lunes, 17 de noviembre de 2008

Mi querida comandante


Que casi todos los personajes, o acontecimientos, a los que miro sean hombres, o protagonizados por el sexo masculino, no quiere decir que la mujer tenga un papel poco relevante en la sociedad y cultura nicaragüense, al contrario, las mujeres han sido protagonistas en muchas paginas de la historia de Nicaragua. Al igual que España es una tierra mariana, en todos sus conceptos, es la cultura que gira al rededor de la mujer, de la madre, y que no existen diferencias sustanciales en comparación a nuestra cultura mediterránea. De hecho la influencia es total, la línea social establecida y heredada de los españoles colonizadores, el tiempo y la distancia no han marcado variantes evidentes, al menos a simple vista.
De la misma manera que en Andalucía, en España en general, el hombre es el que dice la última palabra pero realmente quien manda es la mujer. Cierto es también que nuestras sociedades son machistas, dominadas por el hombre, que la mujer no tiene nada fácil para conseguir y que cuando cumple con su meta propuesta lo hace con el doble esfuerzo respecto al sexo masculino. Así mismo, en Nicaragua, las nuevas generaciones vienen mejor preparadas y la mujer se presenta como un duro competidor en todos los ámbitos, profesionales, laborales, sociales en general. El sexo femenino siempre estuvo a la misma altura que el masculino, en preparación, pero ahora la mujer no solo compite en las sociedades nicaragüenses y españolas en calidad sino también en cantidad, en el futuro de la mujer ya no solo se contempla el hogar, los hijos... en estos tiempos se vislumbra un esperanzador horizonte profesional, sinónimo de independencia y todo lo que acarrea, ya no tienen que estar a expensas del marido, del hombre, los nuevos tiempos se presentan más justos en este tema. Pero de ninguna manera esto quiere decir que la mujer ya lo tiene todo hecho, su lucha social aún no ha terminado y los logros por equiparar los dos sexos aún quedan por venir, por superar las barreras que todavía hoy se plantan ante nuestras madres, hermanas, hijas, compañeras.
No cabe duda que la liberación de la mujer pasa por su independencia económica y esta circunstancia indiscutiblemente lo hace posible el mundo laboral, no solo en competitividad de preparación sino también necesariamente en equiparación de sueldos, en poder adquisitivo. De igual manera hay que agradecer, y eso es esfuerzo de toda la sociedad, que las nuevas generaciones sean más comprensivas, no necesariamente más inteligentes, pero sí más abiertas a los nuevos retos de los que no solo se beneficiarían las mujeres, de igual modo el hombre, porque esto haría una sociedad más justa y el beneficio recaería sobre todos los componentes. Ya lo decía un paisano mío, un insigne cordobés, musulmán del siglo XII en al-Andalus, filosofo, matemático, medico, Averroes : "Nuestro estado no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ven entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales". Estas mismas palabras también las reflejé en "Tomando café con Wallada", perteneciente a Miradas Impacientes. Es un halago que alguien tan especial valorara a la mujer en aquella época en lo que todo, o casi todo, eran excesos e injusticias sociales.

En todas las sociedades, injustamente, la mujer siempre ha ocupado un papel secundario, pero cuanto más avanzamos más necesaria se hace su participación en primera línea. No se entienden las sociedades de hoy, mucho más avanzadas, sin el concurso femenino en el desarrollo cultural. Es evidente que la mujer aporta a la sociedad el contrapunto que el hombre no puede, por su propia naturaleza, y no quiero decir con esto que las féminas sean interesantes e indiscutibles solo en asuntos sociales, no, la mujer aporta la misma decisión y frialdad que el hombre en todos los asuntos importantes, da igual que sean militares, judiciales o industriales, por poner algunos ejemplos. El sexo no debe de ser determinante a la hora de desempeñar una tarea, pero sí es verdad que la labor femenina siempre es más sensible, no por eso débil en el carácter.
Ejemplos de mujeres nicaragüenses importantes los hay en todos los campos sociales, no es fácil escoger un personaje femenino que las represente a todas, entre otras razones porque mi intención es la de ir sumando nombres femeninos a esta galería de miradas a Nicaragua, por ningún motivo en concreto, solo porque las sociedades están compuestas por ambos sexos, equiparados en importancia. El hombre no sería nada sin la aportación insustituible de la mujer. También tengo que reconocer que siento una debilidad especial por Dora María Téllez, más que como mujer, por lo que significa como persona, es un icono para las libertades, por supuesto de igual manera símbolo para la mujer, y desde su juventud dio muestras de madurez, de inteligencia no reñida con la generosidad, su valentía no es otra cosa que su bondad, infinita hacia su pueblo por la libertad a compartir. Dora María Téllez no tiene nada por demostrar, su propia vida es una demostración generosa y constante que no solo en Nicaragua se valora, aunque tenga sus detractores más por envidia que por razonamientos, el resto del mundo tiene un alto valor y reconocimiento por aquella comandante veinteañera, romántica y valiente, que un día, junto a un buen puñado de hombres, tomaron el Palacio Nacional en una gesta heroica que por y para siempre quedará escrita en los anales de la historia de la humanidad.

Cualquier mujer nicaragüense tiene la necesidad, el deber, la obligación, de sentirse orgullosa de Dora María, porque no solo las representa a ellas, sino a la sociedad en general, a todos sus valores, a la historia y a la realidad propia del nicaragüense de hoy, resurgido con entereza, y orgullosamente, de guerras, terremotos, invasiones, dictaduras... si Nicaragua respira hoy con esa energía es por la aportación de personas como la comandante Dos.
Desde que viera la luz por primera vez en 1956 su figura se fue agrandando a cada paso, desde que en los años 70 aquella joven estudiante de medicina, delgadita, de estampa débil, se transformara, como en una metamorfosis, en la imagen de un comandante de la Revolución Sandinista, en la revuelta popular que derrocó al dictador Anastasio Somoza Debayle. A sus 22 años fue, tras Edén Pastora, el comandante Cero, la segundo en el comando que ocupó el Palacio Nacional de Nicaragua, sede de la asamblea nacional. Un año más tarde de aquella gesta heroica, en la que humillaron al régimen dictatorial y demostraron a los nicaragüenses que era posible derrocar a la dictadura, en 1979 dirigió la toma de la ciudad de León, la primera ciudad en caer en poder de los sandinistas durante la ofensiva final contra la dictadura.
Acabada la guerra y, en el primer gobierno revolucionario, ocupó la cartera de Sanidad. Como ministra de salud fueron patentes los logros conseguidos, fue reconocida por las Naciones Unidas con el premio a la excepcionalidad a los avances sanitarios, por la intensa campaña de vacunación que se llevó a cabo durante su mandato. En 1995 abandonó, por discrepancias, el FSLN, Frente Sandinista de Liberación Nacional, fundó y dirigió el MRS, Movimiento Renovador Sandinista, junto a un destacado grupo de compañeros sandinistas, Víctor Hugo Tinoco, Mónica Baltodano, Hugo Torres, Henry Ruiz, Sergio Ramírez, entre otros. La vuelta al poder del FSLN, con Daniel Ortega a la cabeza, trunca las aspiraciones no solo de Dora María Téllez y los suyos sino de toda Nicaragua, la ambición dictatorial del que fuera comandante compañero en la revolución y hoy presidente del gobierno, le hace inhabilitar a dos de los partidos legales hasta entonces, uno de ellos el MRS y el PC.
El pacto con el anterior presidente, corrupto y reo de la justicia, Arnoldo Alemán, convierte al revolucionario en el nuevo dictador, al controlar los poderes del estado a cambio de que Alemán cumpla su pena de 20 años en su propia casa, en vez de cumplirlos en prisión. La eliminación del juego democrático por parte del nuevo dictador, Daniel Ortega, lleva a Dora María Téllez a protagonizar una huelga de hambre que no le sirvió de nada después de 12 días en ayuno, pues todo fue a peor, incluso las nuevas elecciones municipales se convirtieron en una descarada manipulación, un robo de los votos para perpetuarse en el poder que ha dado la vuelta al mundo. Fue el principio de otra lucha, otra dictadura perpetrada por quien antes luchó contra la establecida, la revolución una vez más traicionada desde adentro y una vez más Dora María luchando contra la tiranía, por los nicaragüenses, con la misma generosidad que hace 30 años. Un ejemplo de fidelidad a su pueblo, como si hubiera nacido para liberarlo de los tiranos sucesivos, que no son pocos.






http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

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