sábado, 19 de diciembre de 2009

Espíritu de superación


Dicen que en los momentos más importantes de la vida de las personas pasan por nuestras mentes, en forma de recuerdos, todo lo acontecido anteriormente hasta llegar a ese momento significativo. Y si algo de verdad tiene este dicho, es muy probable que al atleta español, nacido en Etiopía, le ocurriera lo mismo hace tan sólo unos días cuando ganaba el campeonato de Europa de cross. De hecho, ser campeón en cualquier deporte ya tiene su mérito, llegar hasta donde muchos no lo consiguen ni siquiera dedicándole todo su esfuerzo, pero en el caso de Bezabeh es distinto y más meritorio aún, si cabe. Probablemente, cuando cruzaba la meta en Dublín, Alemayehu Bezabeh recordaría todo lo mal que se le presentó la vida anteriormente, todos los apuros y penurias que tuvo que pasar hasta lograr su sueño.

Rara vez escribo sobre temas que no sean referentes a problemas sociales o injusticias, pero el caso de este etiope nacionalizado español, desde hace dos años, merece no solo mi respeto si no también toda mi atención. La trayectoria de Bezabeh es un ejemplo para todos, para los que ven en él la posibilidad de alcanzar el sueño más deseado, y sobre todo, para los que ven en los emigrantes solo puntos negativos, como la delincuencia o los gastos que cuesta al país mantener su seguridad social o la creencia de que nos quitan los puestos de trabajo. En definitiva, los emigrantes siempre nos dan más de lo que nosotros les concedemos, como es el caso de Bezabeh.

Es la primera vez que España consigue el campeonato de Europa de cross y es un título que hay que agradecerle a un inmigrante de 23 años, que ni siquiera él sabía con exactitud el año en que nació. En su documento nacional de identidad puede leerse que fue el 1 de enero de 1986, pero este no es más que un dato concluso de pruebas médicas para poder conocer su verdadera edad. Y aunque su historia no es la de tantos emigrantes que pasaron penurias cruzando fronteras y siendo víctimas de las mafias que especulan con su suerte y hasta con sus vidas, sí tiene todos los tintes de cualquiera de ellos, de los que recorren las ciudades españolas buscando un trabajo, un plato de comida o un techo donde poder resguardar sus huesos del frío y la intemperie, o de los indecentes que se divierten a su costa cuando los encuentran durmiendo en cualquier rincón refugiado entre cartones.

Alemayehu admiraba a los atletas españoles y vino desde su país invitado a competir, le surgieron algunos problemas con su pasaporte y decidió quedarse, pero... ¿quien dijo que iba a ser fácil? Tuvo que dormir en los parques de Madrid y sin conocer a nadie ni saber nada de español. Sin embargo, la providencia siempre nos brinda una oportunidad en la vida para salir de los peores momentos y situaciones, en el caso de Bezabeh fue el encuentro con otro compatriota suyo, Fakidu Bekele, antiguo campeón del Maratón Popular de Madrid. Fakidu llegó a la Asociación Karibu, de acogida a los africanos, diciendo: "He conocido a un chico de mi país tirado en un parque, ¿podemos hacer algo por él? Necesita abrigo y algo de dinero". Después le enseñaría el club atlético en donde desarrollaría todo su talento.

En Karibu le ayudaron a sobrevivir y le colocaron en un piso de acogida en la zona de Delicias, junto a otros africanos, un piso para los que no han cumplido los 18 años pero sí terminaron su tutela. Sin duda, el apoyo que recibió de su club, el Bikila, fue fundamental para sus triunfos, que no pararon de llegar uno tras otro, le prestaron toda su ayuda y le asesoraron dónde conseguir los papeles de residencia en España. Cuando pudo competir le apuntaron al Nacional sub-23 de Valladolid e hizo un buen papel. Al principio no ganaba pero sí eran buenas las posiciones en que quedaba. Aunque la reciente ha sido la mayor e importante victoria que Bezabeh ha tenido, no le ha reportado nada de dinero, tan solo bonos de la marca deportiva que le viste. Sin embargo, para él, este triunfo no es el momento más feliz que haya tenido, queda reservado para el día en que le concedieron la nacionalidad española. En los juegos de Pekín quedó undécimo en los 5.000 y ese puesto le valió para mejorar su beca ADO hasta los 17.000 euros anuales que cobra ahora.

No obstante, no es único el caso de Bezabeh en el deporte español, también en el diario Público he podido encontrar referencias de otros deportistas inmigrantes que sin duda darán gloria a nuestro país, como son el caso de Ana Izurieta, gimnasta artística de Guayaquil, Ecuador, que llegó a España de manos de sus padres que buscaban un futuro mejor; Frank Casañas, discóbolo nacido en Cuba, que escapó de la isla para casarse con la lanzadora de martillo gallega Loli Pedralbes; Glori Alozie, nigeriana, campeona de 100 vallas en los europeos del 2002; Niurka Montalvo, saltadora cubana, oro en longitud en los mundiales de Sevilla 99; Joan Lino, atleta, bronce en Atenas 2004... Y así hasta 173 becados que ponen su espíritu de superación al servicio y beneficio de España, el país que los acoge. ¿Quien dijo que los emigrantes solo restaban?







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