miércoles, 17 de diciembre de 2008

Una de filibusteros

Revisar el pasado de Nicaragua y mirar entre sus pagínas es encontrarnos, casi siempre para mal, con la presencia de los Estados Unidos, directa o indirectamente. La intromisión del imperio yanqui en los asuntos internos de este país no ha dejado fechas aisladas sin la presencia o influencia de la Casa Blanca o, como en el siglo XIX, por parte de la iniciativa privada, cuando los ojos de unos magnates se posaron en Centroamérica y apoyaban a aventureros, filibusteros, con aires invasionistas y a sabiendas de la poca resistencia militar que ofrecían algunos estados de la región. No cabe duda que este siglo, en el que se desenvuelven los acontecimientos a citar, estaban de moda los filibusteros, mercenarios llamados a luchar con fines políticos ajenos y resueltos por las armas, en un mundo donde nada era estable, los gobiernos se sucedían, en la mayoría de los casos, entre guerras y derrocamientos, entre enfrentamientos civiles e invasiones por parte de grandes o simplemente mayores potencias.
Como ahora en Irak o Afganistán, décadas atrás en Vietnam o hace un siglo en Filipinas, Cuba o Puerto Rico, los americanos del norte siempre invadieron las naciones soberanas con el pretexto de beneficiar a los países invadidos, con la misión civilizadora en pro de la justicia, la democracia y la libertad. Lo malo de esta "generosidad" es que detrás siempre existen ocultos intereses creados que desenmascaran las verdaderas intenciones y, además de un interminable reguero de sangre inocente, dejan tras de sí, en los "países asistidos", una desbastada realidad ausente de justicia y paz, cuando la nación despierta y comprueba que los marines se despidieron acarreando con su invasión el interés que llegaron buscando. El imperialismo yanqui pasa por momentos de baja credibilidad, es la misma de siempre solo que el mundo no es el mismo que un siglo atrás, o quizás tan solo unas décadas, la descarada actitud de los gobiernos estadounidenses, eternos beligerantes, provocan recelo en todos los rincones del planeta y son más los detractores que critican sus actitudes que los simpatizantes o afines que todavía ven con buenos ojos sus "desinteresadas ayudas como guardián de la paz mundial".
La injerencia o intromisión en los asuntos nicaragüenses no escaparon a las garras imperialistas de los vecinos del norte, pues la historia pinolera reúne un buen puñado de episodios donde los protagonistas alzaban la bandera de las barras y las estrellas, incluso antes de lucir la misma estética y a las puertas de la guerra civil entre los estados abolicionistas y los que apoyaban la esclavitud. Cuando la llamada fiebre del oro puso de moda la costa californiana y aventurándose llegaban de todo el mundo buscando fortuna en forma de pepitas. Lejos de lo que las clásicas películas del Oeste americano nos muestran, intrépidos aventureros que cruzaban el país de Este a Oeste, entre calamidades, desiertos, asaltantes de diligencias y salvajes indígenas a caballo mostrando su silueta en lo alto del cañón junto a un sol abrazador y un par de buitres anunciando el final del trayecto. Las rutas tradicionales marcaban otros recorridos que comenzaban por mar. Eran dos los trazados y principalmente la que empezaba en Nueva York hasta Greytown, el puerto nicaragüense de San Juan del Norte, luego se cruzaba el río San Juan, el lago de Nicaragua y el istmo por San Jorge, por último se navegaba por el Pacífico hasta San Francisco. La otra ruta marcaba en el mapa Panamá, por aquellas fechas perteneciente a Colombia, y de costa a costa se atravesaba por ferrocarril.

El expansionismo estadounidense ponía sus ojos en la región centroamericana por distintas razones aparte de la ya mencionada, la riqueza de esos países sin explotar inmersos en inestabilidad política los convertía en un apetitoso caramelo al alcance de la mano de los poderosos magnates y de otras mentes más descabelladas y sembradas de crueldad, seres miserables sin escrúpulos que hicieron fortuna entre otros negocios con el de la esclavitud. La historia del filibustero Walker tiene significativo interés no solo en Nicaragua, de igual modo en otros países de Centroamérica. Es un ejemplo de la realidad en siglos pasados y un mal trago, supongo, para quienes les tocó vivir los acontecimientos. Pero el del filibustero no es más que un capitulo en este drama que es la historia política de Nicaragua, siempre envuelta en ambiciones, corrupción y ansias de poder desmedido que por tal de conseguirlo se pone en riesgo el concepto de patria, involucrando a terceros, si es menester, con tal de conseguir el ansiado poder, aún con riesgo, como ocurrió en este caso, de perderlo todo en la apuesta.
Corría el año 1955 y otro enfrentamiento bélico tenía como escenario a Nicaragua, la guerra civil entre los legitimistas y los demócratas, se levantaban en armas y los primeros, los leoneses, solicitaron ayuda a un intermediario estadounidense, para luchar contra los segundos, los granadinos. Byron Cole les prometió a los legitimistas 300 hombres armados a cambio de tierras, contrató a Walker y éste consiguió mercenarios de California y Luisiana.
Willian Walker fue un medico, abogado, periodista, militar y aventurero que intentó conquistar algunos países centroamericanos. Nació el 8 de mayo de 1824 en Nashville, Tennessee. Este personaje, del que sus padres intentaron que se convirtiera en pastor de la iglesia de los Discípulos de Cristo, fue un ser siniestro, negativo para la humanidad, y su corta pero dilatada trayectoria lo demuestra. Ya en 1853 presentó sus cartas credenciales al mundo cuando intentó separar México invadiendo la baja California y Sonora, con la estratégica idea de unir y fortalecer a los estados esclavistas, pero fracasó, fue juzgado por violar las leyes de neutralidad aunque con resultado positivo para él, absuelto por un jurado complaciente. De igual modo su intentona tuvo gran acogida por la sociedad y lo saludaron como a un héroe.

Dos años más tarde fue cuando acudió a la llamada de los liberales nicaragüenses y consiguió derribar al gobierno conservador, pero decidió quedarse el gobierno para sí, esta actitud recibió el beneplácito y reconocimiento del estado norteamericano, sin embargo se encontró con algunos países que alzaron la voz en su contra, España, Francia, Brasil, Chile y Perú provocaron que el presidente Franklin Pierce diera marcha atrás y desaprobara las acciones del filibustero. Su comportamiento en el poder mostró su verdadera calidad humana, de la peor calaña y la de un tirano en toda regla, declaró el inglés como idioma oficial y restableció la esclavitud con la intención de unir Nicaragua a los Estados Unidos, como un esclavista más y, así, sumar en contra de los estados confederados. Creó un diario bilingüe para la causa que defendía, al que llamó "El Nicaragüense", diario que se editaba en los dos idiomas, pero con distinto rasero, en español se podía leer aliento y animo para el pueblo mientras que la parte destinada a Estados Unidos, en inglés, se despreciaba a los nativos y se hablaba de conquista y esclavitud. Su apoyo financiero vino de la mano de dos socios de su misma calaña, Cornelius Garrison y Charles Morgan, empleados de Accessory Transit Company y que buscaban hacerse con el control de la compañía propiedad del magnate Cornelius Vandervilt, el gran negocio del transporte de los miles de aventureros que tenían como destino la costa californiana en busca del oro soñado. Cuando llegó al poder expropió los bienes de la compañía de transporte por violación contractual y se los entregó a sus socios.

Entre los planes a llevar a cabo estaba la de conquistar Centroamérica y construir un canal que uniera los dos océanos, empresa que no gustó a los ingleses que tenían intereses contrapuestos a los Estados Unidos, esto hizo que se creara dos grandes enemigos que a la postre le pasaron factura. El primero fue el neoyorquino Vandervilt que comenzó una campaña anti Walker y sus pretensiones invasionistas entre los estados vecinos y apoyó la alianza liderada por Honduras, acorralado el filibustero tuvo que pedir ayuda y protección a la US Navy en mayo de 1857 y huir de Nicaragua, no sin antes prenderle fuego a la ciudad de Granada y convertirla en cenizas. Regresó a su país y fue recibido como un héroe, pero sus ansias de poder no le permitieron resignarse y aceptar ser derrotado por una alianza de pueblos a los que consideraba inferiores y, de nuevo, en 1860, desembarcó en Honduras a la reconquista del poder perdido, pero en esta ocasión no planeó bien su estrategia, abandonado por las deserciones de sus compañeros de iniquidades quedó en inferioridad y no le quedó más remedio que entregarse a los ingleses, a la Royal Navy. Estos lo entregaron a las autoridades Hondureñas al declararse presidente depuesto de Nicaragua, de lo contrario, de haberse declarado ciudadano estadounidense, le hubieran protegido, pero su arrogancia filibustera le llevó a una corte marcial que lo condenó a morir fusilado cuando contaba 36 años de edad. Pocos meses después estalló la guerra civil en Estados Unidos.








http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

3 comentarios:

  1. Feliz salida y entrada de año, y que en 2009 sigamos teniendo este mirador, espejo de aprendizaje en el que nos refugiamos.Un abrazo Antonio.

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  2. Este maldito filibustero también estuvo inmiscuido con un intento de crear una "República" separando los estados del norte de México. Si un país sufrió tanto por su ingenuidad, al creer en las buenas intensiones de los colonos que se asentaron en Tejas como inmigrantes aceptados por México, así como por la sed de expansión del "Destino Manifiesto" fue mi patria. Cercenada en una guerra de agresión, de la que gente como Ulises Grant, dijo que se avergonzaba de la intervención de su país en el mio. Toño, cada vez que exploro tu blog me gusta más. Saludos.

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  3. Lo celebro, Alejandro. También para mi es un placer que visites este rincón que es tu casa, y por supuesto que agradezco tus comentarios, de entre los que deduzco que detrás de ellos hay una persona agradable, culta e inteligente. Un fuerte abrazo.

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