miércoles, 8 de junio de 2011

Cultura olmeca ( III )


Orden político y social

Probablemente, una motivación religiosa fue lo que sentó las bases para la constitución de la estructura política de los olmecas. Otra vez más hago hincapié en la suposición para hacernos una idea de cómo estaba organizada la sociedad de por aquel entonces, nada se sabe con certeza puesto que no existen documentos que así lo confirmen, por lo que sobre estos temas siempre se anda entre los supuestos que los estudios de los especialistas sacan como resultado. Sobre estos estudios también se concluye que la sociedad olmeca estaba gobernada por shamanes o jefes religiosos, que constituían una especie de aristocracia intelectual en la que recaía todo el poder. "Una teocracia con aspectos marginales, mercantiles y guerreros: tal podría ser la definición de la ciudad olmeca" (Jacques Soustelle, Los olmecas, Juan José Utrilla).

La sociedad se imagina claramente jerarquizada y estratificada, por la formación de clases que propició el control de las fuerzas productivas del grupo y su canalización a otras actividades. La sugerencia que nos ofrecen sus monumentos, cerámicas y otros vestigios en los que quedaron plasmadas costumbres, escenas de los diversos aspectos de la vida cotidiana, es que existían dos clases bien diferenciadas. El grupo más poderoso y que vivía en los centros ceremoniales se distinguía por su lujo en el vestir, que además del algodón utilizaban la fibra de amate para elaborar sus prendas y usaban sandalias de hule. El otro grupo, posiblemente también estratificado, aglutinaba a los especialistas dedicados a distintas actividades, como la construcción, talla de piedra, la escultura, el comercio y otros.

El estudio de la escultura también nos revela que igualmente pudieron existir al menos dos tipos de físicos diferenciados y que posiblemente correspondan a la vez a dos clases sociales. Por un lado el campesino y más antiguo poblador, y los guerreros, representados con facciones bien definidas, nariz ancha y labios gruesos, a los que muchos especialistas comparan con una raza humana en concreto, ciertos negros de Oceanía. Por otro lado y de igual modo, los escultores dejaron plasmados otros rasgos diferentes en las piezas escultóricas, otro tipo de físico que muestra una nariz aguileña y labios más delgados; a este grupo se le considera de distinta procedencia y llegado más tarde a la región, convirtiéndose en el grupo aristocrático que dominó durante el periodo Preclásico Medio. Una prueba evidente que nos lleva a tal conclusión es la que se encuentra en la Estela del hombre barbado, la que refleja la imagen de un hombre posiblemente extranjero y de rasgos anteriormente mencionados, cara angulosa y nariz aguileña.

Las figurillas olmecas son otro reflejo o muestra de los aspectos sociales de los aldeanos, a través de las cuales también se llegan a conclusiones muy reveladoras. La notable calidad escultórica de estas figurillas, moldeadas en barro blanco o crema muy fina, muestran otros aspectos de sus costumbres, como la utilización de la pintura facial y corporal realizada con pintaderas o sellos de barro; la deformación craneal de tipo tubular erecta; la mutilación dentaria y la escarificación. Además del uso de bragueros o taparrabos, faldillas, turbantes, capas cortas, vendas faciales, camisas, sacos, tocados en la cabeza, máscaras, pelucas, sandalias y otro tipo de prendas. Entre sus adornos destacan las orejeras circulares, collares de cuentas, pequeños espejos de hematita o pendientes.

La representación de las figurillas olmecas también muestran las distintas actividades a las que se dedicaban, individuos realizando hechicerías vestidos con pelucas, máscaras y portando sonajas u otros objetos; jugadores de pelota con rodilleras y una mano forrada para pegar al esférico; músicos con pequeños tambores entre las piernas; jorobados, bufones enanos, acróbatas, cargadores y hasta seres enfermos. Las piezas de barro también representan otras escenas costumbristas como mujeres cargando a sus hijos, niños atados en cunas portátiles, mujeres embarazadas o bailarinas.

Organización económica

La agricultura fue una actividad generalizada y muy común entre los olmecas, quizás la fuente económica más importante. Seguramente sus cultivos estaban relacionados con el maíz, el frijol y la calabaza, la trinidad o tríada agrícola principal en el sustento de los grupos mesoamericanos, sin olvidarnos del cacao. La caza mayor les proporcionaba piezas de distintas especies como el jaguar, el ocelote, puma, margay, tapir, jabalí de collar, venado cola blanca y temazate o venado rojo; entre la caza menor estaban el conejo, pavo, distintas especies de perdices, patos, codornices y algunas aves más. Así mismo la pesca significaba un aporte importante en su alimentación y entre sus capturas se hallaban el róbalo, mojarra o bagre, además del pejelagarto, especie muy famosa que pescaba en el río Grijalva.

La importancia del comercio en la civilización olmeca fue del calibre similar al que se estima en periodos posteriores en otros lugares de Mesoamérica. Los intercambios comerciales se realizaban en espacios abiertos, habilitados alrededor de sus centros cívicos y religiosos.

Entre las actividades artesanales se supone que la producción de objetos lapidarios fue una de las más importantes, tanto es así que probablemente se comercializaron y exportaron a otras regiones mesoamericanas. La probabilidad de la intensidad en el comercio con otras regiones alejadas es alta. La falta de piedras y otras materias primas en la región los llevarían posiblemente hasta regiones remotas a realizar intercambios con otros pueblos, el ejemplo está en que la presencia de la cultura olmeca se ha encontrado en otros puntos geográficos muy alejados de su zona nuclear.

La domesticación del perro y el guajalote y la práctica de la apicultura también entran entre los logros o actividades que se les atribuyen. Así mismo como el consumo de una sustancia alucinógena, en sus rituales religiosos, que extraían de un sapo marino abundante en el Golfo.

La parte negativa en este apartado posiblemente sea el importante tributo a pagar para el sostenimiento de sus centros ceremoniales, las obligaciones impuestas a las aldeas de campesinos que rodeaban a estos centros religiosos por la clase gobernante debieron de ser duras. Los campesinos eran forzados a pagar no sólo una parte importante de sus producciones agrícolas, también sus aportaciones físicas, con el trabajo para realizar los templos y las viviendas del grupo dominante, así como su mantenimiento. Es fácil de imaginar que esta pudiera ser una de las causas o razones por lo que fueron saqueados, y el intento de destrucción que se evidencia en algunas de sus colosales cabezas de piedra, los centros ceremoniales de San Lorenzo y La Venta.












(Fuente informativa: Los Pueblos Mesoamericanos, Rosa Mayra Ávila Aldapa)


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