domingo, 19 de diciembre de 2010

Togas cómplices (Réquiem para una madre corage)


Apenas habían pasado unos minutos de las 20:00 hora local, cuando una ambulancia se llevaba el cuerpo moribundo de una mujer que sangraba sobre la acera, frente al Palacio de Gobierno, en la ciudad de Chihuahua, en el estado mexicano del mismo nombre. La fiscalía estatal confirmó más tarde que esa mujer perdió la vida varios minutos después en la Clínica del Parque, cercana al lugar de donde fue socorrida por paramédicos.

Hasta ayer mismo, muy pocas personas fuera de México conocían la existencia de esta mujer, la causa por la que luchaba y el motivo por el que perdió su vida. Marisela Escobedo Ortiz era una madre coraje, una activista que dedicó los dos últimos años de su vida a que la justicia mexicana ejerciera su cometido sobre el asesino de su hija, Sergio Rafael Barraza Bocanegra. El homicida había quedado en libertad, absuelto de todos los cargos, después de que los jueces Catalina Ochoa Contreras, Netzahualcóyotl Zúñiga Vázquez y Rafael Baudib Jurado lo dejaran en libertad por falta de pruebas en el juicio oral llevado a cabo. Pocos días después, tras la apelación, estos mismos jueces rectificaron culpándolo a 50 años de cárcel, pero ya era demasiado tarde, el homicida había tenido tiempo suficiente para escapar.

Rubí Marisol Frayre Escobedo tenía tan solo 14 años cuando se enamoró de Sergio Rafael, desde entonces, hasta que acabó con su vida, no había hecho otra cosa que someterla a una vida de miedo y violencia extrema, al tiempo que la alejaba de sus familiares y amigos. El 28 de agosto de 2008, con tan solo 16 años, la mató, la quemó y la tiró a un basurero clandestino y cementerio de cerdos. Fue violenta con ella hasta el último momento, la destazó y huyó confiado, viviendo tranquilamente en Ciudad Juárez, al menos hasta pasado un tiempo, hasta que la entereza y la lucha incansable de esta madre consiguió que la justicia lo detuviera.

El homicida aceptó su culpabilidad, llevó a la policía al lugar donde estaba el cadáver de Rubí, se declaró culpable en la audiencia y pidió perdón a los familiares, además intentó negociar una pena de veinte años con la fiscalía tratando de esquivar la pena máxima que puede imponer la justicia mexicana, 60 años. Sin embargo, Sergio Rafael quedó absuelto de todos los cargos porque los jueces consideraron que la autoinculpación no era suficiente para meterlo entre rejas. Ni que decir tiene que este caso estremeció a Ciudad Juárez y abrió la herida de los feminicidios aún sin resolver. Durante 2010, cada día una mujer ha sido asesinada en el Estado de Chihuahua.

A partir de ese momento, Marisela luchó con una fuerza sobre humana porque se cumpliera justicia por el asesinato de su hija. Comenzó una caminata de protesta, acompañada de su familia, desde Ciudad Juárez a la capital del país, hasta que el gobernador José Reyes Baeza le pidió que continuara el recorrido en automóvil, a lo que accedió. Llevó a cabo una investigación por su cuenta y consiguió dar con el paradero del asesino prófugo, ubicando a Sergio Rafael en Fresnillo, en el Estado de Zacatecas, pero no recibió el apoyo suficiente y de nuevo consiguió escapar. Después fueron varias las protestas llevadas a cabo tratando de llamar la atención para que el caso del asesinato de Rubí Marisol no quedara sin justicia y en el olvido.

Su última puesta en escena es la que llevaba desde hace unos días frente al Palacio del Gobierno, donde fue asesinada de un disparo en la cabeza. Las cámaras de vigilancia recogen esos escasos minutos en los que un hombre dobla la esquina caminando, al tiempo que un automóvil de color blanco se sitúa a la altura de la calle donde se encuentra Marisela y un acompañante, junto a la pancarta desplegada. Los asesinos esperaron justo al momento de que cerrara sus puertas el Palacio del Gobierno, para cumplir las amenazas que ya había sufrido Marisela por parte de la familia Barraza. Por las características, se cree que el sujeto que llega caminando pudiera ser el propio Sergio Rafael, se enfrenta a Marisela y a su acompañante, el joven entra en un forcejeo con el asesino y mientras tanto la señora Escobedo huye en dirección al Palacio del Gobierno, pero el sicario sale corriendo tras ella y la última a varios metros de un disparo en la cabeza.

Una historia cruel, que deja un regusto a impotencia, a injusticia, a ira contenida, pero que lejos de dar por finalizado el relato, los hechos ocurridos antes del funeral ponen de manifiesto que no está todo dicho. Esta noche pasada, mientras se velaba el cuerpo de la activista, su familia a vuelto a recibir amenazas, por si no fuera poco lo que ya han sufrido. Han incendiado una maderera propiedad de un familiar de Marisela y han secuestrado al propietario y un empleado del negocio, además de sufrir quemaduras otros dos de los empleados.

Podría seguir echándole culpas al machismo violento que padece la República Mexicana, podría continuar utilizando la palabra feminicidio y volcando todas las miradas a una sociedad hecha por hombres y para hombres, donde las mujeres sufren y son víctimas de la injusticia impartida por el género masculino. Podría continuar con mucho más en favor de las mujeres, si no fuera porque en este caso, mucha de esa responsabilidad la tiene una mujer, la propia jueza que con su decisión contribuyó a que, no sólo quedara libre de asesinato, también tuviera la oportunidad de que de nuevo se cometiera otro crimen, en este caso contra una mujer ejemplar. Ahora que lo sucedido ya no tiene remedio, el presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Javier Ramírez Benítez, ha anunciado la suspensión de los tres jueces que absolvieron al asesino Sergio Rafael, tras la iniciativa enviada por el gobernador César Duarte. Explicaron que los tres jueces serán suspendidos, pero no serán puestos a disposición, ni se les arraigará, estarán en total libertad y únicamente dejarán sus funciones como autoridades. No cabe duda que México necesita una nueva revolución, judicial, policial y a otros muchos niveles de la sociedad.


3 comentarios:

  1. Son estos hechos los que a mi hacen que se me caiga la cara de vergüenza, como mexicano y como funcionario público. Insoportable. Se que construir una cultura democratica es aun un anhelo lejano, que construimos día a día. Tengo furia, aun odio, contra el asesino y sus complices, pero sobre todo contra esos jueces. Perdón amigo.

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  2. En absoluto amigo, no es perdón, lo que necesita la sociedad mexicana en su inmensa mayoría es espoyo, solidaridad, frente a la injusticia y crueldad que os asola.

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  3. México ha sido un país violento, se le llamaba el "Mexico bronco" parecía algo lejano, pero eso que pensabamos superado regresa con virulencia por desgracia. En efecto necesitamos solidaridad y acompañamiento y mucha autocritica de nuestra parte. Saludos amigo

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