltecas y Tollan-Xicocotitlan. El siglo XII, el que da comienzo al Posclásico Tardío, es el que marca el inicio de la llegada de los pueblos chichimecas, que se establecen en el valle de México al igual que los mexicas un siglo más tarde, en 1.325, todos ellos emparentados lingüísticamente con los toltecas.

Según nos dice Rosa Mayra Ávila Aldapa, en Los Pueblos Mesoamericanos, las representaciones visuales que nos llegan de esa época, así como los documentos del siglo XVI, describen órdenes de guerreros profesionales, ataviados en forma de animales feroces (águilas, jaguares, coyotes) que se agrupaban en torno a cultos religiosos propios y que se desplazaban a territorios extranjeros en calidad de mercenarios muchas de las veces. Fue una época en la que la carrera militar acarreaba prestigio y era el camino más corto para el ascenso social. El culto al dios Serpiente Emplumada, una de las potencias creadoras y héroe cultural de la mitología mesoamericana, estuvo asociada a la ideología militarista reinante por aquellos días, cuyo fuego divino creían portar los gobernantes de los nuevos regímenes. Tanto era así que algunos de estos gobernantes llevaron el nombre según eran conocidos, Quetzalcóatl en el Centro de México, Kukulkán en el norte de la península de Yucatán y K'ucumatz en los Altos de Guatemala.

De igual manera, las clases dirigentes se declaraban herederas de una ciudad mítica, también nombrada distintamente según la cultura, Tollan en nahua y Zuyuá en maya, es por esto que muchas de las capitales de la época se identificaban con este topónimo (Tollan-Xicocotitlan, Tollan Chollollan, Tollan Teotihuacan).

La mítica Tollan estuvo durante mucho tiempo identificada con Tula de Hidalgo, pero algunos autores lo ponen en entredicho y lo niegan. Como ejemplos: Enrique florescano la identifica con Teotihuacan y, por su parte, López Austin opina que es parte del imaginario religioso de los mesoamericanos. Otras de las características de estas clases dirigentes eran las alianzas entre las ciudades-estado afines a esta ideología zuyuana, de carácter militar y multiétnica, como fue la liga de Mayapán en Yucatán, o la confederación mixteca de Ocho Venado en la sierra de Oaxaca. Sin embargo, la caída de Tollan-Xicocotitlan supuso un duro revés para aquel sistema de alianzas que finalmente dio al traste con la disolución de la liga Mayapán, el Estado mixteco y el abandono de Tula.

Aunque los grupos norteños recién llegados estaban emparentados con los antiguos toltecas, su ideología era totalmente diferente. Los mexicas fueron los últimos en llegar y, bajo el dominio de los tecpanecas de Azcapotzalco, se establecieron en un islote del lago Texcoco. Fue el grupo que más adelante consiguió controlar gran parte del territorio mesoamericano, conformando un Estado unitario y centralizado, y que no encontró más que un rival en su expansión dominante, el pueblo tarasco de Michoacán, al que nunca pudieron vencer. Cuando llegaron los españoles, muchos de estos pueblos sometidos a los mexicas buscaron en ellos los aliados para librarse de las ataduras, pensando en la libertad.


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