"En Smara vivía Malud, en unas condiciones duras, pero como todos los niños que llegan de vacaciones no viven de la miseria, ni están hambrientos, ni suelen estar enfermos, no son niños que vengan de familias desestructuradas, todo lo contrario, son numerosas que viven en comunidad dándoles apoyo y cariño. La electricidad la consiguen con paneles solares y el agua de una manguera; la dieta está basada en arroz, pasta y legumbres; su ganado cabras, camellos y caballos. Los españoles tienen una deuda moral y una responsabilidad histórica con ellos, un pueblo tan independiente como solidario; los campamentos son matriarcados en donde apenas se ven hombres porque trabajan fuera o en el ejército.
El español dejó apartada la consola de videojuegos y el Saharaui le enseñó otros nuevos recreos que compartieron, a los árboles les tocaba las hojas y miraba con sensibilidad los bosques; la piscina le causó asombro por la cantidad de agua, lo mismo que la ducha, no entendía tanto derroche acostumbrado a la escasez del líquido elemento. La reacción más sorprendente la tuvo en la playa cuando vio el mar de Málaga, se sentó de cuclillas con las manos en la cabeza y se quedó varios minutos en reflexión. Los dos meses que vivió en Córdoba no sólo le sirvieron Malud para disfrutar y conocer otros lugares y país, también comió frutos frescos que no acostumbra y les vino muy bien para su desarrollo, se bañó en la playa, le hicieron una revisión medica por si sufría alguna enfermedad y en el caso de que así hubiese sido y de largo tratamiento, siempre con un informe medico, se quedaría en España para su tratamiento.
A Carlos le valió de mucho la compañía del niño Saharaui para valorar tantísimas cosas que no le dan importancia, como el agua, de la que su amigo le enseñó por qué debía cuidarla.
-¿Sólo en una ocasión vino de vacaciones? –Siniestro se interesó preguntando a Malud y éste le respondió:
Muchas familias de acogida terminan visitando los campamentos y conociendo a sus padres, hermanos y demás parientes, es algo maravilloso, el lazo que se tiende entre las dos culturas y lo hermoso que puede llegar a ser el encuentro.
Si yo fuera persona! –exclamó Siniestro –Haría lo que Rafael, acogería a un niño en vacaciones y le daría la oportunidad de ver la vida desde unas perspectivas reales.
Y Malud le contestó:
-¡Eso mismo dicen muchos humanos, pero del dicho al hecho hay un trecho! Yo no creo que todos los Españoles se hayan olvidado de ellos, ni tampoco los gobiernos sucesivos, todos utilizan a los Saharauis cuando están en la oposición, unos más descarados que otros, pero al llegar al poder aparcan la causa hacia un lado para no molestar a los vecinos, siendo más importantes los acuerdos con Marruecos. ¿Cómo se le debe llamar a una madre que abandona a sus hijos en manos de un colindante, que los ha expulsado quitándole sus tierras y lo permite por unos intereses creados?
-¡No sé si eso tendrá nombre! –dijo Diestro.
–¡Ni nombre ni apellido! –continuó el zurdo del camarero -El de la península y el del Sahara son dos pueblos apegados, hermanados y recíprocos en simpatía, tanto los de allí como los de aquí, siempre son bien recibidos y queridos. España tiene la posibilidad moral de recomponer lo destrozado, ayudando a sus hijos que durante un siglo lo fueron, no sólo para conseguir la independencia de la ex colonia Española, también para avanzar en su desarrollo y así devolverles todo de lo que se apropiaron durante cien años. Sería un ejemplo de justicia."
Como ciudadano español siento impotencia, vergüenza, por cómo el gobierno de mi país se presta a este juego, donde el dictador reyezuelo descendiente de Mahoma utiliza, no sólo a su pueblo si no también a los saharauis, como peones de un juego donde la insolencia es su único sentido. Son muchos, somos la mayoría, los españoles que estamos con el pueblo saharaui, al que queremos y respetamos, como a otros pueblos hermanos que en otro tiempo fueron víctimas de la invasión colonialista española. Como ciudadano del mundo lo que siento es rabia, que se transforma en rechazo a todo lo que se mueve bajo la bandera marroquí aunque sé, y soy conciente de ello, que ninguna culpa tienen los ciudadanos de Marruecos por las "gamberradas de maleantes" que llevan a cabo sus gobernantes. Mi boicot es rotundo a todo lo que provenga de territorio marroquí, mientras que el insolente reyezuelo haga y deshaga a sus anchas contra los derechos de los ciudadanos, marroquíes o saharauis. En cambio, para Aminetu Haidar y el Sahara Occidental, mi más sincero apoyo para su causa, la de la liberación de las cadenas que los atenazan como pueblo.
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