sábado, 5 de marzo de 2011

La primera transición: de la recolección a la agricultura.


Entre las teorías que los demógrafos defienden existe un punto de encuentro que no tiene discución alguna, todos apoyan las repercuciones biológicas que tuvieron en los individuos y las sociedades, en el apartado de salud y el aumento de la fecundidad, los descubrimientos o hechos culturales que repercutieron en el desarrollo tecnológico. Una variable determinante en el aumento de la población y el cambio demográfico. Buorgois-Pichat (1969) defiende que algunos hechos tan relevantes como el descubrimiento del fuego, la invención de la agricultura y de la máquina de vapor, marcaron tres transiciones demográficas diferentes de gran repercución en la población mundial. Del mismo modo, Livi Bacci (1990) sostiene que la difusión de la agricultura permitió que la población se multiplicara varias veces al aumentar el límite de recursos alimenticios que la naturaleza ofrecía a los recolectores cazadores.

Sin embargo, y según Lourdes Márquez Morfín y Patricia Hernández Espinoza en La transición demográfica y el surgimiento de la agricultura en Mesoamérica, en esta primera transición demográfica que la agricultura marcó como proceso cultural de gran importancia para el crecimiento de la población, existen dos teorías. Dos brechas abiertas por los demógrafos que llevan a un punto de discrepancia o desacuerdo en cuestión de salud, no así en la fecundidad y la multiplicación de la población. Una de ellas, la clásica, parte del supuesto de que una mayor aportación alimenticia o nutricional permitió que acelerara el crecimiento de la población, apoyada por el sistema agrícola y el descenso en la mortalidad. Por contra, la segunda teoría defiende que la sedenterarización a la que evolucionó la población supuso un cambio brusco en la alimentación, disminuyó la calidad alimenticia, y aumentó los riesgos de transmisión de enfermedades infecciosas que, a una mayor densidad y posibilidad de contacto, también habría aumentado la mortalidad.

No obstante, entre una y otra teoría, lo compartido es que la sedentarización facilitó la crianza de los hijos y disminuyó los tiempos entre los nacimientos, lo que permitió el aumento de la población. Respecto a esta cuestión, Livi-Bacci dice que, el desarrollo de la agricultura habría aumentado la mortalidad, pero aún más la fecundidad propiciando el aumento de la población. Sin embargo, existen otras voces discrepantes con estas dos teorías, como la de Robert McCaa (2002), que opina que "la agricultura no fue la maquinaria sostenible de la transformación demográfica en la prehistoria de América, pues existen evidencias de que algunos grupos no horticultores experimentaron aumentos en la fecundidad".

De todas maneras, queda una evidencia arqueológica clara sobre el periodo entre el 8.000 y 4.000 a. C., y dependiendo de la región, que hubo un cambio en la economía de subsistencia inclinado a los productos que producía la agricultura, aunque se mantuviera la combinación con lo obtenido en la caza, pesca y recolección. Cohen y Amelagos (1.984) sostienen que al producirse más alimentos y tener excedentes se podía asegurar la alimentación de un número más elevado de personas, de la misma manera que se podían guardar los granos y semillas para otros periodos de escasez, sequía u otros problemas medioambientales.

La agricultura permitió una mayor cantidad de alimento para un mayor número de personas y existen argumentos por parte de investigadores para defender que al estar mejor nutridos y más sanos se reducía la mortalidad en edades más prematuras y se elevaba el potencial productivo, lo que permitía crecer y multiplicar la población. Sin embargo, queda la duda si, además de cantidad, con la agricultura también se superó la calidad alimenticia. Queda en evidencia que los dos grupos, los recolectores-cazadores y los agricultores, tenían hábitos alimenticios distintos. La dieta de los primeros era más equilibrada que la de los segundos; según Brown y Konner (2.000), se componía de una cantidad suficiente de proteínas (34 %), carbohidratos (45 %), grasas (21 %), vitaminas y minerales. Por el contrario, la alimentación basada en la agricultura estaba apoyada fundamentalmente en los hidratos de carbono, en el caso de Mesoamérica en el grano del maíz. Sumado a esto, la forma de vida sedentaria cambió el modo de vida nómada y con ello la salud y el tipo de enfermedades infecciosas que sufrieron.

En Mesoamérica, el desarrollo de la agricultura se había extendido totalmente 3.500 años atrás, durante el periodo Preclásico. Se produjo de manera paulatina y diferenciada en las distintas regiones. En las que se han investigado hasta el momento, especialmente en territorio mexicano, en la Cuenca de México, la región zapoteca y el área maya se estima una población baja, eso sí, con un crecimiento constante desde el periodo Temprano al Terminal (1.500 a 0 a. C.), continuando hasta finales del Clásico (0 a 900 d. C.). Según Martínez Muriel (1.993), durante el preclásico se fueron desarrollando multitud de aldeas con pocos centenares de personas, pero es en el Clásico Medio donde al parecer se dan los datos más elevados de población, en ciudades como Teotihuacan, en la Cuenca de México, Tikal en el área maya y Monte Albán en el Valle de Oaxaca.

En este intervalo de tiempo fue importante el desarrollo tecnológico en el cultivo y la domesticación de las plantas, tanto fue así que para el Periodo Clásico se tenía una dependencia total de granos como el maíz y el frijol. Las repercusiones sufridas en las pequeñas aldeas se tradujeron en hacinamiento que fueron formando barrios donde se alojaban decenas de individuos organizados en familias. Los tiempos en que se dedicaban al autoconsumo habían quedado atrás y pasaron a desarrollar actividades y labores diversas y a obtener el alimento por los nuevos patrones socioeconómicos desarrollados. La climatología fue favorable y permitió la proliferación de cultivos, dando como resultado una mayor longevidad de los adultos y el aumento en el tiempo para concebir en las mujeres. En definitiva, factores decisivos para el crecimiento de la población mesoamericana.



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