sábado, 13 de noviembre de 2010

Segundas partes nunca fueron buenas


En mi última entrada en El Mirador Impaciente, La frontera de la discordia (1ª parte), dejé pendiente la segunda entrega referente al desencuentro fronterizo que trae de cabeza a ciudadanos de los dos países en disputa, Nicaragua y Costa Rica. Sin embargo, después de varios días observando el paisaje político que se muestra desde ambos gabinetes, he decidido que ya fue suficiente con lo expuesto en la primera parte, que no voy a participar en este juego nacionalista que solo alimenta a los amigos del odio y donde los iracundos patriotas de hojalata se sienten como pez en el agua. Me niego a contribuir a este uso partidista de los gobiernos que sacan su hacha de guerra a la menor brisa, tratando de que el sol las alumbre y de que su sombra cubra las miserias nacionales, como tortuga hace con sus huevos en la arena de la playa.

Rotundamente digo no. No a la utilización de los sentimientos patrióticos de los dos gobiernos, y más cuando no hay nada que discutir, nada que pelear ni nada que defender. Ni los nicas tienen culpa de la actitud ridícula y chapucera de su gobierno comprobando en google lo que debió haber hecho en su cartografía oficial, como si de un juego de niños se tratara, ni los ticos merecen que su presidenta los mande a pelear con sus vecinos para desviar su atención en casos tan rechazables como el de Las Crucitas, entre otros asuntos.

En esta ocasión me agarro a la frase de que "nunca segundas partes fueron buenas", para formalizar mi rebeldía a este abuso desmedido por parte de los gobiernos y medios de información que, como cómplices, se dejan arrastrar por esta vorágine, por este torbellino de despropósitos echando a pelear a ciudadanos de un lado y otro de la frontera, fomentando la xenofobia, el rechazo y la intolerancia. Los desencuentros y enfrentamientos entre pueblos no traen nada positivo, nada. Porque si a Costa Rica no le interesa para su turismo una imagen inestable del país, Nicaragua no puede permitirse perder sus energías alimentando el odio hacia sus hermanos ticos, algo que no podrán negar ni los más reaccionarios, porque son muchos, de un lado y del otro, los que sienten dolor por este absurdo enfrentamiento que ya está durando demasiado. Los gobiernos responsables se sientan y dialogan, que para eso se les elige, no para que abandonen sus verdaderas obligaciones como vecindonas barriobajeras tirándose los trastos a la cabeza.

De sobra es conocida mi simpatía por Nicaragua, pero este sentimiento no me va a convertir en cómplice del mal uso que Ortega hace de la palabra y el significado patria. Me duele Nicaragua por sus gentes y por todo lo que encierran en su idiosincrasia, no por la falsa estampa de unos políticos de pacotilla firmes ante la bandera hondeando donde seguramente muchos de ellos nunca antes estuvieron, ni volverán, a no ser que se regale protagonismo interesado como en esta ocasión.

Me duele la Nicaragua que aplaude a sus representantes que fueron a buscar honorabilidad a sesionar a la frontera y da la espalda a sus hermanos que padecen el hambre que pudieron haber evitado de no tirar el presupuesto en absurdas puestas en escena. La verdadera patria son sus ciudadanos y no existe mayor honra que la de trabajar por cubrir sus necesidades básicas, porque mientras aprobaban mayor presupuesto para proteger un río-frontera que nadie pone en duda a dónde pertenece, muchas personas se acostaron aquella misma noche con el estomago vacío bajo las estrellas del firmamento nicaragüense.

Me duele la infancia de Nicaragua que tiene que salir a las calles a manifestarse para recordarles a sus gobernantes que dejen de mirar hacia la frontera y que vuelquen sus esfuerzos en sus necesidades, de salud y de educación, que miren hacia el futuro y que no jueguen a buenos y malos patriotas.

Me duelen las 62 comunidades del Río Coco que, aunque no es frontera, también arrastra necesidades primordiales, las de sus más de 24.000 pobladores que, más pronto que tarde, serán pacto de la hambruna sin que les alimente el orgullo patriótico de los desaforados nacionalistas.

Por estas, y por otras muchas más razones, me declaro en rebeldía con un ¡Basta Ya! Ante la abusiva actitud de nacionalismo barato que opaca el sentido y la razón de ser de los verdaderos patriotas.

2 comentarios:

  1. Hola! Buscándome a mi, te encontré a ti!
    Además del nombre y los apellidos, tenemos en comun la espesa melena, je je, y seguramente algunas cosas más.
    Un saludo, amigo "homónimo".
    Antonio Torres Rodriguez, Sevilla, Andalucia, España.

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  2. Saludos Antoñito. Un placer que me encontraras.

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