sábado, 26 de diciembre de 2009

Cuento triste (por navidad)


Érase una vez un hombre que vivía feliz en un mundo feliz, su felicidad radicaba en la ignorancia, en el desconocimiento de lo que sucedía en otros países y lugares del mundo menos felices. Él creía que su mundo, y lo que le rodeaba, era una imagen calcada al de otros hombres y mujeres de otros lugares, tal vez por eso nunca se preocupó de conocer la realidad de los seres que vivían en el planeta. Su mundo era tan feliz que nada le hacía inmutarse ante la posibilidad de que otras personas no fueran tan felices como él, ni siquiera le preocupaba que su propio futuro estuviera en riesgo de acabar con aquella felicidad en la que estaba inmerso, era tan feliz... Hasta que cierto día de navidad, al salir de su hogar, encontró un diario junto a su puerta, hacía tantos años que no se preocupaba por lo que sucedía en el mundo que aquellas páginas impresas le provocaron curiosidad por lo que pudieran contener. -¡Un diario!- exclamó al encontrarlo sobre el felpudo de su puerta, medio cubierto por la nieve caída la noche anterior. No pudo contenerse y se atrevió a indagar, a navegar por entre las noticias que traían el diario de la mañana.

Lo desplegó y el primer impacto fue la foto del papa Benedicto XVI "desparramado por los Suelos", junto a un mar de agentes de seguridad vestidos de negro que parecían sujetar a una mujer de rojo. "Una mujer desequilibrada mental derriba al Papa por los suelos", la noticia continuaba tras el titular diciendo que sólo pretendía abrazarlo, al igual que algunos años antes que también lo intentó, sólo que en aquella ocasión el Papa alemán apenas se enteró de la intención de la italo-suiza, que quedó ingresada en un hospital bajo control médico. Curiosamente, bajo aquella foto del Papa desparramado, aparecía otra más pequeña de Berlusconi, con la cara ensangrentada y algunos dientes de menos; era fruto del ataque sufrido por otro desequilibrado mental días antes. Berlusconi decía no entender el por qué tanto odio hacia él, algo que tampoco entendía el hombre feliz mientras leía la información periodística.

La felicidad de aquel hombre parecía no sentirse afectada por las primeras noticias que continuaba encontrando reflejadas en el papel, "Otros dos obispos irlandeses dimiten por los abusos a niños". Ante este titular quedó algo contrariado, y aunque extrañado, se adentró en el contenido de la noticia esperando encontrar en ella una explicación lógica, pero, lejos de encontrar la respuesta esperada a sus dudas, halló que no eran dos los religiosos implicados en tales abusos, si no que fueron muchos más y durante muchos años, décadas, unos abusos sexuales generalizados a niños que las autoridades eclesiásticas habían encubierto durante 30 años, por parte de algunos religiosos. En la misma página, en la columna de la derecha, otro titular le atrajo sobremanera, "Marcha contra el hambre en Argentina".-¿Cómo es posible que exista el hambre?-se preguntaba el hombre feliz al leer aquella frase, él que pensaba que el hambre estaba erradicado del planeta... Al leer el contenido de la columna descubrió que en Argentina el hambre lo sufrían el 7´3% de la población, 1,8 millones de personas, pero su sorpresa fue mayor cuando descubrió que sólo en América Latina mueren más de 100 niños al día por diarrea, que 85 millones de personas viven aún sin agua potable en sus viviendas y que 38.000 son los que mueren al año por enfermedades intestinales fácilmente prevenibles.

La felicidad del hombre feliz comenzaba a resquebrajarse, Cómo era posible aquella situación, él que creía que nada de esto pudiera estar sucediendo a estas alturas de la humanidad y resultaba que aún quedaban personas en el mundo que no eran felices, y eso que desconocía los miles de millones de personas que pasan hambre cada día en el planeta. El número de muertos sucedían según iba leyendo noticias, 20 muertos por disparos de arma de fuego en Guatemala, en la celebración de la "noche buena"; 23 personas fallecidas en varios ataques terroristas perpetrados en Bagdad; un coche bomba mata a cinco personas en Kabul; otro ataque terrorista mata a 20 personas en Pakistán... Un baile siniestro de números se acumulaba ante los ojos del hombre feliz, perplejo de lo que estaba descubriendo. La foto que vino a continuación le retuvo, no precisaba si lo que nublaba la imagen de aquellas grandes chimeneas industriales que mostraba la instantánea era eso, humo, o la nieve que caía copiosamente sobre el paisaje, las dudas se disiparon cuando leyó, "Una gran tormenta de nieve causa 18 muertos en el centro de EE UU", esta fue la noticia con la que se adentró en los problemas que causa el cambio climático que el hombre feliz desconocía, no tenía conciencia de que el clima en el planeta fuera un problema tan acuciante y causante de tanta alarma para la población mundial. Sin embargo, también pudo comprobar que no parecía tal para los gobernantes responsables, que después de más de dos semanas reunidos en Copenhague, 192 países, no consiguieron un mínimo acuerdo para poner fin a este problema común, los intereses propios de cada país, cínicamente, se sobreponían ante un mal que nos dejará sin hábitat para sobrevivir a la especie humana más pronto que tarde.

El hombre feliz continuaba perplejo leyendo lo que resultaba como una broma macabra en el día de los "santos inocentes", ni siquiera podía imaginar que aquellas noticias fueran la realidad que el mundo vive cada día. Pero aquellas páginas no cesaban en mostrar la tristeza que rodea al mundo, las injusticias continuaban con las privaciones de libertad, en el caso de los activistas saharauis, no solo en el de la señora Haidar, que gracias a la presión internacional conseguía que Marruecos respetase su derecho a regresar a su tierra, que ilegítimamente ocupa el reino alauí, si no a otros disidentes también saharauis que luchan por la libertad de su pueblo. Algo más a la izquierda, la foto de un hombre de nacionalidad china, Liu Xiaobo, que ha encontrado la condena a 11 años de cárcel en su país, por haber publicado en Internet artículos críticos con el Partido Comunista Chino pidiendo democracia; bajo esta columna, escuetamente, aparecía una crítica sobre la explotación laboral infantil, una injusticia que sufren millones de niños en el mundo, para beneficio de las grandes compañías multinacionales de ropa, zapatos, juguetes...

El hombre feliz lo iba siendo menos según avanzaba páginas, habían bastado algunos minutos para tirar por tierra aquella felicidad ingenua que disfrutaba, creyendo que "todo el monte era orégano", que todo el mundo era tan feliz como él y que las necesidades e injusticias sólo formaban parte de los cuentos de terror pertenecientes a otros tiempos pasados. El hombre feliz había regresado a la realidad y comprendió que ya nunca más sería tan feliz como antes, que su conciencia no le permitiría ignorar aquella realidad descubierta por casualidad, cuando aquella mañana navideña, radiante de felicidad, se disponía a disfrutar de la vida ignorando los sufrimientos que millones de personas padecen en otros lugares menos felices.
Y colorín colorado, este cuento... probablemente continuará.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Espíritu de superación


Dicen que en los momentos más importantes de la vida de las personas pasan por nuestras mentes, en forma de recuerdos, todo lo acontecido anteriormente hasta llegar a ese momento significativo. Y si algo de verdad tiene este dicho, es muy probable que al atleta español, nacido en Etiopía, le ocurriera lo mismo hace tan sólo unos días cuando ganaba el campeonato de Europa de cross. De hecho, ser campeón en cualquier deporte ya tiene su mérito, llegar hasta donde muchos no lo consiguen ni siquiera dedicándole todo su esfuerzo, pero en el caso de Bezabeh es distinto y más meritorio aún, si cabe. Probablemente, cuando cruzaba la meta en Dublín, Alemayehu Bezabeh recordaría todo lo mal que se le presentó la vida anteriormente, todos los apuros y penurias que tuvo que pasar hasta lograr su sueño.

Rara vez escribo sobre temas que no sean referentes a problemas sociales o injusticias, pero el caso de este etiope nacionalizado español, desde hace dos años, merece no solo mi respeto si no también toda mi atención. La trayectoria de Bezabeh es un ejemplo para todos, para los que ven en él la posibilidad de alcanzar el sueño más deseado, y sobre todo, para los que ven en los emigrantes solo puntos negativos, como la delincuencia o los gastos que cuesta al país mantener su seguridad social o la creencia de que nos quitan los puestos de trabajo. En definitiva, los emigrantes siempre nos dan más de lo que nosotros les concedemos, como es el caso de Bezabeh.

Es la primera vez que España consigue el campeonato de Europa de cross y es un título que hay que agradecerle a un inmigrante de 23 años, que ni siquiera él sabía con exactitud el año en que nació. En su documento nacional de identidad puede leerse que fue el 1 de enero de 1986, pero este no es más que un dato concluso de pruebas médicas para poder conocer su verdadera edad. Y aunque su historia no es la de tantos emigrantes que pasaron penurias cruzando fronteras y siendo víctimas de las mafias que especulan con su suerte y hasta con sus vidas, sí tiene todos los tintes de cualquiera de ellos, de los que recorren las ciudades españolas buscando un trabajo, un plato de comida o un techo donde poder resguardar sus huesos del frío y la intemperie, o de los indecentes que se divierten a su costa cuando los encuentran durmiendo en cualquier rincón refugiado entre cartones.

Alemayehu admiraba a los atletas españoles y vino desde su país invitado a competir, le surgieron algunos problemas con su pasaporte y decidió quedarse, pero... ¿quien dijo que iba a ser fácil? Tuvo que dormir en los parques de Madrid y sin conocer a nadie ni saber nada de español. Sin embargo, la providencia siempre nos brinda una oportunidad en la vida para salir de los peores momentos y situaciones, en el caso de Bezabeh fue el encuentro con otro compatriota suyo, Fakidu Bekele, antiguo campeón del Maratón Popular de Madrid. Fakidu llegó a la Asociación Karibu, de acogida a los africanos, diciendo: "He conocido a un chico de mi país tirado en un parque, ¿podemos hacer algo por él? Necesita abrigo y algo de dinero". Después le enseñaría el club atlético en donde desarrollaría todo su talento.

En Karibu le ayudaron a sobrevivir y le colocaron en un piso de acogida en la zona de Delicias, junto a otros africanos, un piso para los que no han cumplido los 18 años pero sí terminaron su tutela. Sin duda, el apoyo que recibió de su club, el Bikila, fue fundamental para sus triunfos, que no pararon de llegar uno tras otro, le prestaron toda su ayuda y le asesoraron dónde conseguir los papeles de residencia en España. Cuando pudo competir le apuntaron al Nacional sub-23 de Valladolid e hizo un buen papel. Al principio no ganaba pero sí eran buenas las posiciones en que quedaba. Aunque la reciente ha sido la mayor e importante victoria que Bezabeh ha tenido, no le ha reportado nada de dinero, tan solo bonos de la marca deportiva que le viste. Sin embargo, para él, este triunfo no es el momento más feliz que haya tenido, queda reservado para el día en que le concedieron la nacionalidad española. En los juegos de Pekín quedó undécimo en los 5.000 y ese puesto le valió para mejorar su beca ADO hasta los 17.000 euros anuales que cobra ahora.

No obstante, no es único el caso de Bezabeh en el deporte español, también en el diario Público he podido encontrar referencias de otros deportistas inmigrantes que sin duda darán gloria a nuestro país, como son el caso de Ana Izurieta, gimnasta artística de Guayaquil, Ecuador, que llegó a España de manos de sus padres que buscaban un futuro mejor; Frank Casañas, discóbolo nacido en Cuba, que escapó de la isla para casarse con la lanzadora de martillo gallega Loli Pedralbes; Glori Alozie, nigeriana, campeona de 100 vallas en los europeos del 2002; Niurka Montalvo, saltadora cubana, oro en longitud en los mundiales de Sevilla 99; Joan Lino, atleta, bronce en Atenas 2004... Y así hasta 173 becados que ponen su espíritu de superación al servicio y beneficio de España, el país que los acoge. ¿Quien dijo que los emigrantes solo restaban?







sábado, 12 de diciembre de 2009

Techos de cartón


Sólo un día a la semana, alternándolo, faltaba Carmen cruzando el Puente Romano desde hacía 25 años, de ida a trabajar poco antes de que amaneciera, de vuelta con los últimos rayos de sol de la tarde, y nunca antes había encontrado tanto bullicio de sirenas, de ambulancia sanitaria y policiales. Ni siquiera cuando el puente estaba abierto al transito rodado y prácticamente toda la población del Campo de la Verdad y del Sector Sur lo cruzaba para acudir y regresar a otros puntos de la ciudad. La única vez que encontró algo parecido fue al final de la década de los ochenta, cuando un cordobés desesperado decidió quitarse la vida arrojándose al río Guadalquivir y con una grúa de vehículos sacaban los bomberos el cuerpo sin vida de entre las aguas, aquel suceso le vino a la memoria cuando rodeó la Torre de la Calahorra y, a lo lejos, se encontró con el revuelo de luces intermitentes y giratorias a la mitad del puente, a la altura de la imagen en piedra del protector de la ciudad el arcángel San Rafael.

-¿Que habrá sucedido?- se preguntaba para sí, bien abrigada, con la bufanda al cuello y la suave niebla dándole un aire de misterio a la escena. Con el bolso colgado al hombro y las manos en los bolsillos del abrigo, Carmen continuaba su paso ligero con la inquietud de no saber a qué se debía tanto alboroto de sirenas, vallas metálicas cerrando el paso y agentes de la seguridad prohibiendo la circulación de los peatones. Apenas una docena de personas aguardaban poder cruzar al otro lado del río mientras esperaban horrorizados que el juez diera orden del levantamiento del cadáver que yacía a los pies del arcángel pétreo, junto a las velas encendidas que le alumbraban, cubierto de pies a cabeza con un tejido color aluminio y un charco de sangre que se expandía como muestra de lo que parecía un asesinato.

Aquella jornada laboral fue interminable para Carmen. La imagen del cuerpo difunto tendido en el suelo y ensangrentado se convirtió en la única imagen que se pasaba por su mente. Pero la desdicha de aquel hombre asesinado la escogió a ella como testigo de los acontecimientos que siguieron al vil ataque en la madrugada por parte de tres individuos jóvenes, que no tendrían otra cosa más indecente que hacer que golpear hasta la muerte a un pobre indigente que dormía entre cartones junto a la imagen religiosa del siglo XVII. A la vuelta del trabajo de nuevo halló a lo lejos vehículos policiales y una grúa que bajaba y subía a varios agentes con traje de buzo buscando entre las aguas del río. Carmen no preguntó que ocurría de nuevo, supuso que algo relacionado con el suceso de la mañana, la gente arremolinada como espectadores intrigados comentaban e incluso apostaban que no encontrarían el arma blanca homicida que acabó con la vida de Manuel, "El Cojo", y que supuestamente había arrojado al Guadalquivir uno de los asesinos tras el ataque.

Aquellos comentarios le dieron un vuelco al corazón de Carmen, Manuel "El Cojo" fue un compañero suyo en el hotel donde trabajaba, hacía casi un lustro que no tenía noticias de él ni tampoco podía imaginar que aquel cuerpo que dormía muchas noches bajo los cartones era el de su antiguo compañero de trabajo. Angustiada no quiso continuar ni un minuto más en el macabro lugar del asesinato. Camino de su casa las lagrimas de Carmen brotaban de dolor recordando a Manuel, que la vida lo puso a los pies del infortunio en forma de juguete para tres jóvenes hijos de familia de elevada posición social. Las últimas noticias que tenía de él eran referentes a su separación matrimonial, casi al tiempo de perder el empleo de conserje que tuvo durante años en el hotel. La mala situación económica lo llevó a quedarse sin vivienda y a comer y dormir de la caridad, en ocasiones dormía en albergues, pero la mayoría de las veces eran las estrellas las que se situaban por encima de los cartones que le cubrían. Manuel no era alcohólico, ni drogadicto, ni sufría enfermedades mentales que lo llevaran a la situación que padecía, sólo el infortunio fue el causante de su desdicha, el mismo que nos puede elegir a cualquiera de nosotros cualquier día que se le antoje como capricho, y ponernos a los pies de otra imagen religiosa implorando otra suerte más justa en esta vida.

Manuel "El Cojo", el protagonista de este relato imaginado, bien pudiera ser el indigente que muchas mañanas encuentro a los pies del arcángel San Rafael situado en el Puente Romano de Córdoba, durmiendo bajo cartones y la silla de ruedas, muestra de su discapacidad física, a su lado. Este también pudiera ser uno de los peligros que corren y a los que están expuestas las personas que tienen que vivir a la intemperie por carecer de un techo o vivienda digna que los acoja. Precisamente hoy me decidí a escribir sobre el tema por una noticia que me sobrecogió cuando caminaba antes de acudir al trabajo, las noticias de las siete de la mañana comentaban que habían encontrado el cadáver de un hombre en una calle de Fuengirola, Málaga. Era un indigente que conocían en el barrio y presentaba un hacha incrustada en la cabeza.

De repente me vino a la memoria la señora de 50 años que incendiaron en Barcelona tres jóvenes hace algunos años, cuando dormía refugiada en el cajero automático de un banco, la rociaron de disolvente después de golpearla e insultarla y le prendieron fuego. Gracias a la cámara de seguridad del banco la policía pudo detener a los asesinos y comprobar la brutalidad y sangre fría con la que actuaron. María Rosario, que así se llamaba, tenía estudios universitarios y una vida social llena de éxitos, además de reconocidas cualidades humanas sociales y laborales, pero también la vida la puso en esas circunstancias extremas. Según el diario El Mundo, entre 25.000 y 30.000 personas en España no tienen hogar donde vivir. El perfil tipo es el de un hombre, un 90,5%, con una edad media de 39,7 años y en busca de trabajo en más de la mitad de los casos. La ONU también indica que hay más de cien millones de personas sin hogar en el mundo, que viene a ser 1 de cada 60 seres humanos, los que carecen de una vivienda digna.








sábado, 5 de diciembre de 2009

La última colonia

"En Smara vivía Malud, en unas condiciones duras, pero como todos los niños que llegan de vacaciones no viven de la miseria, ni están hambrientos, ni suelen estar enfermos, no son niños que vengan de familias desestructuradas, todo lo contrario, son numerosas que viven en comunidad dándoles apoyo y cariño. La electricidad la consiguen con paneles solares y el agua de una manguera; la dieta está basada en arroz, pasta y legumbres; su ganado cabras, camellos y caballos. Los españoles tienen una deuda moral y una responsabilidad histórica con ellos, un pueblo tan independiente como solidario; los campamentos son matriarcados en donde apenas se ven hombres porque trabajan fuera o en el ejército.



Rafael y Laura decidieron y se pusieron en contacto con la asociación creada en Córdoba, el día de su llegada fueron a recibirlo al aeropuerto de Sevilla y procedente de allí llegaron en el tren de alta velocidad. Los aviones le impresionaron pero el ferrocarril le fascinó, era el primero que veía y alternaba el examen exhaustivo al interior del vagón con el paisaje de Andalucía. Los primeros días lloraba como lo hace cualquier niño de ocho años, pero pronto se integró y tomó confianza con la familia, mucha culpa de esto la tuvo la complicidad de Carlos, con un año menor que Malud y que le hizo el acercamiento más fácil. La lavadora dando vueltas con el jabón le dejaba embobado y con los grifos se aseguraba que quedaran bien cerrados para que no se fuera ni una gota.



El español dejó apartada la consola de videojuegos y el Saharaui le enseñó otros nuevos recreos que compartieron, a los árboles les tocaba las hojas y miraba con sensibilidad los bosques; la piscina le causó asombro por la cantidad de agua, lo mismo que la ducha, no entendía tanto derroche acostumbrado a la escasez del líquido elemento. La reacción más sorprendente la tuvo en la playa cuando vio el mar de Málaga, se sentó de cuclillas con las manos en la cabeza y se quedó varios minutos en reflexión. Los dos meses que vivió en Córdoba no sólo le sirvieron Malud para disfrutar y conocer otros lugares y país, también comió frutos frescos que no acostumbra y les vino muy bien para su desarrollo, se bañó en la playa, le hicieron una revisión medica por si sufría alguna enfermedad y en el caso de que así hubiese sido y de largo tratamiento, siempre con un informe medico, se quedaría en España para su tratamiento.



A Carlos le valió de mucho la compañía del niño Saharaui para valorar tantísimas cosas que no le dan importancia, como el agua, de la que su amigo le enseñó por qué debía cuidarla.

-¿Sólo en una ocasión vino de vacaciones? –Siniestro se interesó preguntando a Malud y éste le respondió: –Ésta fue su primera visita, pero seguramente repetirá en otros años venideros siempre que apruebe el curso en la escuela, el gobierno Saharaui exige este requisito para poder ir de vacaciones. Otros muchos también realizan sus estudios universitarios en España.

Muchas familias de acogida terminan visitando los campamentos y conociendo a sus padres, hermanos y demás parientes, es algo maravilloso, el lazo que se tiende entre las dos culturas y lo hermoso que puede llegar a ser el encuentro.



Si yo fuera persona! –exclamó Siniestro –Haría lo que Rafael, acogería a un niño en vacaciones y le daría la oportunidad de ver la vida desde unas perspectivas reales.

Y Malud le contestó:

-¡Eso mismo dicen muchos humanos, pero del dicho al hecho hay un trecho! Yo no creo que todos los Españoles se hayan olvidado de ellos, ni tampoco los gobiernos sucesivos, todos utilizan a los Saharauis cuando están en la oposición, unos más descarados que otros, pero al llegar al poder aparcan la causa hacia un lado para no molestar a los vecinos, siendo más importantes los acuerdos con Marruecos. ¿Cómo se le debe llamar a una madre que abandona a sus hijos en manos de un colindante, que los ha expulsado quitándole sus tierras y lo permite por unos intereses creados?

-¡No sé si eso tendrá nombre! –dijo Diestro.

–¡Ni nombre ni apellido! –continuó el zurdo del camarero -El de la península y el del Sahara son dos pueblos apegados, hermanados y recíprocos en simpatía, tanto los de allí como los de aquí, siempre son bien recibidos y queridos. España tiene la posibilidad moral de recomponer lo destrozado, ayudando a sus hijos que durante un siglo lo fueron, no sólo para conseguir la independencia de la ex colonia Española, también para avanzar en su desarrollo y así devolverles todo de lo que se apropiaron durante cien años. Sería un ejemplo de justicia."



Lo relatado anteriormente pertenece a un capítulo de mi primera novela "De Par en Par". En ella, un par de zapatitos coinciden con otros pares usados por distintos pies con historias vividas de diferente manera y, en este relato, los zapatos de un camarero cuentan una relación de amistad y convivencia entre una familia de mi ciudad, Córdoba, y un niño saharaui acogido en vacaciones. Estas experiencias de menores en vacaciones, no sólo en Córdoba si no también en toda la península española, pone en relieve el apego y el cariño existente entre el pueblo saharaui y los españoles, ciudadanos del mismo país hasta 1975, año en el que aprovechando el declive de la dictadura, moribundo Franco, el rey de Marruecos Hussein II anexoró dos tercios del territorio saharaui a Marruecos y el tercero quedó dentro de las fronteras mauritanas. Fue el fruto de la presión ejercida por un lado por el Frente Polisario para conseguir la independencia y por el otro por parte del régimen marroquí para adueñarse de un territorio que nunca le perteneció.



El Sahara Occidental es la última colonia africana en la actualidad. España se adueñó del territorio y su actitud durante ese siglo bajo dominio español no sólo fue lamentable si no vergonzoso, en todo ese tiempo sólo una persona acabó con estudios universitarios, es un ejemplo de cual fue el trato dado a este noble pueblo. Pero si lamentable fue la actitud recibida entonces, igual o peor es el trato recibido por parte de Marruecos, un régimen autoritario donde los derechos humanos no es más que una utopía. La ONU no reconoció ni a Marruecos ni a Mauritania como potencias administradoras del Sahara, fue el Frente Polisario el que proclamó su independencia en 1976 con el nombre de República Árabe Saharaui Democrática, lo que provocó una trágica guerra , y aunque Mauritania firmó unos acuerdos de paz con el Frente Polisario y renunció a unos territorios saharauis, Marruecos materializó la ocupación de la mayor parte de los territorios saharauis con el apoyo de Estados Unidos. Si todas las guerras son crueles, en ésta fueron los civiles las únicas víctimas al ser perseguidos por el desierto, bombardeándolos desde el aire con gases venenosos cuando buscaban refugio en Argelia, un vergonzoso y deleznable episodio del que España tiene su parte de culpa, por haber dejado la ex colonia a su suerte en manos de un régimen como el marroquí, al que la historia pone en los más bajos peldaños de la escalera de la nobleza y la dignidad. Ningún ciudadano marroquí debería de sentirse orgulloso de lo que sus gobernantes causaron y usurparon.



Y aunque todo esto es parte de la triste historia, la realidad no pinta con tonos diferentes, de nuevo los ciudadanos del Sahara vuelven a ser víctimas de los invasores de antaño, España y Marruecos. El episodio que vive la activista Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, Islas Canarias, no tiene calificativo. Marruecos sigue negándole el referéndum para la independencia que la ONU exige a Marruecos y este país vecino de España no sólo hace oídos sordos a la exigencia si no que se burla de la comunidad internacional en este asunto. Por otro lado, España, juega a la ambigüedad de permitir lo in permisible por mantener unos compromisos o acuerdos de buena vecindad con el régimen totalitario de Rabat.



Como ciudadano español siento impotencia, vergüenza, por cómo el gobierno de mi país se presta a este juego, donde el dictador reyezuelo descendiente de Mahoma utiliza, no sólo a su pueblo si no también a los saharauis, como peones de un juego donde la insolencia es su único sentido. Son muchos, somos la mayoría, los españoles que estamos con el pueblo saharaui, al que queremos y respetamos, como a otros pueblos hermanos que en otro tiempo fueron víctimas de la invasión colonialista española. Como ciudadano del mundo lo que siento es rabia, que se transforma en rechazo a todo lo que se mueve bajo la bandera marroquí aunque sé, y soy conciente de ello, que ninguna culpa tienen los ciudadanos de Marruecos por las "gamberradas de maleantes" que llevan a cabo sus gobernantes. Mi boicot es rotundo a todo lo que provenga de territorio marroquí, mientras que el insolente reyezuelo haga y deshaga a sus anchas contra los derechos de los ciudadanos, marroquíes o saharauis. En cambio, para Aminetu Haidar y el Sahara Occidental, mi más sincero apoyo para su causa, la de la liberación de las cadenas que los atenazan como pueblo.



















sábado, 28 de noviembre de 2009

Perversa moralidad


Los pocos ausentes que quedaron vivos, de aquella matanza a machetazo limpio en su aldea, siempre pensaron que Adolphe tuvo toda la suerte que le faltó a su hermano Ignace. Aunque hasta ese momento sus vidas corrieron paralelas mientras crecían, cerca de la localidad congoleña de Bukavu, la providencia quiso que, en aquel preciso momento en que los guerrilleros hutus hicieron su terrorífica presencia, Adolphe se quedara solo jugando mientras su hermano se acercaba a su humilde casa de tablas de madera a pedirle agua a su querida madre. Él fue testigo directo del asesinato de sus padres, escondido tras la vegetación el miedo lo atenazó ante la macabra puesta en escena que llevaron a cabo los guerrilleros, asesinando a todos los pobladores que se encontraban allí en aquel justo momento, también vio cómo se llevaron a su hermano gemelo para convertirlo en niño-guerrillero y acabar sus días como tantos otros niños, blanco de un disparo certero en cualquier emboscada y sin tener aún conciencia real del significado de la vida.

Tenía tan sólo nueve años cuando lo hallaron llorando desconsoladamente de rodillas en el suelo y frente a los ensangrentados cuerpos sin vida de sus padres y demás vecinos, víctimas de la carnicería humana que protagonizaron los guerrilleros. Fue cuando aparecieron los soldados armados hasta los dientes, registrando cada casa y cada rincón de la aldea en busca de algún enemigo rezagado, pero ya era demasiado tarde, sólo los cuerpos inertes desparramados por el lugar y el niño, con su llanto rompiendo el silencio, quedaban en la escena. Era el único testigo de los asesinatos y se lo llevaron a las dependencias militares de Bukavu. Adolphe no tenía familiar alguno que lo acogiera y sin dudarlo se prestó a ello el padre Jean, una actitud que agradecieron quienes lo conocían y por lo que pensaron que la suerte que corrió en comparación con su hermano Ignace fue totalmente opuesta.

Pero detrás de aquella ficticia suerte se escondía la desdicha de un niño temeroso que no encontró en el religioso todo el altruismo desinteresado que suponían los vecinos de Bukavu. Adolphe aprendió a leer, a escribir, y su educación católica era la envidia de todas las familias que veían en los dos a una verdadero padre e hijo. Si embargo, no todo eran luces, las sombras de la perversión cubría los oscuros instintos del párroco y el padre no era tal, si no un miserable pervertido pederasta que saciaba sus deleznables deseos abusando de un inocente niño. Así fueron pasando los días, los meses y los años, hasta que Adolphe decidió huir de las garras del pederasta. Los tres años vividos bajo la malvada tutela del religioso le fueron suficientes como para no temer mal peor que el que hasta entonces le había atribuido la providencia y decidió huir a Kinshasa.

Pero jamás llegó a la capital del país, la mala suerte le perseguía y no escapó a ella, en su peregrinar huidizo fue raptado por los mismos guerrilleros que asesinaron a sus padres y se llevaron a su hermano. Su destino no sería distinto a su gemelo, y aunque al principio el terror se apoderó de él, con las horas pensó que quizás la fortuna le volvería a juntar con Ignace. Esa era su única ilusión, cuando otros niños guerrilleros le advirtieron cual sería su futuro inmediato, pero su desdicha no parecía tener límite, cuando descubrió que su hermano había muerto meses atrás en un enfrentamiento con el ejército. Nada parecía tener ya sentido para Adolphe, envuelto en una vorágine de desgracias, en una espiral de desdichas que le llevó al punto y final algunas semanas más adelante, cuando otra bala perdida dio fin a su existencia, en un mundo de violencia promovido con la doble y perversa moralidad religiosa.


Hace varios días me desperté con la noticia que varios diarios nacionales publicaban en sus portadas o primeras páginas, la conclusión de la investigación llevada a cabo por un panel de expertos de la ONU por encargo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con respecto a la financiación de la guerrilla por parte de ONG religiosas españolas en la guerra del Congo. Según El País, dos organizaciones no gubernamentales vinculadas a religiosos desviaban en los últimos años el dinero procedente de subvenciones públicas para la financiación de una de las milicias de la guerra que azota al país africano. En el informe encargado por la ONU se afirma que la milicia financiada por los religiosos españoles es el Frente Democrático para la Liberación de Ruanda (FDLR), la milicia hutu acusada de múltiples asesinatos contra la humanidad, entre los que se encuentran asesinatos contra la población civil, violaciones en masa y reclutamiento de niños-soldados, entre otros. Los guerrilleros hutus, junto con algunos de sus dirigentes a la cabeza, están considerados como los responsables del genocidio de Ruanda, en el que fueron asesinados a machetazos, por radicales hutus en 1994, 800.000 tutsis y hutus moderados.

Por supuesto los acusados niegan esas conclusiones y las tachan de ridículas, y en su defensa alegan que la ONU quiere tomar represalias contra ellos por la denuncia que han interpuesto en la Audiencia Nacional española, contra 40 dirigentes de Ruanda, país aliado de Estados Unidos y Reino Unido en la zona. Éste no es más que otro ejemplo de la doble moralidad en la que se desenvuelve la iglesia católica, que por un lado apedrea y por el otro ofrece consuelo, es la perversidad disfrazada de religiosidad que siempre anda por los caminos más siniestros que guían al ser humano, como en esta historia figurada que se parecerá a tantas ocurridas en el Congo y en otros países donde las guerras siembran el terror entre los inocentes civiles, mientras nosotros, los ciudadanos de países desarrollados y ajenos a lo que se trama, colaboramos aportando nuestras mejores intenciones en favor de los que sufren y son víctimas de la sinrazón humana.






sábado, 21 de noviembre de 2009

Un mundo diferente


La tarde comenzaba a despedirse y lo hacía de un color rojo algo más intenso a como estaban acostumbrados, ya no había matices y distintas tonalidades como en tiempos pasados. N'laco se recreaba en las rocas que dibujaban el paisaje monótono y plomizo, marcado por la intensa luz del sol que abrazaba en el exterior, mientras las voces metálicas que salían por los altavoces anunciaban, aconsejaban y ordenaban, a los habitantes del Satélite 27 las normas impuestas a seguir. No existía represión política ni social como en otras épocas de la humanidad, sólo las condiciones de habitabilidad exigían un comportamiento adecuado a las circunstancias. Hacía más de 20 minutos que aguardaba el regreso de Carna sentado en el banco de la plaza 15D, era el lugar preferido de N'laco para reflexionar, su bóveda acristalada era completamente abierta y la sensación de libertad también más fuerte que en las demás plazas del satélite.

De repente, unas manos femeninas aparecieron por su espalda y le cubrieron los ojos, su reacción fue tranquila, no se alteró, hacía generaciones pasadas en las que ya nadie sufría de estrés ni sentía temor ante amenazas violentas, además de saber que Carna estaba a punto de llegar. Puso sus manos sobre las de ella y le dijo: -Es imposible confundirte, no hay nadie en el mundo con una piel tan suave como la tuya.
-¿En qué piensas?- preguntó Carna mientras se sentaba a su lado.
-En otros tiempos, en el mundo que mi bisabuela me contaba. Ella tampoco los vivió pero, al igual que a mí, le contaban de pequeña cómo era aquel mundo en el exterior. Antes de que las ciudades se abandonaran por el cambio climático y tuvieran que refugiarse en los satélites.
-¡Un paraíso!-exclamaba Carna- Cómo me hubiera gustado haberlo vivido.
-Mientras reflexionaba mirando el horizonte imaginaba un paisaje distinto, vivo, con un cielo azul y el verde predominando sobre la tierra. Mi bisabuela me contaba que los pájaros eran unos animales de distintos tamaños y cubiertos de plumas, algunos de vivos colores y que emitían un canto armonioso como el sonido angelical. También los había que vivían en el agua, en los ríos que corrían por los causes y que se podía beber en ellos, sin miedo a morir.

-Debió de ser un mundo maravilloso. Recuerdo que hace algunos años vi en la videoteca arqueológica una película recuperada, la encontraron en unas condiciones óptimas y pudieron restaurarla. En ella aparecían muchos niños jugando, gritando y corriendo en el exterior y sin ninguna protección, corrían y corrían con juguetes extraños en forma de esfera, y otros se montaban en artilugios de alegres colores y se deslizaban sobre ellos. Lastima que sólo fueran algunos minutos... demasiado pocos. Supongo que la natalidad no estaría restringida como en nuestro tiempo, e imagino que el espacio y la alimentación no sería un problema entonces... al menos nosotros tuvimos suerte, pudimos engendrar a Yiza, espero que nuestra hija y su marido también sean elegidos para procrear. ¡No hay nada más hermoso que ser madre!- exclamaba Carna mientras se dejaba la mirada perdida en el horizonte, acompañando a la de su marido que en silencio imaginaba un mundo diferente donde los niños corrían y jugaban alegremente.

Sentados sobre el banco, Carna y N'laco, miraban al exterior imaginando un escenario totalmente distinto, sus manos se buscaron y se entrelazaron cómplices, como compartiendo un sueño que existió en otros tiempos y que la irresponsabilidad egoísta de sus antepasados no permitieron que ellos pudieran haberlo disfrutado en el futuro. El sol se iba escondiendo por el horizonte y el primero de los tres avisos antes de cerrar los accesos públicos del satélite sonaba por los altavoces en forma de sirena. En silencio se levantaron y abandonaron el banco donde estaban sentados, él puso su brazo sobre los hombros de ella y ésta lo agarró por la cintura. Sin decir palabra caminaron hacia su departamento en la 15C, quizás pensando que otro mundo era posible.

Es muy posible que nuestra irresponsabilidad lleve a la humanidad, a nosotros mismos, a vivir en un mundo diferente al que vivimos, eso contando de que no nos auto destruyamos eliminando nuestro hábitat natural y el de los seres vivos que nos rodean. También es muy probable que se haga realidad más pronto de lo que imaginamos si no se toman medidas drásticas y urgentes para atenuar el cambio climático. En el informe que se presentó en el 2007 por científicos de Naciones Unidas, el IPCC, pecaron de conservadores y prudentes, si nos atenemos a lo que algunos expertos han expuesto, varios de ellos son miembros del IPCC, durante la celebración en Chicago en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. A la conclusión que han llegado es que las temperaturas pueden subir entre 2 y 11,5 grados centígrados de aquí a final de siglo, y no como indicaba en el anterior informe, entre 1,1 y 6,4. Los expertos dicen que ahora tienen datos más fiables respecto al efecto invernadero, que se ha incrementado mucho más rápido por los países en vías de desarrollo como China o la India, por el enorme crecimiento de la energía eléctrica basada en el carbón, según Chris Field, de la Universidad de Stanford, EEUU, uno de los responsables del próximo informe de IPCC que se emitirá en 2014.

El aumento de las temperaturas propiciará un alto riesgo de incendios en las selvas tropicales, emitiéndose así miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero que a su vez aumentará la temperatura global. Por otra parte, Anny Cazenave, del Centro Nacional de Estudios Espaciales, en Toulouse, Francia, aseguró recientemente que las medidas que se han tomado sobre el océano global desde satélites, indican que el nivel del mar está subiendo como media 3 milímetros por año, el doble que lo hacía el siglo pasado. No obstante, hay zonas como el Pacífico Occidental, el Océano Antártico y el Sur de Groenlandia, donde la subida registrada es ya tres veces superior, un centímetro al año.

El tercero de los factores determinantes es la fusión del permafrost en la tundra ártica, que emitirá ingentes cantidades de CO2 almacenado en materia orgánica congelada allí desde hace miles de años. Las nuevas estimaciones del total de CO2 retenido en el permafrost es del orden de un billón de toneladas, en comparación, la cantidad total de CO2 emitida por la utilización de combustibles fósiles desde el inicio de la revolución industrial es de unos 350.000 millones de toneladas. Fields advirtió que si no se toman medidas urgentes y efectivas el cambio climático va a ser mayor y más difícil de afrontar de lo que pensábamos.






viernes, 13 de noviembre de 2009

La explotación globalizada

-Aquella tarde, cruzando el puente del lado oeste de la ciudad, comprendí que me estaba exponiendo a un serio peligro si no cambiaba mis hábitos y costumbres, la sociedad había perdido el sentido común y las personas habíamos dejado de serlo para convertirnos en un número consumista, como autómatas al servicio del mercado. Las grandes marcas comerciales se habían apropiado del mercado global y sus campañas publicitarias nos concienciaban de que un nuevo orden mundial era necesario si no queríamos vivir otra extinción, la sexta, como les sucedió a otros seres vivos del planeta. No todo aquello parecía entrar dentro de la lógica, pero sus continuas campañas en pro de un sistema más justo, donde todos viviéramos y trabajáramos para todos y de todos, obligaba a nuestras conciencias a ser solidarios, aunque a primera vista el nuevo sistema no mostrara nada más que explotación y esclavitud, laboral y social, la libertad se quedaba en el camino y las grandes marcas se adueñaban de los seres humanos en todos sus conceptos.

Lejko le contaba a su nieto pasajes de la revolución vivida varias décadas atrás, que cambiaron el mundo y el sentido de la humanidad, derrocando un sistema capitalista que se estableció sin derramamiento de sangre ni golpes de estado con protagonismo militar, solo a golpes de publicidad.

-Tuve que decidirme por guardar las ropas de más calidad para cuando llegara el invierno y usarlas debajo de las prendas establecidas por la junta gubernamental mundial, para combatir el frío; todo lo que me pudiera comprometer por falta de marca oficial y por no haberlas destruido en el plazo fijado por las autoridades lo fui sacando al atardecer cuando la luz del día se iba perdiendo y las depositaba en las trituradoras de los recolectores de basura. ¡Tuve mucha suerte! Nunca coincidí con nadie que me delatara y perder así la cédula del permiso de transeúnte, me hubiera costado mucho tiempo de prisión preventiva hasta que decidieran que hacer conmigo y a qué campo industrial de trabajo me destinarían.

»Las últimas semanas fueron un acoso constante pidiendo a la población la colaboración para luchar contra los opositores al régimen. No se podía usar ninguna prenda de vestir que no llevara el código de seguridad incrustado en sus hilos, no nos podíamos escabullir de las normas establecidas cada vez que pasábamos junto a un detector instalado en cualquier lugar y cada día más numerosos. Si los hilos no eran los oficiales saltaba la alarma y en segundos aparecía una patrulla de agentes del nuevo orden para detenernos.

-Entonces, abuelo, ¿no existían los gobiernos como ahora?

-No Tevri. Las marcas se habían ido absorbiendo hasta quedar un puñado reducido de ellas y antes de iniciar una guerra comercial que las debilitara y perder así el control del comercio global decidieron unirse, de esta manera acumularon tanto poder que consiguieron derrocar a los gobiernos de los países libres. La alianza que hicieron junto a otras multinacionales de otros sectores industriales y con las asociaciones defensoras de los derechos de autor relacionados con la cultura, propiciaron el nuevo orden que nos esclavizó por unos años y que nos llegaron a parecer siglos.

»Varios años antes había ocurrido igual con todo lo relacionado con la cultura, los autores creadores eran solo los oficiales y propuestos por la junta gobernante, se quemaron libros y destruyeron copias musicales de cualquier tiempo y época pasada, fue la manera que eligieron para convertir la cultura en mera propaganda oficialista.

-¿Cómo surgió la insurrección de los ciudadanos? -preguntaba Tevri.

-Nos sublevamos contra lo establecido porque era imposible vivir de aquella manera impuesta. La mayoría de la población del planeta no estaba de acuerdo con lo obligado y añorábamos otros tiempos donde la libertad era tan necesaria como el alimento, los mayores no querían que las nuevas generaciones crecieran sin conocer lo que ese sentimiento de libertad supone, así que se fueron creando grupos de guerrilleros urbanos que se encargaban de pintar mensajes alusivos a la revolución y contra la junta gobernante. Los mensajes duraban poco tiempo en las paredes, las pinturas eran con tintes naturales y si no era la lluvia la que los borraba eran las brigadas antiopositoras las que las eliminaban al día siguiente. Después fueron los detectores públicos los elegidos a destruir, para que no detectaran las copias piratas ni lo creado fuera de su control, hasta que poco a poco el esfuerzo de los ciudadanos nos devolvió la libertad perdida y la forma de vida deseada y añorada. Las marcas se prohibieron y el derecho a elegir y a no ser explotados se recuperó.

Tevri se dormía mientras su abuelo le contaba sus "batallitas" y el niño ya parecía haberse arrojado a los brazos de Morfeo. Lejko le arropó hasta el cuello para que no sintiera frío y con mucho sigilo se levantó de la cama de su nieto, donde estaba sentado, y apagó la tenue luz de la lámpara. Abrió la puerta del dormitorio y cuando salía, a punto de cerrar la puerta, Tevri, que parecía dormido, le preguntó:

-¡Abuelo! ¿Me comprarás para la celebración del Día de la Revolución los zapatos color mercurio como los que llevan mis amigos?

-¡Claro que sí, Tevri! Pero eso será más adelante, ahora a dormir. Hasta mañana.

-¡Buenas noches!

No es descabellado pensar que una situación como la que expongo pudiera suceder, las grandes compañías multinacionales son un monstruo que devora cualquier tipo de dignidad del ser humano. No importa hasta dónde haya que llegar con tal de continuar subiendo enteros en las cotizaciones en bolsa y explotando si es necesario a los más pobres entre los pobres. Buscan como lobos hambrientos a sus víctimas y para ello recorren el mundo subdesarrollado en busca de mano de obra barata con lo que aumentar sus beneficios. La explotación humana y de los recursos del planeta es la más importante de sus tácticas comerciales, para vendérnoslo luego con papel celofán y con la mejor cara, sin mostrar el abuso, vejaciones y explotación que esconden detrás y que llevan a cabo en todos los rincones del mundo. Somos nosotros, los consumidores, los que tenemos que poner paro y remedio a estas prácticas indignas que llevan a niños que apenas comenzaron a caminar a encadenarlos a sus puestos de trabajo para que no huyan y se escapen de la esclavitud que sufren y a la que están sometidos. Sus sueldos son míseros cuando los hay, en otras ocasiones son explotados y esclavizados por el alimento y un rincón en el suelo para dormir.

Si lo que expongo en el relato de ficción puede parecer duro, para muchas personas hoy en día y en muchas partes del planeta este mundo ficticio les pudiera parecer el paraíso. Las situaciones actuales en las que viven muchas personas en muchos países subdesarrollados deberían de avergonzarnos y obligarnos a revelarnos contra este orden comercial establecido.

Nosotros los consumidores somos tan culpables como las grandes compañías explotadoras, por nuestra complicidad consumiendo esos productos que son fruto del abuso y la explotación, tanto en potencial humano como en las materias naturales extraídas y usurpadas a sus legítimos dueños en los países pobres. No escondas tu crueldad tras una marca comercial que solo alimenta tu ego y vanidad, no se puede presumir cuando lo que se consume es fruto de la explotación humana. La explotación laboral en el mundo mata cada año a 700 veces más personas que el atentado del 11s de las Torres Gemelas.


Texto perteneciente a libro de artículos Miradas Impacientes III, publicado por Ediciones Alféizar

viernes, 6 de noviembre de 2009

Comerciantes de vidas


A Martina la encontraron dos operarios municipales de la limpieza, estaba sentada en la marquesina de la parada del autobús y lo que les extrañó a los trabajadores fue que el último en pasar aquella noche lo había hecho un par de horas antes. Les resultó raro que una jovencita, casi niña, estuviera sola esperando la llegada del transporte que no llegaría hasta poco antes del alba. ¿Qué haría allí si no? Se acercaron a ella con la intención de averiguar si estaba bien, si tenía algún problema o simplemente para advertirle que estar de madrugada en un sitio casi en penumbra y tan solitario podría suponer un peligro para ella. Uno de los limpiadores le preguntó -¿Estás bien?-, Pero Martina no respondió, parecía ignorarlos, no se dio por aludida, fue entonces cuando se acercaron lo suficiente como para poder comprobar que aquella chica adolescente tenía problemas. La mirada ausente, sus ropas desgarradas y algunas heridas superficiales como los arañazos en el rostro, los brazos y las piernas, junto a su pelo alborotado, fueron pruebas suficientes para comprender que necesitaba ayuda.

Sus padres llevaban algo más de cuatro horas preocupados por ella, el mismo tiempo que hacía que sus amigos la dejaron en la parada del autobús, a las diez de la noche, pero no en aquella misma marquesina, si no en el lado opuesto de la ciudad. Ella no pensó que aquellos dos chicos que la invitaban a subir a su vehiculo para llevarla a su casa, y que los había conocido aquella misma tarde en una discoteca para menores, podría suponer un peligro, aceptó la invitación ignorando lo que le podía ocurrir. Cuando acudió la policía a la llamada de los operarios la llevaron al hospital y allí la examinaron mientras la autoridad se ponía en contacto con los padres de Martina, que continuaba sin decir nada, sin mover un solo músculo de su cara, traumatizada sicológicamente. Fue la cedula de identificación lo que a los agentes les marcó el camino para comunicarle a su familia las circunstancias en las que había sido encontrada su hija, violada y al parecer abandonada a las afueras de la ciudad.

La familia de Martina era de fuertes convicciones religiosas y muy conservadora, lo que no restó apoyo para que su hija se recuperara, una tarea ardua que les supuso varios meses de sicólogos y multitud de rosarios rezados. A la joven, aquella desgraciada experiencia le supuso un problema tras otro porque, si ya sufrió con la violación, el resultado le acarrearía más sufrimientos aún. No sólo tuvo que enfrentarse a la superación del abuso si no que en adelante tendría que luchar contra sus propios padres que la obligaban a dar a luz a la criatura que llevaba en su vientre. Ella no quería aquel hijo fruto de la agresión, luchaba por no tener un hijo no deseado, fruto y sangre de sus agresores. Sin embargo, ser menor de edad no le daba derecho a decidir por su propio cuerpo y la decisión de sus padres, aconsejados por el párroco, fue la que prevaleció.

El aborto no estaba bien a los ojos de Dios, el derecho a la vida del feto era lo que se debía de hacer en estos casos, y para eso la iglesia tenía sus centros ideados para madres solteras, donde sus pudientes padres las internaban y allí harían de ellas toda una vida al servicio de Cristo. Dar el paso al internado suponía decir adiós a la hija para que ésta se dedicara en cuerpo y alma a quienes la acogían. Por aquellos tiempos la iglesia no había perdido poder, al contrario, había ganado en cuestiones sociales apoyados en lo religioso. Los centros concertados, subvencionados por el gobierno, se extendían por todo el país y acaparaban todos los campos posibles, no sólo el de la educación, también el de las enfermedades o problemas sociales.

Martina quedó recluida en el centro, donde trabajaba cada jornada para la comunidad administrada por religiosas, la cuidaban y alimentaban a cambio de su trabajo. Cuando parió la apartaron de su hijo y pocas veces más pudo volver a verlo mientras crecía, de él se hacían cargo en la guardería y cada año pasaban evaluación, si sufrían enfermedades, discapacidad, y el nivel de inteligencia. Los primeros los llevaban a hospitales administrados por la iglesia y subvencionados por el gobierno, al igual que los discapacitados y sus centros especializados, los más inteligentes continuarían bajo control eclesiástico hasta que en el futuro pasaran a dedicarse por entero a las empresas que poseía la comunidad; los de bajo coeficiente intelectual serían expulsados al terminar la enseñanza primaria, al igual que a sus madres, sin ningún derecho por los servicios prestados, las madres debían de estar agradecidas por lo que por ellas y por sus hijos habían hecho en la comunidad religiosa.

Martina y Julián, nombre otorgado por coincidir su nacimiento con el de la celebración del santo, salieron expulsados de la comunidad por la sospecha que provocaban sus amaneramientos, aún siendo un niño, la homosexualidad continuaba sin estar aceptada dentro de las normativas que regían y en el último control evaluativo decidieron que no continuaría los dos años de primaria que aún le quedaban y por supuesto su madre también sería víctima del veredicto, dejaban de ser útiles a la comunidad y pasaban a pertenecer a la sociedad indefensa. Los padres de Martina habían muerto varios años atrás en accidente automovilístico y toda su herencia fue entregada a la comunidad que cuidaban de su hija y nieto, por lo que cuando quedaron desligados de los religiosos lo hicieron en la pobreza más absoluta. Algunos años más tarde, Martina murió enferma y sin recursos, y Julián de igual modo que su madre, solo y a diferencia de la enfermedad que padecía la madre, la suya era provocada por un nuevo y extraño virus, que se contagiaba por la sangre y por el acto sexual, atribuido al colectivo homosexual como grupo de alto riesgo. Nadie le socorrió cuando fue a pedir ayuda a la comunidad religiosa donde nació y le habían criado, no les importó que muriera tirado en la calle, su vida ya no tenía interés para los que comercializaban con ellas.

Quizás les pudiera parecer extraña esta historia ficticia que les cuento pero tiene más relación con lo actual que con la ficción. Los comerciantes de vidas humanas se manifiestan en el cinismo más descarado y desvergonzado, mientras defienden las vidas de seres que aún no han nacido se despreocupan de las ya existentes, víctimas de las enfermedades o de la maldad humana. No entraré en criticar la pena de muerte, ni los muertos por hambrunas, ni de enfermedades como el sida en países subdesarrollados, por los que la comunidad conservadora y religiosa católica no se inmuta, lo haré criticando esa doble y falsa moralidad que pasean en defensa de la vida, en contra del aborto. La vida para la iglesia católica es un puro negocio, las vidas de las personas se cuentan como mercancías en sus libros de cuentas y el derecho de la mujer a decidir por su propio cuerpo no deja de ser una lucha a pecho descubierto que les lleva a manifestarse contra los derechos femeninos. En España, la controversia está servida, los conservadores se han tirado a la calle en defensa de la vida de los no nacidos y agarrados de la mano de la iglesia católica, y aunque son ya algunos años en los que el aborto está legalizado en este país, cualquier mínimo movimiento que el gobierno progresista haga por renovar las leyes en ese sentido es motivo de enfrentamiento y manifestaciones públicas. Los convocantes traen a los manifestantes de cualquier punto del país, en autobuses que pagan las asociaciones convocantes. La última sucedió hace varias semanas, en Madrid, y como siempre las cifras de asistencia según los organizadores superan varios millones de personas, sólo que en esta ocasión una empresa ha creado un programa que mediante fotografía aérea calcula con exactitud cual fue el número de asistentes en realidad. Esta vez fueron alrededor de 10.000 personas, algo menos de los varios millones que aseguraban los organizadores.

Pero no se trata de cuanto apoyo tiene o deja de tener, se trata de la nueva ley que entrará pronto en vigor, la que ofrecerá a decidir si quieren abortar sin permiso de sus padres las jóvenes adolescentes menores de edad, de 16 y 17 años. Esta proposición legislativa ha llevado a los conservadores a manifestarse en contra, y a las asociaciones a pelearse entre ellas por cuestiones de marketing, hasta el punto de llegar a proponerse la suspensión de la manifestación unas horas antes. El negocio que los mueve es lo que los une y casi lo que los separa, porque se ha comprobado que para ellos lo importante no es el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, ni si esta cuestión se puede llevar a cabo con uno o dos años menos de lo hasta ahora permitido y legal. Lo que los mueve son los caudales que generan gorras, banderitas, pañuelos, pins, pegatinas... todo un mundo de posibilidades reivindicativas que significan negocio.








http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

Cultura mexica ( XI )

Cerámica La cerámica es uno de los elementos artísticos mexicas menos estudiados, si lo comparamos con otros como dioses, calendarios o mito...