viernes, 13 de agosto de 2010

El mal que los persigue


"Huir de la miseria, huir de los traficantes, huir de la injusticia... huir del mal que nos persigue".

Estas palabras salían de la boca de un emigrante latino en una entrevista que el reportero hacía para una cadena de televisión española. La frase por sí sola evidencia cual de injusta es esta sociedad en la que vivimos y que construimos día a día contra los más débiles. Provocamos sus miserias, les forzamos a tener que buscar otro horizonte donde subsistir y cuando se deciden y dan ese paso, nunca agradable, el de emigrar a otra tierra que no es la suya, se encuentran con quienes también quieren sacar tajada de sus desdichas, traficando con ellos y con sus necesidades. Los que no quedan olvidados en el camino para siempre, un gran número de ellos, y consiguen llegar penuria tras penuria a ese paraíso soñado donde podrán sentirse con la dignidad que el ser humano merece y necesita, entonces, aparecemos de nuevo vestidos de legalidad para tratarlos como delincuentes por atreverse a buscar una vida más justa en otro país. Este es el mal, el sino que persigue a los emigrantes que cada día se juegan la vida, por no dejar que la miseria se las arrebate.

El mal que los persigue no es otro que el desajuste social que reina en este mundo cruelmente globalizado. En un informe que la ONU presentaba al respecto, al de la emigración y la trata de personas en el mundo, revelaba que entre 2'5 y 3 millones de inmigrantes son introducidos de manera ilegal de América Latina a Estados Unidos, lo que genera unos beneficios para los traficantes cercanos a los 6.600 millones de dólares. De igual manera expone que 140.000, personas, tan solo en Europa, son víctimas del tráfico humano con el propósito de explotarlas sexualmente. Una actividad delictiva que genera para los traficantes un ingreso anual de más de 3.000 millones de dólares. En este mismo informe, llamado "La globalización del delito: evaluación de la amenaza del crimen organizado transnacional", también precisa que la mayor parte de las ganancias de la venta de droga en el mundo se quedan en Estados Unidos, Canadá y Europa, y que en el caso de la cocaína representa un 70% de los 72.000 millones de dólares traficados en el mundo anualmente.

Estas cantidades ya refleja el poder que mueven estas organizaciones criminales y la cantidad de vidas humanas que les sirven de mercancía para sus intereses delictivos. Hasta el punto de ofrecer una recompensa de 1 millón de dólares por parte de la "Línea", brazo armado del "Cartel de Juárez", a quien haga rodar la cabeza de Joe Arpio, "el sheriff caza migrantes". Parte de gran culpa del poder que disfrutan los narcotraficantes las tenemos las sociedades desarrolladas del mal llamado primer mundo, estamos dando pie a que esto suceda con nuestra actitud consumista y por extraer las riquezas naturales de esos pueblos que viven en la pobreza y dejarlos luego como apestados, una vez que ya no nos interesa continuar explotándolos. Para colmo de males, los ciudadanos pobres de esos países se ven en la disyuntiva de continuar en la miseria o emigrar a esos mismos territorios donde se llevaron las riquezas que podrían haberlos alimentado y se encuentran con que otros indeseables pertenecientes a su misma especie los esperan sabedores de sus infortunios para chantajearles con lo poco que les queda, sus propias vidas.

Pero para cerrar tanta desdicha e injusticia, cuando consiguen llegar a ese anhelado paraíso que significa un plato de comida cada día y un techo que los acoja, se encuentran con la fuerza bruta de la injusticia humana declarándolos delincuentes, peligros sociales para esas sociedades donde no tienen cabida ni los pobres ni los desahuciados. "Ya estamos suficientes", argumentan para perseguirlos como al peor de los criminales. Esto es lo que sucede desgraciadamente en Estados Unidos y Europa, especialmente, porque si la ley contra los inmigrantes en Arizona ha puesto el grito de medio mundo en el cielo pidiendo justicia, el otro medio calla cómplice apoyando esa persecución deleznable contra los más desfavorecidos.

Injustamente, Arizona, se lleva el honor, el privilegio de ser el primer estado en criminalizar la migración. Digo injustamente porque así lo es en Estados Unidos, pero en Europa, en países como Francia e Italia, la inmigración se criminaliza y se persigue con más ahínco aún que en la propia Arizona. Sí es verdad que no retienen a los detenidos inmigrantes a 43º ni les obligan a usar ropa interior de color rosa como les obligaba Arpio, en el condado de Maricopa, Arizona, en la "Ciudad de las Carpas" que creó el más odiado sheriff por todos los inmigrantes, especialmente mexicanos. Aún así, en los últimos años se han promovido leyes al estilo de la polémica creada en Arizona, como digo anteriormente en Francia e Italia se han creado leyes que criminalizan y persiguen a los inmigrantes irregulares. Por ejemplo, no tener documentación en Italia se castigó el pasado año con penas de cárcel, extensibles a aquellos ciudadanos que les diesen cobijo.

En 2008, el parlamento europeo aprobó la llamada "Directiva de la Vergüenza", que permite internar hasta 18 meses a las personas que esperan para ser deportados. En España no se llega a tanto, aunque la crueldad es casi la misma para los 60 días como máximo que permiten las leyes para retener a un irregular. También es verdad que rara vez se cumple el tiempo máximo estipulado que marcan esas leyes, aunque las deportaciones express, en tan sólo 48 horas, que se llevan a cabo desde 1985, es una injusticia comparable a las demás, al arrancar bruscamente al inmigrante de ese núcleo familiar o social donde se desenvuelve y que significa su entorno más cercano.

Sin embargo, y ante tan sombrío panorama, no queda más remedio que ser optimista, esperanzado en que estas injusticias sociales contra la migración no pueden durar siempre, son mayoría los pobres que necesitados tienen que dejar sus pueblos atrás en busca de una vida digna, unos pocos países no podrán poner por siempre barreras a las necesidades de millones de personas en todo el mundo.


3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo que penalizar al migrante es una barbaridad. Vivimos en una época de global apropiación y concentración de la riqueza: casi toda esta en el norte o el occidente. La élites locales son también concentradoras de riqueza, en los paises antes llamados tercermundistas, ahora inframundistas. En México hablo con experiencia de primera mano, las personas se van de migrantes, porque la corrupción gubernamental y la concentración de la riqueza impiden a la gente construir un vivienda básica, o cualquier otro sencillo sueño que las personas tengan. Mi familia (todas mis hermanas y mi madre) emigraron al norte y ahí se quedaron, yo hice el camino del norte aún jóven, nadando el río y junté dinero para terminar la Universidad (mi sueño). En aquel entonces la frontera no tenía los desafíos de ahora, bastaba estar joven y sano, saber nadar y correr como conejo. Hoy ronda la muerte y las mafias, llegar al norte no es garantía y en el mejor de los casos, sólo se puede asirar a pasar años pagando el prestamo con que se cubrió los servicios del "coyote", viviendo con el miedo permanente de ser deportado. Los triunfadores de este caos son las autoridades corruptas, los patrones abusivos en los países receptores y demas seres rapaces que viven de la migración ilegal. En el proceso e cruce el morir asesinado por los asaltantes o "pateros", "maras" en las zonas "grices" de las dos fronteras, morir arrollado o ser cercenado por el tren, morir de sed e insolación en el desierto brutal, morir, morir, morir son riesgos reales. En el caso de mi país la culpa la tenemos los mexicanos, no hemos sabido crear un sistema democrático que permita al empresario, ser empresario, al niño y jóven estudiante, al policía policía, al maestro una linterna alumbrando. Por si misma la democracia no garantiza el exito de un país, pero sin ésta es poco probable llegar a un estado de bienestar básico. Saludos amigo

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  2. Como casi siempre compartiendo criterios contigo. Un cálido abrazo.

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  3. Muy bueno Antonio, me gusta ese optimismo que encuentras en resolver los problemas sociales.Hay que volver a re-educar a las personas, en las escuelas etc para volver a cambiar de mentalidad, mentalidad de odio, de descriminación, de clases sociales , religion, etc, estamos bastante lejos de eso, pero hay que tener optimismo. No creo en la lucha armada, sino que en educar a la ciudadanía, por que todo eso son comportamientos aprendidos de cultura a cultura, de generacion a generacion.

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