domingo, 9 de octubre de 2011

Cultura mixteca ( III )


Arte

Las expresiones artísticas de los mixtecos son consideradas débiles, especialmente en la arquitectura y la escultura, cuando se comparan con las de otras culturas mesoamericanas. El mismo Barbo Dahlgren llegó a pensar que en cuestiones artísticas se dedicaron a recoger las tradiciones de otros pueblos anteriores, especialmente las de sus vecinos los zapotecos. No obstante, en las artes menores si tuvieron un desarrollo de notable belleza. Las piezas testigo de ese desarrollo artístico mixteco nos revelan que tuvo su mayor apogeo en el Posclásico, entre los siglos X y XVI de nuestra era, al menos es a ese periodo al que corresponden la mayoría de las piezas encontradas. Así mismo, los estudios nos dicen que los temas casi siempre están relacionados con la mitología y el culto a los dioses, es la muestra evidente de la importancia que este pueblo rendía al culto a la muerte, casi todas estas piezas estaban destinadas a los altares o para uso de rituales.

Cerámica

La cerámica es la que predomina entre las piezas artísticas que se conocen y las más antiguas pertenecen al Preclásico Medio. Consistían originalmente en vasijas monocromas de color negro o gris y en ellas se refleja la influencia olmeca y zapoteca; las de la última época son bicroma y policroma. Un ejemplo de la influencia zapoteca se halla en el estilo ñuiñe, la alfarería encontrada en Monte Negro así lo ratifica. La cerámica desarrollada durante el Clásico en la Mixteca Baja deja a las claras las mezclas de ideas zapotecas con elementos decorativos teotihuacanos. En el estilo ñuiñe destacan las cabecitas colosales que se encontraron en varias localidades como Acatlán, Aninaco y otros lugares de la Mixteca poblana. Algunas de estas piezas aún siguen siendo objeto de culto por grupos de nahuas, tlapanecos y mixtecos, en localidades de La Montaña. El Posclásico fue el periodo estrella en cuanto a su desarrollo en la región. En él se difundió un estilo iconográfico heredado de otras culturas mesoamericanas, de la teotihuacana, la zapoteca y la maya, y aunque en un principio se creía que estas influencias provenían de lo que se denominó mixteca-Puebla, la región que comprende a Cholula, Tlaxcala y La Mixteca, cuando se estudiaron otras regiones de Mesoamérica se descubrió que el estilo en cuestión forma parte de la iconografía panmesoamericana.

Las características de las piezas cerámicas pertenecientes al Posclásico mixteco están bien definidas: su acabado es muy fino y de gran riqueza decorativa, de delgado grosor y barro color generalmente rojizo o café con una calidad en el bruñido que a primera vista parecen terminadas de un barniz brillante; en sus decoraciones predominan los iconos y colores que encontramos en sus códices. La cerámica policroma mixteca estaba destinada al uso de la élite, muchas de ellas se han encontrado en otras regiones alejadas de La Mixteca.

Orfebrería

También la orfebrería tuvo un importante desarrollo en el área oaxaqueña. Los mixtecos fueron extraordinarios joyeros y orfebres, a los que se le atribuye el mérito de ser los que importaron la técnica metalúrgica a México alrededor del año 900 d. C., procedente posiblemente de Panamá, Colombia o Perú. El hallazgo de hachas de cobre en la zona pone de relevancia que el trabajo de los metales en Oaxaca no sólo se dio en piezas con uso ornamental. Aunque en el Posclásico el oro se convirtió en un signo del sol, lo cierto es que este metal era considerado por los mesoamericanos como el excremento de los dioses. Este es el motivo por el que se han encontrado piezas de exquisita joyería, compuestas de oro y turquesa, la piedra solar por excelencia en la cultura mesoamericana.

El oro, el cobre y raras veces la plata fueron los tres metales con los que los orfebres mixtecos realizaron una gran variedad de formas y ricos adornos que se combinaban con jade, turquesa, plumas y tejidos finos. Básicamente fueron dos técnicas las que se emplearon en la creación de las joyas mixtecas. La más sencilla es la que se realiza a base de láminas muy finas, en frío y martilleando hasta obtener decoraciones repujadas. Con la otra técnica se obtienen piezas más refinadas, es la que se conoce como "cera perdida", por el procedimiento de fundición. Entre sus elaboraciones destacan las conocidas como "falsas filigranas", joyas que a simple vista parecen realizadas con hilo de oro, pero que si se examinan detenidamente se observa que tales alambres o hilos no están soldados, sino que se fundieron en una sola pieza, lo que les da más mérito.

A la llegada de los españoles muchas piezas se fundieron para hacer lingotes que se enviaron a España, pero otras muchas piezas también viajaron a Europa salvando su destrucción artística. Entre 1.931 y 1.943, el arqueólogo mexicano Alfonso Caso descubrió 180 tumbas, entre las que destacan las 104 y 105, y particularmente la Tumba 7, en ella fue enterrado un sacerdote mixteco sobre un jefe zapoteco. En la Tumba 7 se encontraron los mejores ejemplos de las joyas mixtecas que se conservan en la actualidad. Las ofrendas que junto a los restos óseos se hallaron consistían en figurillas de barro, collares, urnas, un cráneo humano decorado con incrustaciones de conchas y turquesas, además de otras joyas, entre las que destacan el pectoral de la vida y la muerte. En Monte Albán también fue hallada una mascarilla de oro que representa al dios mixteco "Nuestro Señor el Desollado", Xipe Tótec, así como otra representación del dios de los muertos.

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